Clásicos: crítica de «Los rubios», de Albertina Carri

Clásicos: crítica de «Los rubios», de Albertina Carri

por - cine, Clásicos, Críticas
13 Nov, 2023 09:20 | Sin comentarios

La película de la directora de «No quiero volver a casa» mezcla ficción y documental para contar la historia del secuestro de sus padres durante la dictadura.

En El Ciudadano, de Orson Welles, la muerte de Charles Foster Kane daba pie al intento de resolver un misterio: su última palabra (en caso de que alguien la hubiese escuchado) había sido rosebud, y de ahí en adelante quedaba en manos de un periodista reconstruir la historia del magnate de los medios. No había forma de descifrar del todo quien había sido Kane en vida. Todo lo que lograba era rearmar trozos, versiones. Kane era todos o ninguno, la verdad era inasible, se escapaba entre las manos. Y la resolución del entuerto rosebud remitía a la primera infancia, allí cuando el mundo, súbitamente, toma otras formas.

En Los rubios, el rosebud parece estar planteado de entrada, no hace falta descubrirlo. Los padres de Albertina Carri fueron detenidos y desaparecieron en 1977, en el marco de la última y sangrienta dictadura militar. En la búsqueda por saber qué fue de ellos, Carri y su equipo de filmación se encuentran con un discurso demasiado armado, demasiado monolítico: lo que ofrecen los testimonios de amigos y conocidos es compasión, reaseguro. Nada más lejano a lo que Albertina busca, que, finalmente, más que rearmar la historia de sus padres es construir la propia.

Allí empieza la historia de Los rubios, un filme sobre cómo la identidad se construye con lo que no está, con lo que falta, con el vacío. Esa ausencia, ese misterio, ese elusivo rosebud (de hecho, se puede decir que Los rubios cita a Velvet Goldmine, que no es otra cosa que una relectura en clave cultura rock de El Ciudadano), es el que engrandece a esta película, el que la transforma en única. ¿Cómo se arma un rompecabezas sin piezas?

No sólo disputa Los rubios la reconstrucción narrativa, épica, del pasado, sino que se la toma de a golpes con el discurso cinematográfico que se ha construido en torno a él. Utilizando por momentos el recurso de la ficción, Carri pone a la actriz Analía Couceyro (A.C. por A.C.) a hacer de ella en ciertas escenas, mientras que se reserva el lugar para aquellas otras en donde poner el cuerpo implica ponerle el cuerpo a cuestiones morales de imposible evasión.

Los rubios se enfrenta, así, a varios vacíos juntos. Además del desafío de rearmar la identidad desde la ausencia, Carri debe encontrar un discurso fílmico que sostenga ese cuestionamiento. Y lo encuentra, luego de varias circunvalaciones, en los testimonios de los vecinos del barrio donde secuestraron a los Carri. Son ellos los que le dan la pista por donde seguir, son ellos los que vieron (o crearon) a «los rubios» del título. Los rubios son los otros (los Carri, los militantes, los que no están, los desaparecidos, los que emigraron, los ausentes), y a partir de allí es que el filme se transforma en un viaje al encuentro de nuevos rubios, que no son otros que los que acompañan a Albertina en la búsqueda.

Hay una escena clave en el filme, que sintetiza casi todo lo que hay en él. Una compañera de cautiverio de la madre de Carri se niega a salir en cámara, pero le dibuja un plano del lugar donde ambas estuvieron encerradas. Lo que le llega al espectador es la versión rubia de esa escena: Couceyro (no Carri) dibuja en un papel lo que, suponemos, esta mujer no quiso (o no pudo) mostrar en cámara. La memoria como ficción, conformada por una serie de reflejos deformantes.

Película amplia y sinuosa, abierta a su propia descomposición interna, capaz de incluir una escena donde el equipo de filmación discute una carta del INCAA (quien se abstenía en ese momento de dar un subsidio porque consideraba que al filme le faltaban «testimonios») y de reconstruir la desaparición de los Carri casi como una fábula de animación, Los rubios amplía el campo discursivo del cine político en la Argentina como ninguna película lo había hecho desde La hora de los hornos, un filme que, sin dudas, Carri cuestionaría, pero del que aplaudiría su honestidad intelectual.

En estos tiempos en los que el pensamiento crítico más rancio y reaccionario ha invadido buena parte del espacio en los medios, es cuando se hace más que necesaria una película tan trascendente y esquiva como es Los rubios: una que se atreva a trabajar sobre el pasado (más que a celebrarlo insípidamente), a cuestionar el presente, y a ponerse una peluca del color que sea para enfrentar el futuro.


Crítica mía publicada originalmente en el diario Clarín el 22 de octubre de 2003. Link, acá