Berlinale 2024: crítica de «The Visitor», de Bruce LaBruce (Panorama)
El realizador de cine queer adapta «Teorema», de Pier Paolo Pasolini, a la Londres actual en un film provocativo, pansexual y bastante osado. En Forum.
No me interesa demasiado, usualmente, el cine de Bruce LaBruce. Tengo la sensación, la mayoría de las veces, que hace películas cuya presunta provocación es adolescente, banal, trillada; puestas para espectadores que buscan supuestos impactos del orden de lo sexual o morboso, pero que resultan apenas ejercicios un tanto camp que manejan un código común entre realizador y espectadores. Sus películas suelen ser un juego un tanto autocomplaciente de pretendido impacto en lo ligado a lo político, lo sexual y sus modos de representación, pero en el fondo mi sensación es que no es otra cosa que un pasatiempo autocelebratorio, demasiado consciente de cada uno de sus efectos.
Es cierto que una remake, reversión o versión libre de TEOREMA, de Pier Paolo Pasolini, parecía caerle como anillo al dedo a LaBruce. Y quizás sea así. El problema es que no hay nada, para mí, demasiado interesante para hacer con eso, más que llevar a un supuesto extremo de lo social y estéticamente tolerable lo que se muestra. Aquí, el extraño misterioso que se mete en las vidas de los miembros de una familia adinerada no es otra cosa que un inmigrante africano que aparece mágicamente (sale de adentro de una maleta) en la costa del río Támesis mientras un indigente escucha un discurso radial de un político de derecha y termina viviendo en una lujosa y moderna casa londinense.
El resto de los 100 minutos de la película, que con la notable excepción de una larga escena, es prácticamente muda, se irá en un contingente de escenas de sexo entre los diversos personajes, en la mayoría de los casos con «el visitante», pero también solo entre ellos: madre, padre, hermana, hermano, mucama. Todos los combos y combinaciones imaginables –en cuanto a géneros, a orificios, a fetiches y a cantidad de personas– se desarrollarán a lo largo de una película que, en algún momento, empezará a volverse tediosa y repetitiva.
LaBruce, como acostumbra en algunas de sus películas, pone en primer plano el subtexto político que sostiene a sus escenas, mezclando en este caso esas escenas de sexo un tanto porno con carteles revolucionarios que, en plan agitprop kitsch, hablarán de revolución sexual, de lucha de clases anal, de foot fetishes, de combates contra los ricos por la vía del sexo oral y cosas así. Hay, además, una escena en la que el visitante prepara una cena para los dueños de casa en la que se sirve como comida, bueno, ya imaginarán qué. Nada que Pasolini no haya usado en alguna otra de sus películas.
Hace poco se estrenó SALTBURN, que también intentaba «actualizar» TEOREMA con resultados problemáticos pero en otro sentido. Acá, el visitante tiene algo de justiciero, de liberador de represiones por la vía de la experimentación sexual suponiendo que eso rebotará en otros ámbitos, pero tengo la sensación de que la metáfora de la liberación de cualquier tipo de represión tiene cada vez menos implicancias en lo que respecta a cambios políticos. Sí, quizás les provocará cambios en el orden personal, pero no creo que nada de lo que aporte «el visitante» sean cosas que ese tipo de familias no sepa hacer sin su ayuda. Al final, como él mismo lo dice, no es mucho más que un peón en un juego que sigue teniendo a los mismos ganadores de siempre. Por más que la experiencia de ver THE VISITOR, al menos durante un rato, te haga creer lo contrario.