Estrenos online: crítica de «American Symphony», de Matthew Heineman (Netflix)

Estrenos online: crítica de «American Symphony», de Matthew Heineman (Netflix)

Este documental se centra en el músico y compositor Jon Batiste a lo largo de un año en el que convivieron sus mayores éxitos y sus más difíciles dramas personales. En Netflix.

Los que seguimos de vez en cuando los talk shows nocturnos de la TV estadounidense conocemos a Jon Batiste hace bastantes años, como líder de la banda musical que acompaña al conductor Stephen Colbert en su programa. Simpático, risueño, es un músico fundamentalmente de jazz que solía aportar sonidos en general ligados a esa tradición –es oriundo de Nueva Orléans– al show. Hace dos años, en medio de la pandemia, su vida musical pegó un vuelco al hacer las canciones de la película SOUL y editar un álbum (titulado WE ARE), que lo llevaron a dar conciertos, giras y ganar premios. El combo entre ambas cosas, uno creía, fue lo que derivó en que a mediados del año pasado, Batiste dejara de trabajar con Colbert.

Pero Batiste no dejó el show solo para dedicarse a full a su propia música. Lo que AMERICAN SYMPHONY cuenta, tras repasar rápidamente su historia de vida y su intento por quebrar barreras de géneros –tanto raciales como musicales, tocando en bandas callejeras, con su grupo Stay Human y a la vez estudiando en Juilliard, pasando del pop a la música clásica y así– es un presente ligado a otro asunto de su vida personal. En pareja con la artista Suleika Jaouad, se topan con la noticia de que la mujer ha vuelto a tener un cáncer (leucemia) luego de diez años de estar en remisión. Y esa dificultad personal se mete en su vida en el que quizás es su máximo momento esplendor profesional.

Es que además del éxito y las nominaciones por su disco y por sus interpretaciones para cine, Batiste está en medio de la composición de la Sinfonía que da título al documental y que será presentada nada menos que en el Carnegie Hall. Es un trabajo en el que piensa mezclar todas esas influencias y cruces que lo definen como artista y persona, un desafío no sencillo que afronta, como parece hacer siempre, con una sonrisa. Aunque, por dentro, su mundo personal y afectivo atraviesa una batalla durísima.

Eso, de forma un tanto caótica y desordenada, es lo que cuenta este documental del director de CARTEL LAND y RETROGRADE, dos documentales políticos que nada tienen que ver con este. Algo así como el mejor y el peor año (o años) de la vida de Batiste. En ciertos aspectos se trata de un documental de corte casi promocional, mostrando sus logros, sus conciertos y dando espacio a su filosofía de vida y musical. En otros, lo muestra como un hombre angustiado por la situación personal que vive. Allí la película da mucho espacio y tiempo a la propia Souleika, que termina transformándose en el alma de la historia.

Una de las curiosidades –o paradojas– de AMERICAN SYMPHONY es que Batiste tiene las características de un artista lúdico, risueño, jugando en el escenario con colores e instrumentos de juguete, bailando, saltando y proyectando una imagen positiva cuando, por otro lado, su vida incluye pasar semanas en hospitales, quimioterapias y cosas así. Esa fractura –él se va de gira y ella está internada, se comunican por zoom a diario– genera una rara incomodidad, la de alguien que no sabe cómo hacer para lidiar con las dos cosas tan extremas que le pasan a la vez.

La película abandonará la sinfonía y volverá a ella, dando la impresión que es apenas una excusa temática para darle un peso simbólico más fuerte a lo que de otro modo sería un documental más convencional. Otro potencial inconveniente del film, al menos para mí, es su grado de exhibicionismo respecto a la intimidad. Muchas de las situaciones personales fuertes se filman, casi se actúan para la cámara. Y eso resulta un tanto incómodo. A mí al menos me resulta chocante esa necesidad de mezclar dolor y promoción, como si la angustia personal fuera un argumento de venta de la música del artista.

De todos modos, especialmente en lo que está ligado a su relación con Soulaika, AMERICAN SYMPHONY logra tocar fibras íntimas y emocionar. Ella, viéndolo desde su internación ganar premios. El, sufriendo un inesperado inconveniente en medio del show. Ambos, sosteniéndose y apoyándose ante sus muy distintos contratiempos. Más allá de cómo uno se enfrente a este tipo de show de la intimidad, es innegable que hay lazos, traumas, dolores, satisfacciones y sufrimientos que nos atraviesan a todos por igual. Que nos hacen, citando al nombre de la banda de Jon, seguir siendo humanos.