Series: crítica de «El simpatizante» («The Sympathizer»), de Park Chan-wook y Don McKellar (Max)

Series: crítica de «El simpatizante» («The Sympathizer»), de Park Chan-wook y Don McKellar (Max)

Un doble agente vietnamita se radica en los Estados Unidos al terminar la guerra y se mete en una serie de complicadas aventuras mientras espía a sus connacionales allí. Desde el domingo 14 en Max.

Ambiciosa y compleja, EL SIMPATIZANTE son tres series en una. O acaso más. Adaptada de la novela homónima de Viet Thanh Nguyen, ganadora del Premio Pulitzer a la mejor ficción de 2016, es una serie sobre la guerra de Vietnam y sus consecuencias pero, también, una sobre quién cuenta esa historia y cómo. Por un lado, es una saga acerca de las vicisitudes y problemas de un vietnamita del sur que espía para el norte (los comunistas, enemigos de los norteamericanos en la guerra) y, a la vez, es una trama acerca de la vida de los vietnamitas que se exiliaron para los Estados Unidos y debieron formar comunidad allí. Todo dentro de un formato en el que nunca es del todo claro qué es cierto y qué es invención.

Creada por la extraña dupla del director coreano de OLDBOY y el actor, guionista y director canadiense McKellar, es un proyecto que a la vez refleja esas dos miradas diferentes. Es la historia del Capitán (Hoa Xuande), hijo de un francés y una vietnamita, que fue entrenado por la CIA para espiar para los Estados Unidos pero en todo momento su fidelidad estuvo con los comunistas: un típico doble agente. Y en el primer episodio lo vemos, detenido y torturado, siendo obligado a contar su historia de manera escrita en lo que parece ser Vietnam. Ese momento, al que se volverá todo el tiempo, es el mecanismo narrativo que la novela usa para que el hombre cuente su extraña historia, una llena de elementos dramáticos, violencia, pero también humor y momentos bizarros. El escape durante la Caída de Saigón, que ocupa el primer episodio, es uno de los más espectaculares.

El Capitán trabaja a las órdenes del General (Toan Le), un líder vietnamita pro-estadounidense que no tiene idea que en realidad lo está espiando. De hecho, es casi un miembro más de su familia. El Capitán habla inglés a la perfección, estudió en Estados Unidos y tiene hasta ojos verdes, pero se siente fiel a su Vietnam natal. Y está dispuesto a «combatir al capital» como le sea posible. Tras la espectacular y dramática huída de Vietnam que cierra el primer episodio, los siguientes se centrarán en la vida del Capitán y del resto de los refugiados de ese país en Los Angeles. Y en lo particular su objetivo pasará por «ayudar» al General a descubrir quién lo está espiando en sus planes de volver a Vietnam y quitárselo a los victoriosos comunistas del Norte.

El Capitán tendrá un romance (con Sofia Mori, una mujer de ascendencia japonesa encarnada por Sandra Oh), tendrá que lidiar con el sufrimiento de un amigo que perdió a su familia en la guerra y buscará al «espía» en cuestión tratando de encontrar a alguna persona a la que culpar, liquidar y acabar con las sospechas del General. En el medio hay un episodio casi separado del resto (lo dirige Fernando Meirelles, los tres primeros son de Park Chan-wook) en el que el Capitán toma un trabajo como consultor en un rodaje de una película hollywoodense sobre la guerra de Vietnam, una que tiene mucho en común –tanto en la intensidad de su trama como en el caos constante que es el rodaje– con APOCALYPSE NOW.

Ese episodio es central, si se quiere, para la tesis que propone la película, una ligada a la pregunta de quién y cómo se cuenta la historia de Vietnam, en lo específico, pero también las historias asiáticas en general. A lo largo de la hora que dura ese episodio se verán los choques de visiones entre los que se preocupan por la autenticidad, para bien o para mal, y los que dicen hacerlo pero solo le prestan atención al espectáculo… y cuanto más sádico mejor. Las escenas con los extras vietnamitas del sur negándose a representar a los del norte o a decir ciertas frases pone en evidencia muchas de las sutilezas culturales que el cine de Hollywood pasa por alto. De hecho, la primera campesina vietnamita que actúa en la película es en realidad china y, hasta la aparición del Capitán para aclararlo, nadie se había dado cuenta.

Los tres episodios finales son más flojos y un tanto reiterativos. No digo que hagan caer la serie por completo, pero la hacen entrar en una trama complicada de seguir ligada a traiciones internas (como todo agente supersecreto, si desaparece la única persona que sabe su verdadera identidad, ¿por qué los demás deberían creerle que es quien dice ser?) y a engaños sobre engaños hasta llegar a la situación que da origen a lo que vimos: las memorias propiamente dichas del capitán y cómo en realidad fueron hechas. Y por qué. Y para quien.

El otro gran protagonista de la serie es Robert Downey Jr. que, en una jugada arriesgada de casting, interpreta por lo menos a cuatro personajes diferentes en el film, todos influyentes en la vida del protagonista. Es el agente de la CIA que supuestamente maneja al Capitán en Vietnam y luego en EE.UU, un profesor universitario que él tuvo en sus años de estudio, un político norteamericano que busca el apoyo y el voto de la comunidad para entrar al Congreso y el director de la película en la que el Capitán trabaja, con el que empieza llevándose bien y termina a las patadas. Siempre al borde de pasarse de rosca hacia el unipersonal, por momentos el reciente ganador del Oscar es muy efectivo y entretenido, mientras que en otros se monta un show para su lucimiento.

La serie tiene un tono picaresco, de desventura tras desventura, asumiendo su carácter episódico y por momentos impreciso de memoir escrita en condiciones difíciles. EL SIMPATIZANTE puede pasar de una situación cómica al dramático asesinato de un hombre inocente que el Capitán, junto a su amigo Bon (Fred Nguyen Khan), tiene que liquidar para seguir pasando desapercibido, algunos enredos romántico-sexuales y, siempre por debajo, los misteriosos informes encriptados que el hombre les manda a sus jefes. ¿Confusa? Sí, un poco, pero si uno entra en la propuesta es realmente apasionante. Al menos durante gran parte de su recorrido.

Al fin y al cabo, lo que THE SYMPATHIZER tiene para mostrar es otra mirada acerca del conflicto narrada por alguien cuya identidad fluctúa entre varias posibles. La historia que siempre se contó acerca de la guerra fue narrada por estadounidenses, pero por más «progresistas» que algunos de ellos sean –como acá se comenta más de una vez– no son realmente quienes más padecieron sus consecuencias. Al narrar su complicada historia personal, el Capitán permite que el espectador vea las cosas desde otro lugar, uno en el que los norteamericanos son «el otro», el invasor, el personaje secundario que no entiende realmente bien lo que está pasando. Y la experiencia es extraña, brutal y asombrosa, pero sobre todo diferente. Como APOCALYPSE NOW desde el punto de vista de un vietnamita. O PELOTON. Algo así como la otra cara de la moneda.