Estrenos online: crítica de «Cassandro», de Roger Ross Williams (Amazon Prime Video)

Estrenos online: crítica de «Cassandro», de Roger Ross Williams (Amazon Prime Video)

Gael García Bernal interpreta a Saúl Armendáriz, un luchador aficionado gay de El Paso, Texas, que salta al estrellato tras crear el personaje Cassandro, el «Liberace de la Lucha Libre». Estreno de Amazon Prime Video.

Los que no seguimos de cerca el mundo de la lucha libre mexicana conocimos a Cassandro a través de un muy buen documental de Marie Loisier, que circuló por festivales en 2018. La versión de Ross Williams recorta y ficcionaliza una etapa de la carrera de este personaje que funciona, dentro de los códigos de la lucha, como un «exótico», lo cual es una manera un tanto disimulada de llamarlos «maricas». Es discutible hasta qué punto la existencia de estos exóticos funciona como una apertura del codificado mundo machista de la lucha o si son más que nada objetos de burla y escarnio. Lo que parece ser claro es que Cassandro logró romper esa barrera y ser querido por los fans sin esconderse detrás de una máscara.

El film del realizador de LIFE, ANIMATED y que hoy mismo estrena en Apple TV+ una serie documental llamada THE SUPER MODELS –sobre las famosas modelos de los años ’90– debuta en la ficción con esta versión de la historia de Saúl Armendáriz, tal es el nombre real del luego conocido como Cassandro, encarnado por Gael García Bernal. Saúl es un luchador ocasional conocido como El Topo pero que no logra instalarse en los circuitos de lucha libre en la zona fronteriza de Ciudad Juárez/El Paso en la que vive. No quiere ser «exótico» por temor a la homofobia pública –y a otros asuntos personales que se revelarán después–, pero finalmente se da cuenta que la única opción será también «salir del clóset» en los escenarios.

Lo hará creando este personaje que no lleva máscara y que tiene cierto parecido a Liberace. Con una gran relación con su madre Yocasta (Perla de la Rosa), que lo tuvo con un hombre casado, Saúl/Cassandro empieza a trabajar con una entrenadora, y también luchadora, llamada Sabrina (Roberta Colindrez) y se pone a las órdenes de Lorenzo, una especie de manager que interpreta muy bien Joaquín Cosío. Lorenzo tiene un asistente que funciona también como dealer y es encarnado nada menos que por Bad Bunny, mientras que la otra relación importante en la vida de Saúl es con Gerardo (Raúl Castillo), un luchador conocido como «El Comandante» con el que tiene un largo affaire aunque él está casado, con hijos y prefiere mantener todo en el más absoluto secreto.

La película contará esa «transformación» de Saúl en Cassandro y cómo fue consiguiendo colarse en el mundo de la lucha libre siendo uno de los más aceptados «exóticos» de ese ¿deporte? En ese sentido la película no se aleja mucho de los modelos narrativos de los films de boxeo clásicos –los arcos narrativos, con dramas personales incorporados, están ahí, aunque curiosamente desprovistos de cualquier impronta melodramática–, solo que con un tipo de personaje poco usual para historias de este tipo. Del modo en el que lo personifica García Bernal –la película solo toma una parte de su vida–, se trata de un joven tierno, amable y talentoso, que no parece ser un tipo conflictivo, más allá de un pasado traumático que lo persigue.

Con un formato clásico de pantalla casi cuadrada (el tradicional 1.33:1, no traten de estirar la imagen), CASSANDRO puede ser un poco ligera y hasta fantasiosa, pero esos son los códigos que están incorporados a la manera de ver el mundo del protagonista, un fanático de las telenovelas de Verónica Castro, de los cantantes románticos (la banda sonora es un combo que va de Juan Gabriel y La Sonora Santanera a versiones en castellano de éxitos de música disco) y capaz de producir esos momentos de alto glamatismo que están siempre en el límite entre la realidad y la imaginación.

Ross Williams ya había hecho un corto sobre Cassandro y conocía al personaje real, cuya vida es bastante más tortuosa y compleja de lo que se muestra aquí. La versión ficcional funciona más a lo ROCKY, como una épica de triunfo contra las adversidades más que contra los adversarios. En el ring los exóticos tienen un rol que cumplir –y ese rol casi siempre implica perder–, pero fuera del cuadrilátero ese resultado no es el que importa. Lo que vale es haber cumplido con el sueño de estar ahí, enfrentando al campeón y siendo ovacionado por la gente. La vida, eso que está afuera, es otra historia.