BAFICI 2024: crítica de «Las chicas están bien», de Itsaso Arana

BAFICI 2024: crítica de «Las chicas están bien», de Itsaso Arana

por - cine, Críticas, Festivales
13 Abr, 2024 09:03 | 1 comentario

Cinco amigas actrices se reúnen en una casa de campo para ensayar una obra de teatro en esta premiada comedia dramática española. Con Bárbara Lennie, Irene Escolar e Itsaso Arana.

Un ensayo para una obra de teatro o para una película, quién sabe a estas alturas, es lo que lleva a cinco amigas a una casa en medio de un campo, cerca de un pueblo, lejos de todo. Itsaso (Itsaso Arana) es la que dirige el asunto –la que escribió la obra, la dueña o encargada de la casa en la que pasarán unos días– y las otras cuatro son actrices que, detalles más, detalles menos, hacen versiones de sí mismas. Una ficción creada seguramente a partir de experiencias reales, LAS CHICAS ESTAN BIEN es un retrato de un grupo de chicas de distintas generaciones, actrices todas ellas, que lidian con sus asuntos personales, sus problemas familiares y sus dramas amorosos mientras tratan de crear algo así como un cuento de hadas.

No se trata –a diferencia de lo que podría parecer de entrada– una película que pone en juego un conflicto fuerte entre los personajes. De hecho, es casi curioso que no haya prácticamente ningún conflicto «clásico» a lo largo de los 80 y tantos minutos de relato. Son las chicas llegando a la casa y acomodándose, ensayando la obra, conversando, yendo de compras al pueblo, volviendo a ensayar, cantando, volviendo a conversar y así. Si hay problemas a lo largo de la historia, esos están en sus vidas personales, no en el momento que comparten.

Lo más clásico, si se quiere, y lo que en cierto modo conecta a la película con la obra que en algún momento pudo haber sido (en los simpáticos títulos de apertura la palabra «obra teatral» es tachada y reemplazada por la palabra «película») son algunos parlamentos, casi monólogos, que las actrices tienen, además de los momentos propios de la pieza teatral que ensayan. Pero fuera de eso, lo que sobrevuela es la frescura, la naturalidad, la impronta propia del cine.

Bárbara (Bárbara Lennie) es la más grande, una de las «consagradas» del cuarteto, y está embarazada. Irene (Irene Escolar), también conocida, es la que tiene el rol principal en la obra que ensayarán. Helena (Helena Ezquerro) e Itziar (Itziar Manero) son las dos más jóvenes, que comparten cuarto y que tienen en común, entre otras cosas, el entusiasmo por estar allí junto a esas actrices y la actriz/directora Itsaso, a las que admiran.

Es un film de ensayos y conversaciones, de momentos pasados juntas. Se hablará del amor, de las relaciones familiares, de la muerte, de los miedos, de la soledad. Bárbara dirá que con el paso del tiempo cada vez se siente menos sola, Irene estará pendiente de recibir un llamado que responda a una propuesta romántica, Itziar –de origen vasco– contará cosas difíciles de su vida familiar y la más «lanzada» y despreocupada Helena será la que más conecte, directamente, con los hombres del lugar. En el medio, nadarán, cantarán, buscarán señal de celular e irán a una fiesta en el pueblo. Pero nada grave sucederá allí. Solo vivirán experiencias.

La de Arana no es una película de hechos concretos ni tensiones. Más allá de los ensayos –cuya formal distancia y más ensayados diálogos recuerdan ligeramente a las primeras películas de Matías Piñeiro–, el resto de LAS CHICAS ESTAN BIEN es una invitación a compartir una experiencia con las protagonistas, a entender sus relaciones, lo que cada una tiene para contar y decir, y aprender de algún modo a quererlas, a sentirlas vivas, mientras sentimos hasta los olores de los lugares por los que transitan.

«Las películas son una carta al futuro», dice Lennie a cámara en uno de los momentos en los que la película se pone seria. Y en su discreción, su humanidad y su bienvenida ligereza, la opera prima de la actriz de LA VIRGEN DE AGOSTO en el fondo es exactamente eso: la carta que las mismas cinco actrices –y los espectadores– encontrarán dentro de 20 o 30 años y en la que podrán revivir, durante 80 y tantos minutos, esos momentos compartidos. Esa porción de eternidad.