Estrenos online: crítica de «La voluntad» («Wil»), de Tim Mielants (Netflix)

Estrenos online: crítica de «La voluntad» («Wil»), de Tim Mielants (Netflix)

Esta drama bélico de origen belga se centra en un policía de Amberes que se mete en problemas tras matar a un oficial alemán en medio de la ocupación nazi a su país. Estreno de Netflix.

El drama bélico que hace eje en conflictos de la Segunda Guerra Mundial es una especialidad de la programación de Netflix, una que creció aún más tras el inesperado éxito y premios Oscar logrados por la película alemana SIN NOVEDAD EN EL FRENTE, en 2022. WIL –traducida acá como LA VOLUNTAD pero en realidad es un juego de palabras entre esa idea y el nombre del protagonista– se centra en una situación específica cuyas repercusiones éticas trascienden esa particularidad. El protagonista es un policía belga durante la ocupación nazi a su país que tiene que lidiar con una serie de conflictos personales ligados al difícil lugar en el que se encuentra.

La acción transcurre en Antwerp (Amberes), en 1942. Y el hecho fundamental que repercutirá a lo largo de toda la trama sucederá al principio. Wil (Stef Aerts) y Lode (Matteo Simoni), dos jóvenes e inexpertos policías, acompañan a un oficial nazi a capturar a una familia judía, integrada por un padre, una madre y una pequeña niña. Obedientes, los hombres siguen al agresivo oficial mientras le grita, maltrata y amenaza a punta de pistola a la familia. Una serie de confusas situaciones, corridas y accidentes terminarán con el oficial nazi muerto y con los dos policías belgas escondiendo el cadáver, ocultando a la familia y esperando que nadie los haya visto.

Pero los nazis no tardan en notar la ausencia de ese oficial y, en ese ambiente chico, empiezan a correr las sospechas. Creyendo que fue asesinado por comunistas, los nazis fusilan a un grupo grande de ellos ante la mirada azorada de Wil, que sabe que esas personas no fueron pero no se atreve a decir nada. Luego, cuando el hombre vaya a ver el lugar done tiraron el cadáver se dará cuenta que el oficial muerto no está ahí. Y ahí las sospechas y los nervios crecerán más aún.

Lode y su familia son parte de la resistencia, por lo que temen que Wil pueda «confesar», generando otro potencial conflicto. Pero el policía les prueba que está de su lado y pronto se une a ellos. La hermana de Lode, Yvette (Annelore Crollet, en el mejor y más intenso personaje del film), al principio no quiere saber nada con sumar a Wil a sus filas, pero no solo termina aceptándolo, sino que inicia una relación amorosa con él que poco tiene que ver con la gravedad de lo que se está contando. Si bien hay algo de desesperación en sus encuentros, la subtrama romántica sobra por donde se la mire.

WIL seguirá adelante en ese ambiente de sospechas cruzadas. El protagonista se ve acechado por los jerarcas alemanes y por algunos colaboracionistas (que saben o sospechan lo que sucedió), por un lado, mientras que los miembros de la resistencia lo presionan por otro lado. Y son pocas, realmente, las opciones que le quedan al tipo, especialmente cuando ve que más y más gente va sufriendo las consecuencias de algo en lo que no tienen nada que ver.

La película de Mielants mantiene el drama a escala humana hasta su última etapa, en la que los operativos nazis contra los judíos se vuelven más generalizados. Al poner el peso de la trama en el conflicto ético y moral de Wil, el realizador belga presenta una metáfora bastante cruda y desoladora acerca de la complicada situación de muchas personas que intentaban mantener una insostenible «doble vida» en un momento tan complejo y violento como el que les tocó en suerte. Para Wil será agobiante y él solo terminará metiéndose en aún más problemas.

Acaso lo más original de la película basada en la novela de Jeroen Olyslaegers sea su grado de oscuridad y pesimismo. No es una película sobre héroes ni revueltas, ni sobre pequeñas victorias en el marco de una gran derrota. Mielants muestra el lado más oscuro de la sociedad belga, capaz de traicionar a sus vecinos para evitar conflictos con los nazis, en muchos casos sin aparentes problemas éticos. Wil los tiene, sí, pero al estar entre la espada y la pared debe tomar algunas decisiones difíciles. Los finales felices no siempre son los más realistas y WIL se hace cargo de esa oscuridad.