Estrenos online: crítica de «Maigret y la joven muerta» («Maigret»), de Patrice Leconte (Amazon Prime Video)

Estrenos online: crítica de «Maigret y la joven muerta» («Maigret»), de Patrice Leconte (Amazon Prime Video)

Gérard Depardieu encarna al mítico detective creado por el escritor Georges Simenon en este policial en el que busca descubrir quién asesinó a una joven en una elegante fiesta parisina. En Amazon Prime Video.

Protagonista de 75 novelas y 28 cuentos escritos por Georges Simenon, el Inspector Maigret es un personaje icónico de la literatura mundial, un detective francés que el escritor belga creó como una mezcla de varias tradiciones: un cincuentón entre serio y desencantado que usa sombrero, pipa, sobretodo y trabaja para la Direction Régionale de la Police Judiciaire de Paris, más conocida por su dirección: «36, Quai des Orfèvres». La película es una adaptación de Maigret et la jeune morte, escrita en 1954, promediando la «carrera literaria» del personaje, que Simenon mantuvo entre 1931 y 1972.

Interpretado aquí por Gerard Depardieu, Jules Maigret –tal su nombre completo, aunque todos lo llaman Maigret, hasta su esposa– es aquí algo mayor que en las novelas, pero mantiene muchas de las características del personaje clásico. Quizás la mayor diferencia dada por el veterano Leconte (EL MARIDO DE LA PELUQUERA, LA MATE PORQUE ERA MIA, LA CHICA DEL PUENTE) y el propio actor sea una cierta parsimonia, casi lentitud, y una oscuridad y melancolía aún mayores que las de otras adaptaciones. Pero en buena medida las características son las mismas. Y la historia también transcurre, como la novela, en los años ’50.

Acá todo comienza con «la chica muerta» del título, una joven que aparece en medio de una fiesta parisina llevando puesto un vestido elegante y carísimo, es mal mirada por muchos de los concurrentes y pronto aparece muerta en las cercanías, con la ropa toda ensangrentada. Ese vestido es la primera pista que Maigret usa para su trabajo. Lo curioso, de entrada, es que nadie parece saber siquiera quién es esa joven. De a poco la investigación lo lleva a submundos en los que productores artísticos se mezclan con ciertas mafias ligadas al tráfico sexual y todo parece indicar que la fallecida era una chica de pueblo llamada Louise (Clara Antdons) que, en la tradición del policial negro, se metió en asuntos citadinos demasiado peligrosos.

Pero la cosa es más complicada que eso. En su investigación, Maigret se conecta con chicas que la conocieron, algunas con similares estilos de vida –como Betty (Jade Labeste), que podría atravesar una situación parecida– y otras que se le parecen bastante, mientras que de a poco van saliendo a la luz otros personajes importantes en la trama, como una viuda millonaria (Aurore Clément), su hijo (Pierre Moure) y su prometida, una actriz (Mélanie Bernier). Todos ellos podrían saber algo más acerca de lo que le pasó a Louise.

Pero, en el tono melancólico que utiliza aquí Leconte –y al que Depardieu responde a la perfección–, lo más importante acá parece pasar por la manera en la que Maigret trabaja: escuchando, analizando, sin juzgar. Y, en otro sentido, por el modo en el que la trama y la chica fallecida lo afecta personalmente, por cuestiones ligadas a su propia historia, algo que parece ser muy necesario en las adaptaciones actuales de casos policiales. Como sucede con otras películas y series sobre grandes detectives, espías o investigadores, ya no parecen haber simplemente casos por resolver sino que todos, de alguna u otra manera, deben conectar con algún tipo de trauma original del protagonista.

De todos modos eso no transforma a MAIGRET en un policial convencional de esta época ni mucho menos. Hay algo old fashioned en la película de Leconte –quien ya adaptó para el cine otra novela de Simenon, LA NOCHE ES MI ENEMIGA, de 1989, que es una de sus mejores películas pero que no era de la serie Maigret–, como si el veterano realizador mantuviera un estilo de policial negro francés de los que solían hacerse en los años ’80 y ’90, con otros tiempos, ritmos reposados y sin ningún intento de impactar al espectador visualmente, más allá de unas discordantes cámaras en mano que parecen metidas en la película por error.

La gravedad del tono la da Depardieu, interpretando un papel que lo une a una larga tradición que incluye, entre otros, a Pierre Renoir, Jean Gabin, Charles Laughton, Michael Gambon y hasta Rowan «Mr. Bean» Atkinson. Su actitud, su imponente peso –físico e histórico– y la parsimonia de sus movimientos lo conecta a una larga tradición detectivesca. No hay nada acá de la ligereza que el actor de CYRANO DE BERGERAC suele aportar a algunas películas recientes, sino más bien ese tono cansino y grave que le cae a la perfección a este detective que no llega a ser una persona desencantada pero que ya vio demasiado –y le pasaron algunas cosas– como para levantar la voz. Es una actuación a la altura de la película. O, bien se podría decir, una película a la altura de su actuación.