Estrenos online: crítica de «Hermana Muerte», de Paco Plaza (Netflix)
En este film de terror español una joven novicia que tiene visiones desde niña llega a un convento en 1949 donde comienzan a suceder cosas extrañas. Estreno: 27 de octubre en Netflix.
Un gran título es un buen comienzo. La nueva película del director español de REC ya atrapa desde ahí. Los que vieron su película VERONICA, de la cual funciona como precuela, sabrán a qué se refiere. Los que no lo hicieron –y no es realmente necesario haberlo hecho, aunque está también en Netflix si quieren– lo descubrirán a lo largo de este tenso e inquietante relato de terror que transcurre en un convento de monjas en 1949 y cuyo guión coescribió el veterano Jorge Guerricaechevarría.
Todo empieza una década antes. Con escenas filmadas en blanco y negro, Plaza nos muestra a una niña que parece tener visiones y a un pueblo que la sigue, fanáticamente. Allí sí la película avanza una década con su llegada a un convento vuelto escuela religiosa. A plena luz del día –gran parte de la película transcurre así, algo no habitual en el terror contemporáneo–, Narcisa llegará al lugar. Allí le dará clases a un grupo de niñas de edad similar a la que tenía cuando comenzaron sus visiones. Las monjas, en tanto, conocen su fama y se las ve contentas por tenerla trabajando junto a ellas.
Con su ropaje totalmente blanco de novicia, Narcisa (Aria Bedmar) empieza a trabajar con sus alumnas y pronto nota que suceden cosas extrañas. Por un lado, en el terreno de lo real, a partir de unas niñas que empiezan a tener o referirse a comportamientos extraños y a imágenes que ve en las paredes del lugar, que vivió momentos difíciles durante la Guerra Civil, como lo prueban las marcas de balas. Por otro, la imaginación y las pesadillas de Narcisa la llevan a ver cosas que no logra comprender del todo –al menos al principio–, pero que dan a entender que el lugar está de alguna manera marcado por cosas que sucedieron años atrás.
Algunas monjas que la recibieron con alegría se ponen en su contra, las niñas comienzan a tener dificultades, y fantasía y realidad se vuelven indistinguibles. En el medio Narcisa lidia con sus miedos, ligados a sus visiones y a la inseguridad de no saber si es real lo que ve. Y eso la conecta con lo que ven las niñas. En torno a todas estas tensiones –manejadas con elegancia y sutileza–, el realizador de LA ABUELA va ajustando los ritmos del relato. Ya sobre el final estamos antes un film de terror que en términos temáticos es más político que religioso y más histórico que sobrenatural.
Sin escaparle al género, Plaza hace referencia a los abusos de la Guerra Civil y a la relación de la Iglesia con los delitos cometidos. El tono es ajustado, inteligente y mantiene los códigos narrativos del horror colocándolos –al menos hasta la última parte– en el marco de un film de época con características por lo general clásicas, hasta académicas si se quiere. En función del tema específico en el que se centra, el guión bien podría haber sido un drama histórico o un film de investigación policial.
De puesta en escena prolija y escenarios por lo general bastante luminosos –un eclipse funciona como momento clave– que esconden su «oscuridad» en salas cerradas, pasillos ocultos y, especialmente, en las mencionadas pesadillas, HERMANA MUERTE va a ir virando hacia algo más directamente perturbador y a la vez amargo. Todo finalmente se conectará en algún momento con la saga iniciada con la exitosa película de 2017 y que probablemente tenga algunas continuaciones –secuelas, precuelas, spin offs, su ruta– por venir. Que así funciona esto, amiguetes…