Festival de San Sebastián 2023: crítica de «El otro hijo», de Juan Sebastián Quebrada (Nuev@s Director@s)

Festival de San Sebastián 2023: crítica de «El otro hijo», de Juan Sebastián Quebrada (Nuev@s Director@s)

por - cine, Críticas, Festivales
24 Sep, 2023 05:30 | Sin comentarios

Un adolescente debe lidiar con las consecuencias de la muerte inesperada de su hermano en una situación confusa en este drama familiar del director de «Días extraños». En la sección Nuev@s Director@s.

Lo que más duele es la incomprensión, el vacío, el misterio. Nadie entiende qué es lo que sucedió y por eso el dolor es todavía más fuerte, la angustia más profunda. Una noche, en una fiesta, Simón se tira de un balcón y se muere. O quizás se cae. ¿Fue un accidente, un suicidio? EL OTRO HIJO acaba de empezar y la tragedia se hace presente. A Simón lo vimos en la escena que da comienzo al film en una tensa e incómoda situación sexual con su novia Laura (Ilona Almansa). Ella lo frena, él se queja de algún affaire que la chica tuvo, ella dice que ya se disculpó mil veces y que está cansada de hacerlo. Y se va.

La tensión sigue presente en un almuerzo familiar en el que conocemos el marco en el que vive Simón en ésta, la segunda película de Quebrada, cuya opera prima, DIAS EXTRAÑOS, se filmó en Buenos Aires allá por 2015 (el director estudió en la FUC). Simón tiene un hermano menor, Federico (Miguel González), que está en el último año de la escuela secundaria. También está su madre, Clara (Jenny Navarrete), el actual marido de ella (que no es el padre de los chicos) y una hija de él, de un anterior matrimonio (luego aparecerá el padre de Federico y Simón). Hay palabras cruzadas fuertes, entre Simón y su padrastro, entre la hija de éste y su madrastra, y así. Pero nada hace imaginar que algo tan grave sucederá.

Pero eso pasa en una fiesta un tanto descontrolada en un piso alto de un edificio en el que, entre consumos varios, Simón se cruza con Laura en una situación incómoda. De golpe la gente grita desesperadamente, su hermano Federico se acerca al balcón, mira hacia abajo y allí está Simón, muerto, rodeado de sangre. En el caos de la fiesta nadie parece tener claro si se cayó o se tiró, pero por algunas particularidades del lugar –por la altura del balcón físicamente parece difícil haberse caído por casualidad– todo parece indicar que fue un suicidio.

EL OTRO HIJO –elegida para representar a Colombia en los Premios Goya– no es una película que investigará qué pasó esa noche sino una que se centrará en cómo la familia, especialmente Federico, lidia con el duelo. La que lo vive de un modo visiblemente más doloroso es la madre, que grita y llora desconsoladamente, y no logra controlarse ni con el paso del tiempo. Se obsesiona con Simón, consulta chamanes, hace sesiones espiritistas, no para de ver videos y fotos de su hijo y, lo más complicado de todo, no para de agredir a todos los que la rodean e intentan ayudarla.

Uno de ellos es Federico, que vive todo de una manera más silenciosa y angustiada. Apoyado por sus amigos y sostenido más por ellos y en el colegio que en su casa, Federico va tratando de salir del pozo. En el futuro tiene un hecho esperanzador: un viaje a Francia a estudiar, que puede darle algo de aire para salir de la depresión que atraviesa a todos. Pero en el presente se empieza a acercar a Laura de una manera que incomoda a sus amigos, que miran esa relación cierta desconfianza. No es claro si la culpan a ella por lo que sucedió o, simplemente, la conexión en sí entre ambos es lo que les molesta. Y ninguno de los dos tampoco sabe muy bien cómo manejarse con lo que les pasa.

Película sobre el duelo –inspirada, dijo el realizador en entrevistas, en algo similar que le sucedió a su familia–, EL OTRO HIJO se adentra en la desesperación, la confusión y el vacío que genera una muerte inesperada de una persona joven. Es un duelo para el que nadie está preparado y ninguno sabe bien cómo reaccionar ni cómo actuar con los demás. Más allá de su válido sufrimiento, la madre no hace más que alienar al mundo, como si fuera la única con derecho a sufrir. El padre de los chicos –con el que Simón vivía– también se culpa por lo sucedido. Pero es Federico, el otro hijo en cuestión, el narrador de esta historia. Y es a través de él que Quebrada construye esta crónica del dolor.

A diferencia de buena parte del cine colombiano que circula por festivales, EL OTRO HIJO existe en un mundo de gente de clase alta o media alta, acomodada, en colegios privados, casas lujosas y de buen pasar. Producida por Franco Lolli –realizador de LITIGANTE, cuyos films también transcurren en una similar clase social–, la película de Quebrada logra evitar caer en cierto tipo de miserabilismo o crueldad innecesaria que a veces funciona bien en eventos festivaleros. Es un recorte social, una decisión narrativa que permite conocer otra parte de la realidad de ese país.

EL OTRO HIJO jamás se pone sentimental y la emoción que la recorre se parece más a la bronca y a la confusión que a otra cosa. En un tono seco, realista, hasta violento, Quebrada tampoco intenta necesariamente que sus personajes le caigan simpáticos al espectador. Están todos atravesados por la angustia y la distribuyen a quien tienen enfrente, incluyendo Federico y Laura que saben, de algún modo, que están jugando con fuego al estar juntos. Pero Quebrada no juzga a nadie. Al contrario. Sabe que en el fondo hay una conexión amorosa, oculta pero presente al fin, que los une a todos. Cada uno, parece decir la película, lidia con estas cosas como puede. Y usualmente nadie puede del todo bien.