Estrenos online: crítica de «Reptiles», de Grant Singer (Netflix)

Estrenos online: crítica de «Reptiles», de Grant Singer (Netflix)

El crimen de una agente inmobiliaria desata la investigación policial en un pueblo en apariencia tranquilo en este thriller protagonizado por Benicio Del Toro, Justin Timberlake y Alicia Silverstone, entre otros. Estreno: 29 de septiembre por Netflix.

El género policial puede ser trabajado, cinematográficamente, de mil modos posibles. Entre las muchas opciones hay una a la que denominaría «densa»: seria, oscura, reconcentrada, consciente de su propia gravedad. REPTILES es, en ese sentido, una película densa. La cámara se mueve de un modo preciso y calculado, los actores parecen caminar y hasta hablar más lento que lo habitual, y todo avanza metódicamente, de un modo paquidérmico, recargado de supuesta seriedad.

Es un modo de contar este tipo de tramas que no es necesariamente malo (la mayoría de los films de David Fincher van por ese lado), pero aquí pocas veces se logra que la solemnidad de la puesta en escena sea otra cosa que una «postura» impuesta desde afuera, armada en la cabeza de Singer, un director que viene de los clips musicales, para su opera prima. Todo resulta un tanto impostado, incluso desde la banda sonora o algunas elecciones narrativas. REPTILES cree ser más relevante de lo que es y, al creerlo, de algún modo deja de serlo, como esa gente que se toma demasiado en serio a sí misma y ese propio gesto anula en buena medida lo que tiene para decir o proponer.

Es que si uno toma la trama, de principio a fin (ya con revelaciones y todo), se dará cuenta que no está mal, que es una historia inteligente, complicada (Benicio del Toro es coguionista), que habla de una serie de temas y relaciones intrigantes que van mucho más allá del aparente «crimen pasional» que funciona como punto de partida. El problema es que son pocos los momentos en los que los espectadores «sentimos» esa relevancia. Casi todo el tiempo uno tiene la impresión que se nos quiere imponer desde afuera, como un concepto.

REPTILES arranca de un modo algo confuso pero su primera secuencia termina dando pie a todo lo que vendrá después. Will Grady (Justin Timberlake, a quien más se le nota el esfuerzo por dar a entender que está haciendo una «película seria») es un agente inmobiliario de Maine con un aspecto un tanto siniestro que da cursos sobre el tema –es un reconocido experto, o eso parece– y que vive con su novia y colaboradora Summer (Matilda Anna Ingrid Lutz), con la que tiene una relación un tanto tirante. Una noche, al llegar a una de las casas que están mostrando para vender, la encuentra muerta, con más de 30 cuchillazos en el cuerpo. ¿Será que a algún potencial comprador no le gustaron las alfombras?

A partir de ahí la película abandona a Will para centrarse en Tom Nichols (Del Toro), un agente de la policía que hace poco vive y trabaja en Scarborough, Maine, tras un pasado un tanto complicado en Filadelfia, en donde se vio tocado por un escándalo de corrupción. El tipo está casado con una simpática e inteligente mujer llamada Judy (Alicia Silverstone) y parece tener una típica relación de camaradería con sus compañeros de trabajo, un grupo heterogéneo que incluye a excelentes actores como Eric Bogosian, Domenick Lombardozzi (THE WIRE) y Ato Essandoh, entre otros. En medio de una reunión social con ellos aparece la noticia del crimen y la investigación recae en él.

Digamos que todas las personas con las que se cruza podrían ser culpables, empezando por el propio Will, con el que vimos que la víctima tenía sus problemas. Pero también está el extravagante ex marido de Summer (Karl Glusman), un aún más extravagante sujeto llamado Eli que está siempre rondando la casa de Will (Michael Carmen Pitt), a quien parece odiar con el alma, y hasta un bizarro cuidador de una iglesia que se está construyendo en un terreno vendido por la chica. También podría sumarse la distante madre de Will (Frances Fisher) o algún miembro de la propia policía, incluyendo de hecho al propio Tom, que casualmente tiene un importante corte en la mano que se hizo, dice, cocinando.

Todos parecen sospechosos de una manera tan obvia que, sin decirlo, Singer da a entender que mejor es mirar un poco más lejos, buscar más al fondo. De una manera, como dije, lenta y pausada, la investigación avanza sospechoso a sospechoso y durante la primera hora –de los muy extensos 136 minutos que dura la película– lo más rico parece pasar por los momentos de la vida privada de Tom y Judy –Tom está molesto con los aparentes intentos de seducción a su mujer de un hombre que está haciendo reparaciones en la casa y uno no querría estar enfrentado a un Del Toro enojado– y por la algo nerviosa camaradería policíaca. Lo que pasa con Will o con el excéntrico Eli resulta más previsible.

Promediando el relato sucederá un hecho inesperado que alterará toda la investigación. Hará que se cierre, que se reabra, que se vuelva a investigar y que gire el ángulo y la lógica de la pesquisa. A partir de ahí REPTILES toma otras dimensiones tanto detectivescas como respecto a los temas sobre los que trata. Ya deja de ser, simplemente, un film en el que hay que adivinar cuál de la media docena de sospechosos mató a Summer sino uno en el que lo importante es descubrir qué es lo que se maneja por detrás de ese crimen, qué intereses y personajes pueden estar involucrados y porqué.

Eso es algo que hace más interesante tanto la investigación en sí como la situación de Tom, pero quizás llega un poco tarde dentro de la historia como para sacudirla desde sus cimientos. El tono denso sigue siendo el mismo (acá, si se quiere, más justificado, en plan cine negro clásico a lo BARRIO CHINO) pero, salvo en algunos momentos, la película nunca cobra algo así como vida propia. Parece más una serie de fotos o un ensayo audiovisual sobre un policial negro que uno propiamente dicho.

A tal punto gira la trama que todo lo que parecía clave al principio (básicamente los detalles de la investigación) pasa a segundo plano y ya no importa mucho ni quién ni cómo sino porqué mataron a Summer, entender los hechos, situaciones y personajes que llevaron a ese crimen. En otros films sería una elección respetable (de hecho, es más importante hurgar los motivos de un asesinato que pasarse horas analizando pelos y señales), pero aquí se siente casi como una traición a las expectativas del espectador. Si estructurás tu primera hora insinuando quién puede ser o no culpable del crimen, es difícil aceptar que un rato después la misma película diga, «bueno, en el fondo eso no es importante«.

REPTILES es una película fallida y despareja, con buenos momentos y otros simplemente tediosos, a la que ayuda la presencia de alguien como Del Toro, quien puede otorgar gravedad a sus personajes sin sobreactuar nunca nada. Al contrario. El tipo camina, se para y observa, silencioso, y uno entendió casi todo sin un gesto de más. Silverstone aligera un poco esa densidad y el resto del elenco se deja un poco llevar por lo que se supone que son o que representan sus personajes, solo para que el espectador en algún momento determine cuál o cuáles de esta decena de personas –que actúan como sospechosos hasta cuando los interroga la policía– están metidos en el asunto. La resolución no deja de ser inquietante. Llegar hasta ahí, sin embargo, no lo es tanto.