Estrenos: crítica de «El hombre de los sueños» («Dream Scenario»), de Kristoffer Borgli
Un profesor universitario se vuelve famoso y su vida cambia cuando se descubre que muchísimas personas sueñan con él de un modo inexplicable. Con Nicolas Cage, Julianne Nicholson y Michael Cera. Estreno: 1 de febrero.
«Pero a la vez existe un transformador
Que se consume lo mejor que tenés
Te tira atrás, te pide más y más
Y llega un punto en que no querés»
(Charly García, «Inconsciente colectivo«)
Cuando Carl Jung acuñó el término «inconsciente colectivo» jamás se imaginó que, en algún momento, ese concepto iba a tener la cara de Nicolas Cage. Según la simpática y provocativa premisa de DREAM SCENARIO, el actor de ADIOS A LAS VEGAS se ha vuelto, literalmente, una presencia en los sueños de las personas, alguien que por motivos misteriosos se cruza en sus cabezas mientras duermen. No me refiero al actor en sí –aunque eso, considerando su extraña carrera y fascinante personalidad, también podría suceder–, sino al personaje que aquí interpreta: un tal Paul Matthews, un aburrido, no muy interesante y algo frustrado profesor de biología. Y este film del realizador noruego de la reciente SICK OF MYSELF intenta entender no tanto los motivos de ese curioso hecho sino qué es lo que le sucede al tal Paul a partir de ser «la persona más interesante del mundo… hoy en día».
A partir de un guión con muchos elementos que parecen sacados de los films escritos por Charlie Kaufmann (desde ¿QUIERES SER JOHN MALKOVICH? a ANOMALISA pasando por ADAPTATION/EL LADRON DE ORQUIDEAS, esta última protagonizada por el propio Cage), pero sin tantos giros ni enredadas vueltas de tuerca, EL HOMBRE DE LOS SUEÑOS parte de esa extravagante situación para intentar observar la cultura de la «viralización», de la súbita fama online y cómo eso puede cambiar la vida de una persona de la mañana a la noche, por motivos que muchas veces exceden a los implicados. Es una película que habla, además, sobre la cultura de la cancelación y cómo eso puede afectar a los involucrados en situaciones de ese tipo. Y siempre lo hace desde un tono cómico que es tierno y empático para con un personaje que bordea lo patético.
Prepárense para un gran susto inicial porque todo empieza de una manera bastante shockeante, con una escena en la que pesados objetos caen del cielo ante de la desesperación de una niña. Mientras eso sucede, un hombre mira todo enfrascado en lo suyo, como si el caos no le importara demasiado. Pronto veremos que eso fue un sueño y que lo tuvo una de las hijas del tal Paul, que es el hombre que aparece allí haciendo nada. Ese esquema, con sus diferencias, es el que se irá repitiendo en las cabezas de muchas personas mientras duermen. Paul se da cuenta que algo raro sucede con él porque le llegan comentarios de conocidos y ex novias («soñé con vos«, le dicen), algo que luego se traslada a sus alumnos de la universidad. Y muy pronto nota que la gente lo mira en la calle como si lo conociera.
Así, de un día para el otro, este profesor timorato, casado (Julianne Nicholson encarna a su esposa), con un buen puesto en la facultad pero con una carrera que no creció como él esperaba, o como la de sus colegas de estudios que han publicado investigaciones académicas en prestigiosos medios a partir de ideas que él considera suyas (en ese sentido, es bastante similar al personaje que encarna Paul Giamatti en THE HOLDOVERS), se convierte en una estrella viral. En las redes sociales se enloquecen por él, sale en los canales de TV y lo invitan a las cenas exclusivas de miembros de la universidad de las que siempre lo excluyeron. Paul no entiende bien qué pasa, pero lo aprovecha. Quiere, a partir de eso, crecer en lo suyo, publicar un libro sobre la «inteligencia de los hormigas» o, como él lo llama, la antelligence.
Borgli presenta esta serie de confusos acontecimientos de una manera graciosa, mezclando situaciones que le van pasando al ahora entusiasmado Paul con escenas en las que visualizamos algunos de los sueños que le cuentan. Lo que él nunca entiende del todo –y en un punto le preocupa– es porqué en esos sueños él no hace nada, no actúa, se queda parado y solo mira lo que sucede. Pero eso estará a punto de cambiar. Y no para mejor. Cuando Paul llega a un nivel un tanto crítico en su nueva etapa como celebridad –en una secuencia que involucra sexo, publicidades de gaseosas, a Barack Obama y a Michael Cera–, algo en él se romperá. Y los sueños en los que lo sueñan los demás ya no serán iguales.
DREAM SCENARIO es una película que toma una premisa absurda para hablar de un cierto estado de cosas muy contemporáneo. Por un lado, la súbita necesidad o placer que genera, aún en las personas alejadas del mundo online como es el caso de este oscuro y cincuentón catedrático, estar en la conversación de las redes sociales, recibir miles de likes, ser tenido en cuenta y acceder, aunque sea brevemente, a la categoría de celebridad. No solo él se entusiasma con su nueva situación, sino que todos los que lo rodean no hacen más que empujarlo hacia allí. Sus clases pasan a ser masivas, sus hijas y las amigas de sus hijas lo filman y quieren sacarse selfies con él, su esposa aprovecha a su modo la fama y así. Pero el peligro está a la vuelta de la esquina. Y ahí viene el Lado B de la fama online.
No tiene sentido anticipar qué sucede en la segunda mitad del film, pero lo cierto es que allí las cosas cambian. Como les pasa también a muchos influencers o a personas cuyos posteos se viralizan rápidamente, así como las cosas suben, tienden a caer. Y, a veces, pesadamente. Por situaciones que, en principio, no tienen nada que ver con él (convengamos que Paul no es responsable de lo que sueñan los demás), el tipo se convierte en «problemático». Y con eso llega ese otro fantasma que surge, casi siempre, a partir de lo que las redes perciben: la cancelación. Tomando en cuenta que Paul funciona además en un ámbito universitario –que, en Estados Unidos, suele ser el núcleo duro de todos estos debates–, la caída puede ser severa, grave. Mucho más que un golpe al ego.
EL HOMBRE DE LOS SUEÑOS es, además de perceptiva, muy graciosa, con Cage volviendo al modo parco y medido de algunos de sus viejos trabajos, una morosidad que empezará a perder cuando las cosas se empiecen a agitar alrededor suyo. Su Paul es un buen tipo, pero sus frustraciones –de todo tipo– le juegan en contra, están ahí para enredarlo todo. A diferencia de lo que hacía en SICK OF MYSELF, en la que convertía a su protagonista, también engolosinada con la súbita fama, en un literal monstruo, aquí Borgli no toma distancia de Paul ni busca que los espectadores la tomemos. No es su responsabilidad aparecer en los sueños de las personas. Lo que sí es más complicado es qué es lo que hace a partir de eso.
Si es que hay una mirada crítica de parte de Borgli es con la actitud colectiva que este tipo de acontecimientos virales generan: las cosas que se asumen sobre los demás, se dan por sentadas y se convierten en comportamiento agresivo de masas, un bullying que no tiene en cuenta las consecuencias en las personas que están detrás de esos quince minutos de fama y en quienes las rodean. Es que Paul puede ser una presencia controvertida en los sueños y las pesadillas de millones de personas, pero por fuera de eso es un ser humano real que tiene que seguir viviendo su vida. Una dimensión que parece haber desaparecido del discurso contemporáneo.