Estrenos online: crítica de «Rustin», de George C. Wolfe (Netflix)

Estrenos online: crítica de «Rustin», de George C. Wolfe (Netflix)

Esta biografía cuenta una etapa en la vida de Bayard Rustin, un militante afroamericano por los derechos civiles que era homosexual y tuvo conflictos en los años ’60 por ese tema. Desde el 17 de noviembre en Netflix.

Un personaje menos conocido que los más célebres militantes afroamericanos por los derechos civiles pero no por eso menos carismático, Bayard Rustin fue un organizador, un militante, un entusiasta impulsor de proyectos para lograr la igualdad de derechos en los Estados Unidos. Tenía lo que entonces era una particularidad que lo distinguía, separaba y, en ese entonces al menos, a veces lo ponía en conflicto con sus pares: era homosexual. Era un secreto a voces, pero uno que lo podía poner en riesgo a la hora de poner su nombre y su cara a las causas que defendía. Hoy parece un tanto absurdo o un dato menor, pero en esa época era un verdadero problema.

RUSTIN cuenta una parte de su vida. En esta película producida por Barack y Michelle Obama, conocemos a este organizador social durante un breve período, el que va entre 1960 y 1963, desde su fallido intento por organizar una marcha en la Convención del Partido Demócrata hasta su exitosa Marcha de Washington, en la que habló Martin Luther King (allí dio su discurso más conocido, aquel de «I have a dream«, frase que la película no muestra) y a la que fueron más de 250 mil personas de todo ese país. Se considera a esa marcha como la impulsora definitiva de la Ley de Derechos Civiles que saldría a la luz al año siguiente.

Pero más allá de ese «arco político» hay otros, de tipo personal. Uno, ligado a su tensa relación con King (Aml Ameen), con el que estuvo enemistado varios años tras el fracaso de la marcha de 1960 y con el que se reencontró en la organización de la nueva. En paralelo, también fue compleja la relación de Rustin con los «popes» de la NAACP, quienes lo veían como un hombre útil y entusiasta, sí, pero problemático por su homosexualidad y su pasado como miembro del Partido Comunista. Por último, su vida personal: sus noviazgos, romances, engaños, problemas y hasta arrestos por su homosexualidad marcaron fuertemente su vida y también se colaron en su carrera.

Con una actuación apabullante de Colman Domingo –el actor de FEAR THE WALKING DEAD, candidato más que seguro al Oscar por este rol–, Rustin es un tipo afable, entusiasta, intenso, de esos que no paran nunca hasta conseguir sus objetivos, aún teniendo que enfrentarse con los que no debería, incluyendo a los popes de la NAACP, la policía y lo que sea. Pero más que nada es un gran contagiador de energía para sus equipos de trabajo. Es que el hombre, en 1963, y luego de ver los continuos maltratos a los negros y las dudas de John F. Kennedy a la hora de pelear por una ley, es el que tiene la idea de la hacer la marcha sobre Washington. Y gran parte de la película se irá en las idas y vueltas –con el equipo a su cargo y con los que están arriba suyo– de sacarla adelante.

Con un ritmo que parece marcado por la banda sonora de jazz que la atraviesa, RUSTIN es una película un tanto inusual para los cánones del típico drama con conciencia social para la temporada de premios. Si bien tiene casi todos los elementos para serlo –escenas armadas para el llanto, corrección política por partida doble, lucimiento actoral y todos los clichés conocidos del «cine de prestigio»–, hay algo en su forma entre clipeada, disonante y, sí, jazzera, que la acerca más a una película de Spike Lee que a un típico biopic histórico.

Eso le permite no caer en los lugares más comunes del subgénero, es cierto, pero Wolfe no logra darle otro tipo de identidad diferente a RUSTIN, dejándola algo así como un híbrido entre un drama personal más cercano al cine indie que se ve en Sundance y la película rimbombante hecha para premios. Hay apuntes muy interesantes acerca de la interna de la militancia por los derechos civiles y una mirada a su vida personal que no se excede en la victimización ni mucho menos. Rustin era un tipo propositivo que raramente se quejaba o se compadecía de sí mismo. Al contrario, pese a las dudas que los demás tenían con él y hasta las acusaciones que le hacían, el hombre iba igual para adelante. Eso sí, en su vida personal esa actitud podía traerle algunos problemas.

Con guión de Julian Breece y Dustin Lance Black (premiado por MILK, con la que RUSTIN tiene varias coincidencias), la película del realizador de LA MADRE DEL BLUES –también actor y director de decenas de obras de teatro– es una digna representante de un cine histórico social que echa luz sobre una época desde una perspectiva diferente, tanto por las características específicas del personaje como por el mundo de intrigas palaciegas que describe. Como UNA NOCHE EN MIAMI, por ejemplo, quizás no sea una película del todo lograda ni convincente, pero describe una época signada por el progreso social y por una idea de que todo cambio real parte de una ampliación de derechos y no de lo contrario. Y quizás por eso termine dando nostalgia.