Series: reseña de «El Continental: del mundo de John Wick», de Greg Coolidge, Kirk Ward y Shawn Simmons (Amazon Prime Video)
Esta precuela de la saga «John Wick» se centra en la lucha por el control del mítico hotel neoyorquino en el que se alojan los asesinos a sueldo que trabajan para una organización secreta. El primero de sus tres episodios estará disponible el 22 de septiembre por Amazon Prime Video.
Primero fueron las secuelas, luego las precuelas, todo eso se convirtió en sagas y de ahí pasamos a los universos, multiversos o como quieran llamarlos. Pasó con todos los éxitos y JOHN WICK no podía ser la excepción. Si bien este caso es más orgánico que la mayoría –empezó como una simple película de relativo éxito y fue creciendo exponencialmente hasta la cuarta y hasta ahora última–, no iban a perderse la oportunidad de «expandir» el mundo en el que viven los protagonistas de esa saga. Y así llegamos a EL CONTINENTAL: DEL MUNDO DE JOHN WICK, cuyos tres episodios se estrenarán semanalmente a partir del viernes 22 de septiembre.
¿Hace falta haber visto las películas para entenderlo? Sí y no. Se puede apreciar como tal pero seguramente a los espectadores le faltarán muchas conexiones posibles respecto a cómo funciona todo ese universo y al futuro de algunos personajes que vemos aquí. La diferencia más radical, quizás, es en el estilo: EL CONTINENTAL está filmado y narrado tomando cierta inspiración visual, musical y creativa del tipo de cine conocido como blaxploitation, películas de acción hechas para la comunidad afroamericana en gran parte durante los años ’70. Con Albert Hughes (quien codirigió con su hermano Allen DEAD PRESIDENTS, DESDE EL INFIERNO y otras) como productor ejecutivo y director del primer y tercer episodio, los creadores de la saga decidieron llevar el estilo un poco hacia ese territorio. Y lo han hecho bastante bien.
El Continental –esto lo saben si vieron las películas– es un hotel ubicado en una esquina de Manhattan controlado por la llamada Mesa Alta, esa misteriosa organización que tiene a una gran cantidad de sicarios distribuidos por el mundo. Y en ese lujoso hotel no solo se alojan los «empleados» sino que adentro está prohibido cualquier tipo de actividad criminal. La serie funciona como precuela de las películas y se centra en el control de ese lugar, que tiene sus extrañas políticas internas y aún más extraños tesoros, y que regentea un tal Cormac, interpretado nada menos que por Mel Gibson. Lo asiste un mucho más joven Charon (que el fallecido Lance Reddick encarnaba en los films y aquí lo hace Ayomide Adegun) y el lugar está prácticamente idéntico, con su clásico lujo de los años ’20.
Si bien el actor de MAD MAX aparece primero en el elenco, al menos en los dos primeros episodios de los tres que componen la serie (ambos tienen la duración de una película breve, aproximadamente 80 minutos cada uno) es más una figura lejana, temeraria, lo que se dice «una estrella invitada». En el tercero, que no fue adelantado a la prensa, probablemente ocupe un rol más central. El eje está puesto en los hermanos Winston y Frankie Scott (Colin Woodell y Ben Robson), que empezaron como pequeños criminales en la Nueva York de los ’50 pero cuyas vidas tomaron caminos distintos, por detalles que se irán develando.
Winston –que es un hombre que se dedica a las finanzas en Gran Bretaña– es convocado por Cormac después que Frankie robara una importante pieza histórica del hotel, iniciando actos de violencia dentro del lugar, algo prohibidísimo según las reglas. Lo robado aparenta ser clave para el funcionamiento de esta misteriosa sociedad, por lo que Cormac le pide, le exige, que busque a su hermano para que devuelva lo que se robó, lo que involucra un previsible castigo. Winston y Frankie están enemistados y no se ven hace años, pero de todos modos el recién llegado investigará su paradero y le advertirá de la situación.
Allí se topará con todo un mundo que desconocía, ligado al tráfico de drogas, conectado con la guerra de Vietnam y con una serie de personajes de ese bajo mundo que rodean a Frankie y que se pondrán a la acción cuando las cosas tomen un cariz más grave y violento entre las partes. En el medio, además, enviados de la Mesa Alta (la famosa «Adjudicadora», o quizás su madre) mete sus narices en el medio, lo mismo que la policía local, que se da cuenta que algo raro está pasando allí.
El primer episodio está plagado de acción al mejor estilo de la película, con largas secuencias sin cortes que remedan muy bien ese estilo de influencia asiática. El segundo trata de profundizar un poco más sobre los personajes y armar los planes que seguramente desencadenarán en un tercer episodio que promete algo así como una guerra entre varios bloques. Todo esto con un look setentoso que recuerda a los films antes citados así como a clásicos de esa época, como CONTACTO EN FRANCIA o la propia TAXI DRIVER. Estilizada formalmente y con una música que se presta para armar una gran playlist (hasta ahora incluye James Brown, Baby Huey, Terry Reid, ZZ Top, Black Sabbath, Tom Waits, Supertramp, Pink Floyd y varios etcéteras), la serie es impecable desde su cuidado formal.
Lo que falta es un personaje carismático que la lleve adelante. La falta de Keanu Reeves genera un vacío que Woodell no puede llenar. Si bien encarna a un personaje conocido (muchos años después, pero no diremos quién es para los novatos de la saga), al no ser un hombre de acción, lo que hace es rodearse de sicarios, asesinos, expertos en kung fu (el blaxploitation siempre tuvo una fuerte relación con el cine de acción asiático de los ’70 como bien lo dejan en claro muchos grupos y solistas de hip hop) y otros intensos personajes, muchos de ellos mujeres, que vuelven a la historia un tanto menos definida y un poco más confusa.
De todos modos, para este curioso territorio de los universos (técnicamente THE CONTINENTAL sería precuela y spin-off), la serie es recomendable y tiene algunos momentos antológicos, un par de ellos protagonizados por Gibson, que aprovecha sus escenas para dejar su marca. Da toda la impresión –por la tensión que se acumula en el Episodio 2– que el tercero y final será violento y apoteósico. Difícil que pueda igualar a las películas, pero con que alcance un 60, 70 por ciento de su efectividad será suficiente.
En realidad, no sé si tiene mucho sentido que la saga se expanda como lo está haciendo –es obvio que tarde o temprano habrá una serie sobre la historia de la High Table, además de las esperadas secuelas y spin offs–, pero por ahora da la impresión de que, a diferencia de otros «multiversos», los creadores de JOHN WICK tienen al suyo bajo control. Es que si no lo hacen, se sabe, tienen los días contados…