Estrenos online: crítica de «En la piel de mi madre» («In My Mother’s Skin»), de Kenneth Dagatan (Amazon Prime Video)

Estrenos online: crítica de «En la piel de mi madre» («In My Mother’s Skin»), de Kenneth Dagatan (Amazon Prime Video)

Una familia filipina, en la Segunda Guerra Mundial, es víctima de los designios de una misteriosa hada que es menos amable y generosa de lo que parece en un principio. Este relato de «folk horror», que pasó por el Festival de Sundance, se estrenó en Amazon Prime.

A una enorme distancia –en cuanto a los climas creados y a su densidad histórica y conceptual– respecto de casi todas las películas de terror que aterrizan en el mes de octubre de a decenas, EN LA PIEL DE MI MADRE es un ejemplar tercermundista de ese subgénero que se da por llamar folk horror. De origen filipino y presentada en la sección Midnight del Festival de Sundance, se trata de un drama gótico –histórico, político y familiar– teñido de tradiciones y mitos locales que conectan la situación que se vive, y los personajes que la atraviesan, a un universo de posesiones, criaturas y brutales crímenes.

La primera escena –seguramente puesta ahí para no impacientar a espectadores– deja en claro que veremos algún tipo de relato en el que criaturas de tipo vampíricas con largas lenguas se lanzan sobre personas para alimentarse de ellas. Pero eso quedará por un rato de lado mientras la película de Dagatan se ocupa de presentar a los personajes y contextualizar su historia. Estamos en Filipinas, en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial. El país está ocupado por los japoneses y los locales se dividen entre los que colaboran con el régimen y los que apuestan por la llegada de los estadounidenses a salvarlos.

Ese marco es el que sirve para presentar a los personajes: la pequeña Tala (Felicity Kyle Napuli), de unos 14 años, vive en una casa que supo ser lujosa y hoy está un poco en decadencia con su madre Ligaya (Beauty González, uno de esos increíbles nombres filipinos), su padre y su pequeño hermano Bayani (James Mavie Estrella). Ellos tienen una mucama, Amor (Angeli Bayani), que vive allí también. A todos ellos parece «dominarlos», el intenso Antonio (Ronnie Lazaro), un hombre duro de la zona que colabora con los japoneses. El padre de los chicos, en medio de todo eso, tiene que ir al frente de batalla dejando a la familia parece quedar un poco desprotegida.

Ligaya, además, empieza a enfermar, por motivos que se revelarán luego. Y es claro, además, que la mucama y Antonio están buscando encontrar algo que, supuestamente, la familia esconde. Pero la chica solo espera el regreso de su padre, que su madre mejore y encontrar algo para alimentarlos. Un día, metiéndose en el bosque que rodea la casa, Tala se topa con una especie de encantadora hada –la que se ve aquí en las fotos– que dice comunicarse con ciertos insectos, se ofrece a ayudarla y a curar a su mamá. Pronto, la madre está mejor y hay comida en la mesa.

La chica confía y, previsiblemente, hace mal. La mejora de su madre no es duradera sino que es el comienzo de algo más brutal y violento. EN LA PIEL DE MI MADRE, de ahí en adelante, irá oscureciendo más el relato, volviendo más inminente la presencia del peligro y mezclando cada vez más la historia un tanto más realista –y de corte político y económico–que se contaba al principio, por una en la que entran a jugar factores un tanto más fantásticos. La criatura que vimos al principio no fue por casualidad.

Con algo de oscuro cuento de hadas, este film filipino no pierde nunca de vista el contexto en el que se inscribe, aún cuando el relato toma características totalmente míticas y hasta grotescas, con escenas violentas, descuartizamientos y unos bichos horribles que, bueno, ya verán lo que hacen. Y si bien esa suerte de oscura hada que parece mover los hilos allí será fundamental a la hora de los giros narrativos, EN LA PIEL DE MI MADRE jamás pierde de vista que está contando la historia desde el punto de vista de la pequeña Tala, una sobreviviente enfrentada a una serie de peligros de dimensiones que no parecen ser aptas para una chica de su edad.

Dagatan no apresura nunca su relato, respetando las tradiciones de un cine del sur asiático que funciona más desde los climas, las misteriosas amenazas y los peligros latentes que por la acción o la violencia directa. Está llegará, no hay dudas, pero lo hará en el momento indicado, cuando ya conocemos a los personajes, entendemos qué les sucede y llegamos a preocuparnos por su suerte. Esa (no tan) pequeña diferencia con la mayoría de las películas de género que se acumulan en octubre, transforman a EN LA PIEL DE MI MADRE en una opción diferente. Llámenlo folk horror, llámenlo «terror de autor». Es lo de menos: se trata de una muy buena película.