Estrenos online: crítica de «Nyad», de E. Chai Vasarhelyi y Jimmy Chin (Netflix)
Este drama deportivo basado en hechos reales se centra en los intentos de Diana Nyad de nadar de Cuba a la Florida a los 60 años. Con Annette Bening y Jodie Foster. Estreno de Netflix: 3 de noviembre.
Las películas deportivas basadas en casos reales de gestas curiosas o fuera de lo común existen desde que se combinan cine y deportes (y se combinan desde hace muchísimos años), por lo cual es difícil esperar grandes sorpresas al respecto. Sin embargo, cuando se hacen con inteligencia, humanidad, una gran comprensión de los desafíos específicos de cada gesta y, fundamentalmente, con grandes personajes, el formato sigue funcionando. Y emocionando. Eso logra NYAD, la primera película de ficción de una pareja de directores especializada en documentales deportivos: Vasarhelyi y Chin son los que ganaron el Oscar por la impresionante FREE SOLO.
Para eso cuentan con dos ingredientes irremplazables: Annette Bening y Jodie Foster. La primera interpreta a la protagonista, Diana Nyad, una nadadora de aguas abiertas que se dedicó a romper récords de distancias imposibles pero nunca pudo lograr el más difícil de los desafíos que se planteó: cruzar de Cuba a Florida nadando, hazaña que abarca una distancia de 175 kilómetros y más de 50 horas adentro del agua, además de complicaciones que exceden la capacidad de resistencia física. Con eso me refiero a tiburones, medusas, aguas vivas, corrientes marinas, tormentas y otros contratiempos propios de la naturaleza.
Foster encarna a Bonnie, su amiga, ex pareja, socia en sus aventuras y entrenadora. Y la película –tras recuperar con mucho material documental la carrera de Nyad en los años ’70– la reencuentra a principios de la década de 2010, cuando Nyad ya está retirada y se obsesiona por llevar a cabo ese recorrido pendiente. Las dificultades son obvias: la mujer ya ha dejado directamente de nadar y tiene 60 años. Bonnie trata de convencerla de lo arriesgado, lo casi ridículo de la idea, pero a Nyad –una mujer persistente, testaruda, de carácter fuerte y que no se rinde ante nada– no hay forma de convencerla. Es el gran desafío, quizás el único, que le queda en la vida. Y, como dicen por ahí, no acepta un «no» como respuesta.
Es así que NYAD se centrará en ese desafío, en los entrenamientos, en los intentos de lograrlo y en todas las dificultades que se le presentan: las de la edad y las de la naturaleza. Con la colaboración de John Bartlett (Rhys Ifans), como el piloto y navegante del barco que la acompaña y la guía en su recorrido, se pondrán en campaña. Bonnie tendrá más dudas, fundamentalmente porque Nyad es su gran amiga y sabe que corre grandes riesgos de vida en ese intento. Es que Diana quiere hacerlo sin la ayuda de una jaula que la proteja de los tiburones. Sus planes son distintos y un tanto más riesgosos. Pero en el mar no hay solo tiburones sino otros «asuntos» con los que lidiar también.
Los realizadores logran combinar muy bien los detalles específicos del desafío de Nyad con su historia personal, en especial en la relación que tiene con Bonnie y con John, y hasta la que existe entre sus dos acompañantes. Quizás la parte familiar –que pone en primer plano hechos traumáticos del pasado– sea la única que se siente un poco previsible, puesta para darle algún tipo de explicación psicológica a la irrefrenable necesidad de Nyad de nadar, nadar y seguir nadando como forma de escape. Pero lo que se vuelve más rutinario allí se compensa con lo que los directores arman entre estas dos tremendas actrices que son Bening y Foster, quienes bien podrían sumarse a la lista de potenciales nominadas al Oscar por sus roles aquí.
Es que, si bien los problemas, las complicaciones, las derrotas y los triunfos de Nyad son el hilo que conduce la trama (no voy a revelar acá qué pasó pero pueden googlearlo y lo encontrarán en tres segundos), el eje de la película pasa por la relación de amistad entre ella y Bonnie, con su cariño, su devoción, sus tensiones y peleas casi constantes. Uno puede entrar a la película para ver si esta terca y decidida mujer cumple un desafío deportivo o se la comen los tiburones, pero seguramente le quedará en la memoria una historia de amistad, de colaboración, de trabajo en equipo y de amor.
Y es eso, precisamente, lo que eleva a NYAD por sobre su previsible esquema de relato deportivo. Los directores no le escapan al formato clásico y no tratan de reinventar absolutamente nada –lo más creativo de la puesta tiene que ver con las alucinaciones e imágenes que ve o cree ver Diana mientras nada por las noches–, pero la historia real es perfecta para este tipo de relatos, los materiales son nobles y los intérpretes hacen que todo parezca mejor de lo que es. Para esto, precisamente, es que existen las estrellas de cine.