Berlinale 2024: crítica de «Intercepted», de Oksana Karpovych (Forum)
Este documental presenta conversaciones telefónicas entre soldados rusos en Ucrania y sus familiares que fueron interceptadas por la inteligencia ucraniana. En el Forum.
Matá a todos los ucranianos y volvé a casa», le dice una hija a su padre, un soldado ruso en el frente de la guerra en Ucrania. No es, ni por lejos, de las cosas más brutales que se escuchan en INTERCEPTED, este documental de corte experimental que yuxtapone imágenes de la destrucción en Ucrania con diálogos telefónicos de soldados rusos a sus familiares contándoles acerca de sus experiencias en la guerra. Son comunicaciones que, como dice el título, fueron «interceptadas» por la inteligencia ucraniana para tratar de conocer los movimientos e intenciones de las tropas enemigas durante el conflicto. Pero más que datos concretos –en general los soldados se cuidan de darlos por vía telefónica–, lo que las conversaciones capturan es una forma de entender la guerra que, por lo general, desafía la comprensión humana.
Las imágenes son de distintas ciudades y poblados ucranianos que fueron, en la mayoría de los casos, arrasados por las tropas rusas. Se las filma cuando esa ocupación ya pasó y en varios casos se ven algunos esfuerzos para reconstruirlas. Ese panorama visual le puede resultar más o menos conocido a cualquiera que haya visto una mínima parte de las imágenes de esa guerra. Aquí lo que más llama la atención son los audios, en su mayoría crueles, brutales, deshumanizantes, tanto de parte de los soldados como de sus familias que en general los instan a luchar por la patria, derrotar a esos «fascistas» (debe ser el epíteto más liviano que usan) y volverse a casa.
Es duro por momentos escuchar las maneras en las que los soldados, sus esposas y madres se refieren al «enemigo». Instadas desde la información oficial rusa, muchos familiares de combatientes son más entusiastas y brutales que aquellos que están en el frente, quienes empiezan a ver el lado ambiguo y hasta se cuestionan lo cruento de su accionar. Habrá charlas y discusiones sobre a quienes matar y a quienes no, sobre la presencia y manejo de la situación por parte de los estadounidenses, sobre la historia de rivalidades entre ambos pueblos y así. Difícil saber si este tipo de conversaciones se dan así en general o si los cineastas hicieron solo un recorte usando solo los audios más duros, pero lo cierto que son impactantes por su deshumanización del «enemigo».
Entre las cosas que llamarán la atención está lo impresionados que se muestran muchos soldados rusos por cómo viven los ucranianos, con acceso de mejores productos y marcas occidentales, lo que derivará en una mezcla de celos y envidia que llevará a más odio, desprecio y saqueos. No es raro escuchar a algunos soldados contar orgullosamente las cosas que se robaron de las casas en las que entraban. Habrá algunas excepciones: soldados que dudan de su misión, perturbados por lo que hacen («yo no era así antes», uno contará), críticos con sus superiores y hasta temerosos. Pero en general a esos son sus familiares los que los alientan a continuar.
El combo de imágenes y sonidos impacta y funciona. Quiero creer que es un recorte que muestra solo lo peor y lo más cruel de los testimonios, ya que el grado de odio y deshumanización es brutal, desesperante. Es que si a una historia de rivalidades, tensiones y prejuicios como la que existe entre ambos países se le suma una campaña política plagada de discursos de odio, de desinformación y de desprecio, comentarios y acciones como los que se ven en este film –que captura solo ocho meses de 2022– terminan resultando hasta previsibles. Tanto en el frente de combate como en cada casa de un soldado ruso que solo quiere la destrucción total del enemigo.