Festival de Locarno 2023: crítca de «Nuit obscure – Au revoir ici, n’importe où», de Sylvain George (Competencia)

Festival de Locarno 2023: crítca de «Nuit obscure – Au revoir ici, n’importe où», de Sylvain George (Competencia)

por - Críticas
09 Ago, 2023 05:16 | Sin comentarios

El nuevo documental del realizador de «Figuras de guerra» retrata las experiencias de un grupo de chicos marroquíes en Melilla, España, esperando la oportunidad de cruzar al continente.

El documental observacional es un género que tiene sus complicaciones. La presencia de la cámara, por más que se la oculte, siempre es un elemento disruptivo, uno que modifica los hechos que captura. Se podría decir que todos los documentales, observacionales o no, lo mismo que esas mezclas entre ficción y documental, tienen el mismo problema. Pero ante distintas situaciones, los dilemas son distintos. La segunda entrega de NUIT OBSCURE, de Sylvain George (la anterior tenía como subtítulo FEUILLETS SAUVAGES, continúa el fantástico pero a la vez algo complicado retrato de un grupo de chicos marroquíes que pasan las noches en Melilla –ese pequeño territorio español enclavado en Marruecos– con el objetivo de «cruzar el charco» y quedarse en el continente, aprovechando ciertas libertades pandémicas y otros conflictos que hicieron que ese cruce sea en esa época más común que en otras.

Lo que hace George a lo largo de tres horas es mostrar a este grupo en sus actividades interpersonales. No hay una trama, un relato con desarrollo clásico y, si bien el objetivo de los protagonistas es claro, la película se arma a partir de desviaciones, momentos si se quiere casuales: paseos, peleas, visitas a museos, conversaciones. De bellas y perturbadoras escenas, con los adolescentes recorriendo la ciudad vacía por las noches y, cada tanto, viviendo alguna situación incómoda en esa especie de estado «Esperando a Godot» en el que parecen pasar los días, NUIT OBSCURE se extiende un tiempo un tanto exagerado en los detalles.

Al no intentar hacer un retrato psicológico de los personajes –algo válido, pero con sus riesgos–, las tres horas pueden volverse un tanto reiterativas, pero el secreto está en los detalles, en lo que se va desprendiendo de sus diálogos, sus juegos, sus correrías y confrontaciones. La película entra en un territorio que, para mí, es un tanto más gris, en lo que respecta a la desprotección e inseguridad de los protagonistas. Es que por momentos resulta incómodo ver a los chicos dormir a la intemperie o pasar hambre sabiendo que al lado hay un equipo mínimo de rodaje que puede alivianar su situación. Es cierto que intervenir en el relato no es lo más conveniente, pero ver sufrir a los protagonistas de tu película para tener algo dramático que contar tampoco parece ser la más ética (o, al menos, amable) de las decisiones.

No es un problema solo de George, claro, si no de muchas películas que filman «a distancia» situaciones difíciles o violentas. ¿Está bien que un camarógrafo filme una escena de violencia doméstica y no intervenga para evitarla? ¿Tiene sentido que, para lograr una escena intensa en su film, ponga en riesgo a sus personajes, los haga sufrir, pasar frío o hambre cuando probablemente pueda evitarlo o al menos remediarlo? ¿Dónde termina la vida real y empieza «el documental»? Dejo las preguntas abiertas.

Más allá de eso, lo que la película pone en primer plano es esa situación de limbo en la que se encuentran los protagonistas. El fenómeno de los menores no acompañados que intentan cruzar la frontera hacia España está bien documentado y ha explotado en los últimos años. En NUIT OBSCURE lo que se intenta es escaparle al relato periodístico/sociológico de los periódicos y adentrarse en las vivencias de los que intentan hacer este peligroso y angustiante peregrinaje. Más allá de las dudas respecto al formato, George capta eso a la perfección. Lo que vemos, durante tres horas, es a un grupo de chicos en un literal limbo: ni aquí, ni allá, ni en ninguna parte. Esperando el milagro.