Estrenos online: crítica de «Pearl», de Ti West (HBO Max, Claro Video, Google Play)

Estrenos online: crítica de «Pearl», de Ti West (HBO Max, Claro Video, Google Play)

Precuela de «X», esta mezcla de melodrama y film de terror transcurre en 1918 y cuenta la cruenta historia de origen de un personaje importante de aquella película.

Pocas películas de terror tienen un monólogo de diez minutos como su escena clave, culminante. Pero Ti West hace películas de terror que no son como las demás. Dicho de otro modo: lo que el director de X hace es usar como referencia la larga historia del cine –y no solo del cine de terror, como suelen hacer los realizadores más endogámicos del género– para crear dramas humanos que en cierto momento se expresan a través de las más brutales estrategias del horror. Pero, con algunos retoques o ausencias, PEARL bien podría haber sido un melodrama.

Una historia del origen o precuela de X, la nueva película del realizador –que la filmó junto a la otra, con toda su crew estacionada en Nueva Zelanda en medio de las restricciones pandémicas– retrocede seis décadas hasta 1918 para contar la vida de Pearl, personaje al que conocimos en X transformada en una anciana entre peculiar y peligrosa (Nota: no cuento más de X para no spoilearla, la crítica está aquí), cuando era una joven veinteañera que vivía en una casa en el medio del campo en Texas, el mismo escenario que es central a la otra película, que transcurre en 1979.

Pearl (la excelente Mia Goth, aquí coguionista también) vive con su severa madre de origen alemán (Tandi Wright) y con su padre (Matthew Sunderland), que ha tenido un ACV o algo parecido y está postrado en una silla de ruedas. Pearl se ocupa de darle de comer y de bañarlo, de cuidar a los animales y ayudar a su madre, que nunca parece contenta con lo que ella hace. La chica está casada, pero su marido fue a pelear en la Primera Guerra Mundial y, si bien ha enviado cartas, no se sabe si sigue o no vivo. En el medio, además, hay una pandemia. Sí, una real.

En privado, la chica tiene un mundo de fantasías. Enamorada del cine y de los musicales (un error severo de la película es que, en 1918, no había musicales cinematográficos ya que no existía el cine sonoro), ella sueña con cantar, bailar y ser famosa. Su audiencia son los animales de la granja. Y sus posibilidades reales de transformarse en estrella son ínfimas. Y hay otro «personaje» que aparece en ambas películas: un hambriento cocodrilo que vive en un lago cercano y que come todo lo que la chica le tira.

Su único entretenimiento es ir al cine del pueblo y ver películas. Allí conoce al proyectorista de la sala (David Corensweit), quien claramente está interesado en la chica. Ella lo está también pero se contiene pensando en su «deber como esposa». Más que contenerse, digamos, concreta sus fantasías de otra manera. Cada vez más frustrada con su vida cotidiana –y agresiva con sus padres–, Pearl se ilusiona cuando su cuñada Misty (Emma Jenkins-Purro) le dice que harán un casting en el pueblo buscando talentos para un show. ¿El problema? Su madre le prohibe ir y le dice, bruscamente, que debe quedarse a ayudarla y a cuidar a su padre. La chica, claro, no lo toma nada bien.

Desde su arranque, Ti West utiliza la estética de los melodramas en technicolor de los ’50 –lo suyo es casi una imitación de las películas de Douglas Sirk– para contar su historia, incluyendo el color, la música, los créditos y hasta el tono exaltado de las actuaciones. Así como X mezclaba sexploitation de los ’70 con su trama de terror, acá West vuelve a expresarse «entre comillas», incorporando a su universo la historia del cine y sus particulares códigos. La diferencia aquí es que la película no transcurre en los ’50 sino varias décadas antes, lo cual genera una disociación un tanto curiosa. Pero no es la única referencia cinéfila que West usa: aquí y allá sumará guiños con muchas escenas o imágenes de otros clásicos del cine, de PSICOSIS a EL MAGO DE OZ pasando por ¿QUE PASO CON BABY JANE?, entre otros.

Su primera mitad es, casi, melodrama puro y duro, con mínimas aunque crecientes sugerencias a la crueldad que, uno sabe, en algún momento llegará. Algo similar pasaba en X: West tiende a dividir sus películas de ese modo y, en su segunda mitad, el infierno se desata ya que la chica empieza a mezclar realidad y fantasía, perdiendo el control y actuando a partir de sus más brutales impulsos. Goth es inteligente al no juzgar al personaje, entender sus deseos y sus pulsiones, lo cual hace que su quiebre psicológico sea más doloroso que terrorífico.

Que West y Goth, en su rol de coguionistas, hayan decidido que la escena clave de la película sea un monólogo de diez minutos ubicado muy poco antes del final, no solo habla de la necesidad de la chica de lucirse (sin la protagonista escribiendo el guión imagino difícil que un film de terror tenga una escena así en ese momento) sino que es bastante coherente con la propuesta. PEARL tiene sus golpes de efecto de film de terror, pero en el fondo es un doloroso melodrama sobre la disolución psicológica de una chica que quiso ser famosa y no pudo cumplir su sueño.