Festival de Venecia 2023: crítica de «Una sterminata domenica» («An Endless Sunday»), de Alain Parroni (Orizzonti)

Festival de Venecia 2023: crítica de «Una sterminata domenica» («An Endless Sunday»), de Alain Parroni (Orizzonti)

por - cine, Críticas, Festivales
02 Sep, 2023 09:39 | Sin comentarios

Tres amigos en la última etapa de su adolescencia atraviesan un verano en las afueras de Roma paseando, saliendo y divirtiéndose. No se imaginan que pronto todo irá a cambiar. En Orizzonti.

Los italianos son especialistas en encontrar formas de poner en escena algo así como el tiempo suspendido, puede ser ese tedio que algunos denominan como ennui o aquello del dolce far niente, característico de la cultura peninsular. Hay distintos modos y formas de retratar esos tiempos: no es lo mismo los que usaba, por ejemplo, Michelangelo Antonioni en LA NOCHE, con los que se usan aquí, en este «domingo interminable» al que hace referencia del título de este film. Un poco más cerca del modelo norteamericano de «matar el tiempo» sembrando algo así como el caos alrededor, los tres jóvenes protagonistas viven en un domingo que no es literal sino espiritual, mezcla de fiesta, fin de fiesta y posterior resaca. Así, una y otra vez. Todos los domingos, un domingo.

Estamos en las afueras de Roma que tantos cineastas han retratado. Y nuestros protagonistas son claramente tres. Por un lado está Brenda, radiante y embarazada. Junto a ella Alex, que acaba de cumplir 19 años y parece llevarse muy bien con la idea de ser padre dentro de poco. Con ellos está Kevin, un adolescente un tanto intenso al que le gustan los graffiti pero, más que nada, es fanático de sembrar el caos alrededor. Puede hacer soltar a un perro para que asuste a todos en una playa –inclusive a él–, incomodar a los turistas que recorren el centro histórico de la ciudad o provocar situaciones de tensión donde y como sea.

Pero a lo largo de al menos dos tercios de AN ENDLESS SUNDAY no habrá necesariamente un conflicto claro. Lo que Parroni hace se acerca en cierto sentido al tipo de cine de Harmony Korine, o el que Korine solía hacer años atrás en la época de KIDS. Los protagonistas no son particularmente salvajes, violentos, extravagantes o decadentes, pero hay algo de su deambular de un lugar a otro (una fiesta, una playa, el campo, la casa de la familia, un shopping, el centro de Roma y así) que los emparenta con aquellos que giraban por Manhattan. No tienen nada para hacer –o, quizás, saben que son los últimos momentos en los que no tendrán nada para hacer– y se esfuerzan de vivir en un estado de fin de semana.

Hasta que eso se quiebra. Tomando en cuenta que la primera acción dramática importante ocurre casi a los 80 minutos de esta película de 115 no conviene revelar mucho más. Pero sí, algo sucederá que alterará la tensa armonía del conjunto y el caos que los rodea ya no tendrá tanto que ver con la experiencia de los tres como grupo sino con las tensiones que se generan entre ellos. La playa, la noche, el verano, el andar en moto o en coche ya no transmitirá la misma sensación de desparpajo y libertad sino otra, más tensa y arriesgada. Es como si en su tercer acto AN ENDLESS SUNDAY hubiera tomado algunos conceptos narrativos más propios de series como EUPHORIA.

Es un cruce raro el que hace Parroni. Si bien sus 80 minutos de retrato de este diletante trío en cierto punto puede volverse un tanto reiterativo, hay algo de la frenética armonía que manejan como grupo que causa cierto placer, genera la identificación con esos tiempos en los que uno podía pasar días enteros con amigos sin hacer nada. Es probable que la película estuviera necesitando algún giro, un golpe, pero quizás lo que sucede aquí es un volantazo demasiado grande que altera casi por completo hasta la lógica de lo que estamos viendo.

Hacer una película más «narrativa» puede ser una buena idea, la pregunta es cómo, qué agregarle a esa historia para hacerla más dramática. Mi sensación es que acá el giro es demasiado brusco, brutal y, en función de los personajes, hasta injustificado, aún a partir de lo que lo provoca. Lo que jamás pierde Parroni es la oscura belleza del trazo. UNA STERMINATA DOMENICA siempre transmite la sensación de transcurrir en lugares reales, ligeramente deformados por la mirada de los protagonistas y aunque hay un roce con cierta estética publicitaria que no es excesivo, siempre se tiene la sensación –al menos durante dos tercios del relato– que hay algo verdadero, quizás hasta autobiográfico, en ese retrato mundano de adolescentes viviendo esa transición entre el último año de sus vidas y el primero del resto.