Series: crítica de «Wayne Shorter: Zero Gravity», de Dorsay Alavi (Amazon Prime Video)

Series: crítica de «Wayne Shorter: Zero Gravity», de Dorsay Alavi (Amazon Prime Video)

Esta serie documental de tres episodios sobre el extraordinario saxofonista, músico y compositor de jazz recorre su carrera –que se extendió por más de seis décadas– y su complicada vida personal. En Amazon Prime Video.

Fallecido en marzo de este año, Wayne Shorter fue una figura central, fundamental en la historia del jazz, parte importante de distintos movimientos y estilos desde sus inicios como músico profesional, en los años ’50, hasta poco antes de su muerte. Miembro importante, en los ’50 y principios de los ’60, de los Jazz Messengers de Art Blakey, líder de su propio grupo a mediados de los ’60 (época en la que editó «Speak No Evil» y «Night Dreamer», dos álbumes clásicos), luego miembro de la banda de Miles Davis que editó discos fundamentales como E.S.P., Nefertiti y Bitches Brew, entre otros, para luego co-liderar, con Joe Zawinul, los fundamentales Weather Report en los años ’70, Shorter fue mucho más que un excelente saxofonista. Fue también un enorme compositor, un personaje enigmático y una suerte de poético visionario del género y de sus límites.

Esta serie documental de tres episodios recorre toda su vida y su carrera con el eje puesto en entrevistas al propio Shorter realizadas durante varios años (la directora viene trabajando en este documental hace más de 15 años) y con el aporte de muchos colegas, admiradores y discípulos, desde Herbie Hancock a Carlos Santana pasando por Sonny Rollins, Joni Mitchell –con la que colaboró en muchos álbumes–, Danilo Pérez, Terence Blanchard y muchos otros. Pero más allá del jazz la serie pone bastante el acento en la vida y experiencias espirituales de Shorter, budista ya desde hace varias décadas, y dedicado a lo largo de muchos años a encontrar algún tipo de conexión mística a través de la música.

El primer episodio –el más largo de los tres– es el mejor ya que recorre lo que va desde sus inicios hasta su etapa con Davis. Quizás sea la parte más «convencional» del film pero la historia que cuenta es tan fascinante que no es demasiado importante que se narre de modo un tanto rutinario, combinando entrevistas, imágenes de la época y algunas raras reconstrucciones y animaciones para ciertos momentos de su vida. Allí se irá de los inicios a los ya citados éxitos de los ’50 y ’60, sus viajes por el mundo, su primer y problemático matrimonio, su segundo y aún más complicado matrimonio, haciendo eje en su personalidad un tanto reservada y enigmática, además de su talento musical.

A diferencia de muchos colegas Shorter era poco afecto a mostrarse y al show off, algo que también puede encontrarse en su forma de tocar su instrumento, asombrosa para los músicos pero no necesariamente buscando un alto impacto o la espectacularidad. Ya en el segundo episodio eso le jugará en contra ya que, a partir especialmente de la aparición de Jaco Pastorius, empezó a quedar un poco afuera del fenómeno masivo que se volvió Weather Report a mediados de los ’70. De allí en adelante se dedicaría a trabajar en muchos álbumes con Joni Mitchell, que describe de forma encantadora y poética su modo de crear y de interpretar sus pedidos, en entrevistas hechas hace ya bastante tiempo. Y tendría a la vez sus bandas propias, cada vez más vanguardistas, además de una etapa cercana a la música brasileña.

El resto del segundo episodio y todo el tercero (a cada episodio se lo denomina «portal») cargará las tintas en el costado espiritual, personal y experimental de Shorter, contando algunas de sus tragedias personales, sus búsquedas a través del budismo –y su curiosa pasión por la ciencia ficción– y llevando su experimentación musical a niveles cada vez más abstractos, con improvisaciones en vivo, composiciones para orquestas y así. Es el segmento más personal –por momentos parece una home movie— pero quizás el menos relevante en relación a las contribuciones musicales del saxofonista.

En ese episodio, especialmente, la directora meterá aún más animaciones y llevará a ZERO GRAVITY a bordear cierto tono new age. Si bien es cierto que la carrera y la vida de Shorter fue para esos lados, las decisiones creativas son aquí claramente menos interesantes que las utilizadas en los primeros dos episodios en los que el material documental estrictamente musical es fascinante, al igual que los comentarios, explicaciones y anécdotas de viajes (más que nada, la falta de ellas ya que Wayne se pasaba el día entero en los hoteles componiendo) que hizo a lo largo de una carrera que se extendió por seis décadas.

Puede que las más de tres horas de WAYNE SHORTER: ZERO GRAVITY sean demasiadas para el espectador interesado por saber un poco acerca de la figura de este músico, pero para el que tiene un interés real, curiosidad y un cierto conocimiento de quién fue este gran innovador del jazz y aledaños la experiencia –más allá de las discutibles elecciones formales y de organización narrativa– es fascinante. Quizás los jazzeros más enciclopédicos –o los especialistas en la vida y obra de Shorter– sientan que no hay nada demasiado revelador aquí y que se eluden determinados momentos e instancias de su carrera, pero de todos modos el tiempo que la directora pasa con el artista, lo escucha y trata de interpretarlo (su forma de hablar es tan enigmática y poética como su música) permite conocer un poco más quien fue este extraordinario músico y compositor.