Estrenos online: crítica de «Yannick», de Quentin Dupieux (MUBI)

Estrenos online: crítica de «Yannick», de Quentin Dupieux (MUBI)

por - cine, Críticas, Online, Streaming
03 Abr, 2024 03:21 | Sin comentarios

Un espectador, frustrado con una obra de teatro que está viendo, se levanta de su silla y empieza una serie de reclamos que se vuelven cada vez más tensos y bizarros en esta comedia del director de «Increíble pero real». En MUBI desde el 5 de abril.

La situación que presenta YANNICK es una que muchos seguramente imaginamos posible y quizás haya sucedido, de una forma u otra. En medio de una obra de teatro supuestamente cómica, un espectador se levanta de su asiento y empieza a reclamarle a los actores por lo que, él considera, es una pésima obra. En un tono calmo pero a la vez convencido, el tal Yannick (Raphaël Quenard) les dice que él es un trabajador nocturno en un garage, que tuvo que pedirse el día de trabajo, que viajó muchísimo para ver la obra (que se llama “El cornudo” y trata de, bueno, eso) y que está enojado con lo que ve. “En lugar de entretenerme, me deprime”, dice y asegura que no es para eso que se tomó el día.

Los otros espectadores miran todo con cierta curiosidad, pero para los actores de la obra es un shock. No solo por la interrupción sino por la larga y agresiva parrafada del tipo, que sigue y sigue, sin parar. Pronto se vuelve todo una discusión entre Yannick y el elenco –en especial Paul (Pio Marmaï), el más enojado–, hasta que logran echarlo. El problema es que, mientras Yannick está afuera explicándole su frustración a la boletera, escucha que desde adentro el público se ríe más que antes. ¿El motivo? Los actores se están burlando de él y de su colérica escena. ¿Qué hace Yannick entonces? Bueno, vuelve a entrar a la sala, pero esta vez portando un arma.

Dupieux presenta toda esta situación con un tono cómico que funciona, en principio, muy bien. En un cine la gente puede maldecir a la pantalla, pero nadie escuchará sus quejas. Pero en un teatro es distinto. La tensión que se arma resulta graciosa porque, en cierto sentido y más allá de su egoísta modo de actuar, alguna razón Yannick parece tener. Es que la obra es muy floja. El humor se vuelve un poco más complicado de lidiar cuando el hombre vuelve armado y se pone más y más agresivo. Por un lado, por motivos obvios: hay una crudeza en la situación que se presenta más apta para un thriller que para reírse.

Pero lo más complicado pasa por otro lado. Me refiero a motivos contextuales que quizás no tengan nada que ver con la propuesta original de Dupieux pero en los que no se puede no pensar: la compleja situación política actual, especialmente con ciertos grupos o personajes de extrema derecha, que hace que este tipo de violentos y potencialmente criminales exabruptos sean más realistas de lo que parecen. Y eso, más que causar gracia, incomoda y casi molesta.

Cuesta reírse durante buena parte de YANNICK –no a todos, mucha gente a mi alrededor se reía muchísimo– porque hay una cercanía y una tensión subyacente en el mundo real que impide esa distancia crítica. Quizás eso sea lo que busca el director de INCREIBLE PERO REAL: que el espectador crea que va a divertirse con su película y, de un modo similar a los que están viendo la obra de teatro y a su crítico armado, sean tomados de rehenes por él. La propuesta no  deja de ser inteligente, pero la idea del espectador como rehen es, por lo menos, bastante discutible.

No quiero con esto sonar solemne o incapaz de pasarla bien con una comedia que plantea una hipotética y, ya verán, cada vez más absurda situación, pero la violencia del personaje se me hizo demasiado cercana para tomar esa distancia que permite la risa. Es cierto que, sobre el final, unos giros un tanto inesperados le devuelven cierta amabilidad a la película –y hasta al mismísimo personaje–, pero a eso se llega luego de pasar un buen rato entre la incomodidad, la sonrisa y el fastidio. Seguramente, todo lo que busca su siempre creativo y arriesgado director.

Lo que es interesante para analizar acá tiene que ver con la relación entre los artistas, los espectadores y, en cierto sentido, la crítica. YANNICK habla de la relación subjetiva que existe con el arte, del trabajo de los actores –que no siempre actúan en lo que quieren–, de la manera crítica o acrítica de enfrentarse a una obra y de los códigos tácitos de la experiencia teatral, donde uno no espera que se produzca una situación de este tipo. Sin el arma, de hecho, YANNICK podría haber funcionado mucho mejor, acaso podría haber sido una gran película. Pero con un tipo enojado que tiene una pistola cargada en la mano y artistas en la mira, hoy la risa se queda atragantada.