Festivales/Estrenos: crítica de «Golpe de suerte» («Coup de Chance»), de Woody Allen

Festivales/Estrenos: crítica de «Golpe de suerte» («Coup de Chance»), de Woody Allen

Una mujer parisina casada tiene un affaire con un antiguo compañero de colegio y trata de ocultarlo de su celoso marido que sospecha. Con Lou de Laage, Melvil Poupaud y Niels Schneider.

Tras más de medio siglo de carrera es inevitable que las películas de Woody Allen se parezcan no sólo entre sí sino también a las que han hecho sus fans e imitadores. Y Francia ha tenido y sigue teniendo muchos de ellos. Es por eso que, en más de un sentido, COUP DE CHANCE, su primera película hablada en francés, parece más la obra de algún cineasta de ese país que ha intentado copiar algunas de sus fórmulas que una propia. Y los resultados son los que uno podría esperar de una situación así: una película amable, liviana, con algún dejo de tensión y misterio pero finalmente bastante intrascendente. Algo que se parece bastante a las que viene haciendo Allen en todo este siglo. 

La trama podría salir de muchas películas suyas previas pero también de incontables dramas, comedias o thrillers franceses, que manejan los vericuetos y ambigüedades de la vida amorosa mejor que Allen y sus connacionales. Es ahí donde cierta tradición del “cine francés” se conecta muy bien con las películas de Woody: en ese reconocimiento de que ciertas cuestiones propias de las relaciones de pareja revisten una importancia dramática comparable a otros temas supuestamente más trascendentes. Sin ir más lejos Eric Rohmer hizo toda una carrera dándole vueltas a eso mismo.

Aquí la protagonista es Fanny (Lou de Laâge), una joven parisina casada en segundas nupcias con un millonario y un tanto pedante financista llamado Jean (Melvil Poupaud), que la usa claramente como si fuera un trofeo de caza, deporte que tanto parece gustarle. Es que tras su fracaso anterior con una pareja más bohemia, la chica parece dispuesta a tolerar el mundo de aburridos ricachones con los que él se rodea y con quienes solo se habla de dinero y cosas que ella considera superfluas. El lujo, se ve, tiene su encanto también.

Todo se complica cuando casualmente se cruza en su vida Alain (Niels Schneider), un ex compañero de escuela que, se lo confiesa él de entrada, estaba entonces enamorado de ella. Alain es un prototipo del cine del director de MANHATTAN: un escritor, un tipo bohemio sin trabajo fijo que cambia de ciudades cada tanto y que ahora habita un coqueto altillo en París que quién sabe cómo paga. A Fanny le moviliza el encuentro –Alain es el tipo de hombre que le gusta de verdad, después de todo– y tras unos inocentes almuerzos compartidos estamos ante un previsible e inevitable affaire, con las satisfacciones e incómodos ocultamientos que eso implica.

Jean, por su parte, será vanidoso e intelectualmente limitado, pero es bastante celoso para ser un tipo que se muestra tan seguro de sí mismo. Y,  como no es ningún bobo, no tarda en notar que algo raro le pasa a Fanny, por lo que contrata a unos detectives privados a ver si la chica oculta algo. Claramente, a los «sabuesos» no les cuesta nada enterarse de lo que está sucediendo y, de allí en adelante, mientras Allen y su DF Vittorio Storaro nos muestran una colorida y digitalmente luminosa Paris otoñal (filmada por algún motivo con sobreabundancia de grandes angulares), GOLPE DE SUERTE consistirá en ver cómo se enreda y complica más y más el asunto. 

Allen se maneja en un tono equidistante entre la comedia, el drama y el thriller. Si bien apunta a lo primero –desde la música, las actuaciones y cierto tono humorístico de algunas situaciones–, aquí no están las típicas bromas propias del autor. De a poco, más que nada a partir de los cruces de información, cierto dramatismo aparece en escena, pero tampoco se ahonda al respecto. Y el tercer elemento que gana peso, sin llegar a ser del todo dominante, es el ligado a la tensión y al suspenso. ¿Qué harán los detectives con la información? ¿Qué hará Jean si se entera? ¿Qué pasará con la parejita? ¿Qué roles tendrán las personas, como la madre de Fanny, que están al tanto de la situación?

Quizás lo mejor de COUP DE CHANCE pase por la forma casi casual en la que Allen levanta la apuesta dramática sin casi despeinarse. Pasan cosas fuertes en el film, cosas que lo conectan a títulos como CRÍMENES Y PECADOS o MATCH POINT, pero a diferencia de esas películas, aquí nunca se pierde del todo la ligereza, aún en los momentos supuestamente más intensos. De hecho, lo más fuerte que la película tiene para mostrar sucede fuera de campo.

COUP DE CHANCE no se aleja demasiado de lo que Woody viene haciendo en las últimas décadas. Es mejor que sus últimas, seguramente, pero mi impresión es que está por debajo de BLUE JASMINE y CAFE SOCIETY. Que muchos críticos estadounidenses la pongan a la altura de sus mejores obras –más de uno ha dicho que es su mejor film en décadas– tiene más que ver con que, al estar hablada en francés, no tienen el oído tan fino para registrar lo buenos o malos que son los diálogos o las actuaciones como sí lo hacen cada vez que filma en los Estados Unidos. Para los que siempre leemos los subtítulos, es más evidente que las diferencias no son tantas.

No estamos ante el gran regreso de Allen, tampoco ante una hecatombe artística. Es una película más (la número 50) que prueba que el hombre sigue con sus temas y obsesiones intactas –el azar es un elemento importante aquí, algo también reiterado en su filmografía–, y que esas no cambiarán ni por la locación ni por el idioma. Sus películas ya no volverán a ser lo que fueron, ni a tener la influencia que tuvieron, a lo largo de sus primeros 25 años de carrera (que incluyó más de 20 películas, muchas de las cuales son excepcionales), pero siguen apareciendo, cada vez más espaciadamente, dando una difícil pelea contra el cambio de época, pelea que por distintos motivos parece irremediablemente perdida.