Series: reseña de «Ellos: terror» («Them: The Scare»), de Little Marvin (Amazon Prime Video)
En la segunda temporada de esta serie de antología, una detective negra de la policía de Los Angeles investiga a un posible asesino serial a principios de los ’90.
Estrenada en 2021, en pleno furor de series y películas de terror dirigidas y protagonizadas por afroamericanos (US, LOVECRAFT COUNTRY, SU CASA), ELLOS se caracterizó por tener a favor una interesante conexión entre el horror, el racismo y las problemáticas socioeconómicas ligadas a esos temas. En contra, si se quiere, una duración demasiado extensa y unos giros narrativos pasados de rosca y poco creíbles, aún dentro de los parámetros del género. THEM –tal su título original– es una serie de las llamadas «de antología», por lo que cada temporada no tiene relación con las anteriores. Y si bien puede repetir parte del elenco, los roles son otros. Más o menos como lo que pasa en AMERICAN HORROR STORY, FARGO o TRUE DETECTIVE. Lo que se mantiene es un universo de sentido, una idea temática.
THE SCARE o TERROR, como se subtitula esta temporada, lleva la acción de los originales años ’50 a principios de los ’90. Aquí, el hecho sociopolítico que sobrevuela todo el relato es la golpiza al afroamericano Rodney King propinada por la policía de Los Angeles (LAPD). Y Dawn Reed (Deborah Ayorinde) está en la complicada situación de ser negra y detective de la cuestionada y abiertamente racista LAPD. El punto de partida de la trama es la aparición sin vida de una mujer que manejaba un hogar de adopción. No es una muerte común. El cuerpo de la mujer aparece apretado en un estante, con todos los huesos quebrados de una manera poco ortodoxa. No solo eso, sino toda la casa está en un estado deplorable, con señales de que la mujer le temía a algún tipo de criatura, fantasma o elemento paranormal.
En paralelo conocemos a Edmund Gaines (Luke James), un muchacho negro también con pinta de tímido y reservado que trabaja disfrazándose en un restaurante y que sueña triunfar como actor. ¿El problema? No es muy bueno y suele ser rechazado rápidamente, a veces con risas de los que hacen el casting. La recepcionista del lugar, Rhonda (Tamika Shannon), se apiada de él y empieza a ayudarlo, mandándole guiones. Y Edmund empieza a mejorar como actor, pero a la vez a perder cada vez más el sentido de la realidad. Se compromete tanto con un rol como asesino serial que empieza a volverse peligroso para todos.
Si él es un posible sospechoso, otro está en la propia policía. Ronald McKinney (Jeremy Bobb), quien acompaña a Dawn en las rondas de investigación, es claramente racista y muy agresivo en cada enfrentamiento o detención de algún potencial sospechoso negro, generando miedo en la gente, especialmente tras lo sucedido con King. A partir de determinados comentarios de familiares de los fallecidos acerca de una figura «pelirroja» y del apuro de sus jefes por dar por hecho que Edmund es el responsable, Dawn empieza a pensar si no hay algo sospechoso ahí también.
El tercer eje es más sobrenatural. Antes de morir, las víctimas de este asesino en serie –tras el primero, comete al menos un par más de similar estilo y, además, salen a la luz otros anteriores– tienen visiones, pesadillas, tapan puertas y ventanas y no quieren ir a dormir porque temen que ese asesino se meta en sus sueños. ¿Eso tiene que ver con los otros sospechosos o viene por otro lado que aún desconocemos? Si a eso se le suman los problemas personales de Dawn con su hijo adolescente Kel (Joshua J. Williams III) y con su madre (interpretada por la gran Pam Grier), ELLOS: TERROR presenta un combo bastante completo de sospechosos y extrañezas.
La serie funciona en gran medida como un policial negro, con el tema de la violencia racial inundándolo todo: la policía agresiva, las comunidades afroamericanas en guardia o temerosas. Y si bien los elementos propios del terror van apareciendo de manera continua, Marvin vuelve una y otra vez a la investigación. Quizás no sea la serie más brutal en términos de sustos, pero tiene un clima agobiante y sobrecogedor que ensombrece y angustia de una manera efectiva.
Como pasaba en la primera temporada, en un momento la serie empieza a acumular una excesiva cantidad de subtramas y desvíos narrativos que no conviene adelantar, pero que claramente sobran. Pero más allá del exceso de pistas probablemente falsas, Marvin logra algunos momentos verdaderamente creepy, más que nada en la línea narrativa ligada a Gaines. El actor frustrado, constantemente rechazado, inseguro y perturbado es un gran personaje como sospechoso de tener una actividad criminal secreta. Más aún si el actor en cuestión se quiere especializar en ese tipo de roles y estudia hasta los discursos de famosos criminales como Charles Manson.
En más de un sentido y pese a las diferencias, la segunda temporada tiene mucho en común con la anterior: una idea sólida y un exceso de innecesarios y poco creíbles desvíos narrativos. Lo primero, de todos modos, es lo más inteligente que propone Marvin. Si bien no es el primero ni el único en transformar la problemática historia del racismo institucional en narrativas de terror, lo hace recorriendo momentos importantes de la historia estadounidense y reversionándolos como experiencias terroríficas y, acaso, sobrenaturales. En definitiva, no es más que otro ángulo para contar la misma historia.