Series: crítica de «El turista – Temporada 1», de Harry & Jack Williams (Netflix)

Series: crítica de «El turista – Temporada 1», de Harry & Jack Williams (Netflix)

Este thriller transcurre en Australia y tiene como protagonista a Jamie Dornan como un hombre que pierde la memoria tras un accidente en una ruta y debe descubrir quién es y qué está haciendo en ese paraje perdido. Desde el 1 de febrero, por Netflix. La temporada 2 se verá a partir del 29 de ese mes.

La amnesia es una premisa narrativa que puede funcionar bien si se sabe qué hacer con ella. En THE TOURIST, una coproducción entre varios países y productoras pero que se siente fundamentalmente australiana, los guionistas tienen muchas ideas respecto a cómo jugar con el tema de la pérdida de memoria de su protagonista. Algunas son interesantes y otras, no tanto. Algunas les salen bien y otras podrían haber quedado en la papelera de reciclaje. Pero en el extraño e imprevisible combo que es esta serie aún las cosas que no salen bien son interesantes de analizar. Es que, en todos esos casos fallidos, lo celebrable es la audacia creativa aún por sobre los resultados.

El primer episodio es muy «vendedor» y, a la vez, bastante tramposo. Nos topamos de entrada con lo que sabemos que veníamos a ver. Jamie Dornan (el actor de CINCUENTA SOMBRAS DE GREY y la reciente BELFAST) es un hombre de profusa barba que es embestido por un camión cuando viene manejando su auto en una desértica ruta australiana. Al despertarse en la clínica del pueblo más cercano se da cuenta que no sabe quién es. Ha perdido la memoria por completo. El espectador –que apenas lo ha visto entrar a hacer unas compras, ir a un baño y poco más– tampoco sabe demasiado, por lo que de aquí en adelante será un descubrimiento para ambos, en paralelo.

Las pistas tardan en aparecer pero lo que sí aparecen son personajes extraños y hechos raros y violentos. Una bomba explota cerca suyo. Una mujer (Shalom Brune-Franklin) lo ayuda en su investigación. Otra policía local (Danielle Macdonald) se preocupa por su suerte fastidiando a su celoso marido. Un estadounidense con sombrero de cowboy (Ólafur Darri Ólafsson) circula cerca, amenazante. Y, culminando el primer episodio, recibe un llamado telefónico de un hombre que parece estar atrapado en un pozo oscuro, alguien que puede darle y darnos una idea de que el hombre tiene un pasado pesado para recordar.

Lo que irá pasando de allí en adelante tendrá dos características fundamentales pero una lógica en común: todo tratará de sorprendernos, de caer inesperadamente. Aparecerán personajes más que extraños: un mafioso griego (Alex Dimitriades) acompañado de alguien que parece ser su hermano (Alex Andreas), un detective policial (Damon Herriman) obsesionado por hacer un llamado a su mujer todos los días a la misma hora, otro policía inexperto que se mete en un asunto que le queda enorme y así. Además, los personajes que ya conocimos quizás no hayan contado realmente toda la verdad sobre ellos.

La otra característica llamativa es el tono. Si bien el primer episodio parece el de un thriller seco, de a poco EL TURISTA da paso a algo que podríamos definir como una versión australiana de FARGO (la serie, más que la película) con algunos toques a lo Tarantino y otros, más sobre el final, decididamente «lynchianos». El humor absurdo, ciertas rarezas estilísticas (la presencia del LSD en la serie irá cobrando su importancia), momentos de violencia mostrados con bastante ironía, giros radicales de algunos personajes y una serie de negrísimos eventos irán dándole forma a una serie que va tirando ideas casi al por mayor. De hecho, uno se termina dando por satisfecho con que algunas de todas funcionen.

Muchas, convengamos, no lo hacen. Entre el segundo y el cuarto episodio no queda muy claro para dónde quiere ir la serie tonalmente y el agregado de un personaje excéntrico tras otro por momentos empieza a agotar, a volverse un freak-show que no ofrece más lógica que la de seguir el hilo y ver para donde va yendo. En los últimos dos –el quinto, surrealista; el sexto y último, negrísimo– la historia de «el protagonista» se empieza a reconstruir de un modo un tanto más coherente, aún pese al formato lisérgico, hasta llegar a una conclusión que es tan fuerte como inesperada.