Series: reseña de «El monstruo de la vieja Seúl – Episodios 1/3», de Kang Eun-kyung y Chung Dong-yoon (Netflix)
Esta mezcla de drama histórico y thriller de acción transcurre en 1945 y se centra en un hombre y una mujer que, tratando de encontrar a personas desaparecidas, se topan con una peligrosa criatura. Estreno de Netflix: 22 de diciembre.
Un drama histórico combinado con un thriller de acción, EL MONSTRUO DE LA VIEJA SEUL es un relato fracturado, que seguramente dividirá a los espectadores más interesados en el tema de la relación entre japoneses y coreanos en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, con su trama de espionajes y traiciones, y el placer más kinético que, muy de a poco, va apareciendo en la trama gracias a lo que el título local promete.
El inicio lo presenta como su tema central, cuando los japoneses queman buena parte de sus instalaciones militares en Gyeongseong –así se llamaba Seúl en 1945, cuando transcurre la historia– y, en medio del fuego, se adivina la violenta presencia de algún tipo de criatura subterránea. Pero la amenaza dará un largo paso al costado, por lo menos durante un episodio y medio de la serie, episodios que superan la hora cada uno y que, claramente, podrían ser más breves.
Allí se irá presentando a los personajes clave de la historia. El principal es Jang Tae-sang (Park Seo-joon), una suerte de playboy de la vieja Gyeongseong, el dueño de un enorme negocio de empeño llamado House of Golden Treasure, y todo un divo egocéntrico. El hombre tiene, además, la reputación de ser capaz de encontrar a cualquier persona. Le dicen algo así como «el Señor Omnisciente». Y circula por la ciudad como si fuera su dueño.
Pero no lo es y pronto Ishikawa, el jefe de la policía japonesa que ocupaba entonces Corea, le encomienda una misión más que complicada: encontrar a Myeong-ja, su amante coreana, que ha desaparecido. No es un encargo sino más bien una obligación. Si no la encuentra, le dice, perderá todo lo que tiene. Con el resto de su gente Tae-sang se plantea si lo mejor no será vender todo y fugarse, pero un fortuito encuentro con Yoon Chae-ok (Han So-hee) y con su padre, Yoon Joong-won (Jo Han-chul), que saben mucho también de esto de buscar gente, lo hacen seguir con su misión.
La relación entre Tae-sang y Chae-ok es tensa, incómoda –es la clásica situación que derivará en que ambos estén luego juntos–, pero cada uno pone manos a la obra con sus respectivas búsquedas. Es que Chae-ok trata de encontrar a su madre y los objetivos son un tanto coincidentes. Todo eso conecta con lo que vimos al principio, que son unos experimentos que los militares japoneses están haciendo en el Hospital Ongseong, experimentos que conducen al violento monstruo con tentáculos que se estaría yendo de las manos en lo profundo de la vieja Seúl, liquidando gente por doquier.
Y hacia allí terminan encaminándose ambos, entre escenas humorísticas, dramáticas y violentas que, de a poco y a cuentagotas, van apareciendo en el relato, dejando sentado lo peligroso que es el monstruo en cuestión, que genera pilas de cadáveres a su paso mientras los militares japoneses siguen insistiendo con experimentar con él.
Los tres primeros episodios dejan bastante en claro que es una serie para fans de los dramas coreanos y no necesariamente una de esas series para todo público, ni una que fácilmente se engancharán los que esperan una suerte de émulo de Godzilla. Quizás, a lo largo de la decena de episodios de más de 65 minutos cada uno que tiene la serie, la cuestión se acerque más a un relato de acción y violencia, pero no lo suficiente como para entusiasmar a los fans del género en su versión pura y dura. Ellos se sentirán mucho más a gusto, por ejemplo, en series como MONARCH, que va al grano de entrada.
EL MONSTRUO DE LA VIEJA SEUL no refleja demasiado bien lo que promete el título. O no lo hace con la contundencia necesaria como para ser convincente. Un poco un prolijo drama histórico –todos los escenarios tienen un excesivo aspecto de set de filmación–, otro tanto un romance mezclado con suspenso y recién después algo parecido a una serie de monstruos, requerirá seguramente de fans entusiastas y pacientes –no sería mi caso– que quizás lleguen a ver si eso que aparece a cuentagotas toma finalmente las riendas del relato y lo saca un poco de la cartulina.
No acuerdo. La serie es excelente. Y la reseña omite algo importante: el verdadero horror y terror que infunde la serie por momentos y la tremenda violencia que es capaz de desplegar. Por otro lado, no conozco series coreanas que aborden el tópico de la ocupación japonesa. Y como en muchas ficciones de ese origen, es de destacar la habilidad con la que combina los géneros, lo que constituye una virtud (y no un defecto como parece apuntar la crítica), la elegancia característica de la puesta en escena y la sobrecogedora banda sonora.
Por momentos, y por más de una razón, me recordó a Chernobyl.