Series: crítica de «Depp vs. Heard», de Emma Cooper (Netflix)

Series: crítica de «Depp vs. Heard», de Emma Cooper (Netflix)

Esta serie documental de tres episodios resume el juicio por difamación que Johnny Depp le hizo a su ex mujer Amber Heard y trata de reflejar cómo las redes sociales explotaron siguiendo el caso. En Netflix.

No seguí el juicio entre Johnny Depp y Amber Heard cuando tuvo lugar ya que, por lo general, me interesan poco estas cosas. O, mejor dicho, me dan cierto pudor. Al no ser un caso policial de consecuencias brutales evidentes, daba la impresión de que estaba más cerca del show mediático que de otra cosa, algo así como «sacar los trapitos al sol» de la vida de una pareja de ricos y famosos. Algo así como un juicio de divorcio convertido en un espectáculo bastante triste, por no decir patético. Y DEPP VS. HEARD, en cierto modo, deja en claro que no estaba demasiado alejado de lo que pasó. El problema es que el documental, más que retratar lo que sucedió, no hace más que agregar contenido al circo ya creado.

Dirigida por Emma Cooper, esta serie de tres episodios aprovecha el hecho de que el juicio fue transmitido en vivo y generó incontables reacciones de la gente en redes sociales al instante. Así que se construye, por un lado, con los testimonios editados de manera cruzada (es decir, manipulados en el tiempo para parecer conectados entre sí) y, por otro, con todo lo que fue sucediendo alrededor del juicio: tanto el circo que se armó en las cercanías de la corte como, fundamentalmente, mediante las redes sociales, a través de incontables personajes que se dedicaron a comentar y producir materiales a partir de lo que sucedía allí.

Y si bien la serie intenta transmitir una cierta inquietud respecto a la manera en la que los memes, videos e interpretaciones de los fans y curiosos pueden torcer los resultados de un caso, al fin y al cabo no hace más que darles pantalla de manera constante. Ese extraño universo online que funcionó en paralelo al caso –que funciona en casi cualquier hecho de cierta relevancia pública– es un eje igual o más importante que el caso en sí. Especialmente porque, según opinan varios, ese fuerte apoyo a Johnny Depp y brutales críticas (por no decir amenazas) a Amber Heard, fue fundamental a la hora de la resolución del caso ya que, muchos coinciden, los siete jurados seguramente no pudieron mantenerse alejados de lo que pasaba en ese universo virtual.

El caso en sí tiene su interés, básicamente, porque estamos ante una celebridad multimillonaria –la sola descripción de las propiedades de Depp es impactante– y ante su pareja, a la que se acusa de difamarlo y de armar toda una «opereta» para quedarse con su dinero. Ella lo acusa de varias situaciones de violencia doméstica que él niega, mientras que Depp hará lo propio, presentándose él como la víctima de esas mismas y otras situaciones. No me interesa aquí determinar quién dice la verdad y quién miente –da toda la impresión de ser una relación tóxica en la que las dos partes están involucradas de una bastante codependiente manera–, pero lo cierto es que se trató de un caso que tuvo su importancia más por sus repercusiones que por los millones que uno le pueda sacar al otro.

Esas «repercusiones» están ligadas al peso de la celebridad y cómo eso afecta la credibilidad de aquellos que intentan acusarlos de algún acto violento, especialmente en medio de todo lo ligado al #MeToo. De vuelta, sin saber qué es lo que pasó, era más que evidente que el 90 por ciento de la gente que se manifestaba online estaba a favor de Depp –llamativamente, quizás, también muchas mujeres– y destrozaba a Heard basada en preconceptos. Para ellos las evidencias no importaban: estaban decididos a apoyar al actor ante cualquier circunstancia. Y ese, sin dudas, es uno de los problemas de este tipo de juicios que se deciden en la llamada «corte de la opinión pública».

DEPP VS. HEARD no hace uso de entrevistas directas sino que utiliza, además de los materiales del juicio, una cantidad de videos subidos a canales de YouTube o a redes sociales (TikTok especialmente) con expresiones de supuestos «especialistas», memes, burlas, comentarios, agresiones de todo tipo y un lamentable circo que habla más de la cultura de las celebridades que de las celebridades en sí. Solo sobre el final, cuando se abre una inquietante puerta a la posible existencia de bots –que, de ser ciertos, habrían sido pagados por el actor para incrementar su apoyo en redes–, la cuestión se vuelve un poco más oscura y preocupante.

El caso, finalmente, termina siendo lo de menos. Lo complicado del hecho en sí pasa más por la manera en la que la credibilidad se ha transformado en la nueva realidad y cómo eso se manipula en función de necesidades o intereses específicos. DEPP VS. HEARD quiere, de algún modo, alertar sobre ese fenómeno, poniendo el acento en esas distorsiones, pero quizás sin quererlo termina siendo una curiosa celebración del circo mediático que rodea a este caso y a casi todo lo que nos llega a través de las redes.