Estrenos online: crítica de «La joven y el mar» («Young Woman and the Sea»), de Joaquim Rønning (Disney+)
Una joven nadadora intenta cruzar el Canal de la Mancha en los años 1920 pese a todos los reparos de la sociedad machista de esa época. Con Daisy Ridley, Christopher Eccleston y Stephen Graham. Desde el 19 de julio por Disney+.
No conviene leer mucho acerca de la historia real en la que se basa LA JOVEN Y EL MAR si uno quiere disfrutar lo máximo posible de la película protagonizada por Daisy Ridley. Es que la protagonista –una pionera en la historia de la natación a mar abierto– tiene una gran misión que completar y ese es, más que cualquier otro conflicto que el guión le pone en el medio, su gran objetivo. Mejor, entonces, no acercarse a Wikipedia para conocer qué pasó ahí. Y, si prefieren, saltar hasta el último párrafo de esta crítica si no la vieron aún.
El film del realizador noruego de KON TIKI y MALÉFICA: DUEÑA DEL MAL intenta, a lo largo de sus más de dos horas de duración, adosarle otros conflictos a la protagonista, pero en el fondo son menores, superfluos o exagerados en función de las necesidades de la trama, ya que lo que realmente importa acá es saber si la nadadora Trudy Ederle logró o no cruzar, en la lejana década de 1920, el Canal de la Mancha, que separa a Francia de Gran Bretaña. Un desafío prácticamente imposible y más en esa época.
La actriz de las últimas películas de STAR WARS encarna a Trudy, que sobrevive de niña al sarampión –entonces una enfermedad potencialmente mortal– y crece entusiasmada con la idea de dedicarse a la natación, algo que estaba muy mal visto que hicieran las chicas a principios del siglo pasado. Trudy era hija de Gertrude (Jeanette Hain), una tozuda y severa mujer alemana que, al enterarse que muchas mujeres mueren en un barco al no animarse a tirarse al río por no saber nadar, se obsesiona con que Trudy y su hermana mayor Margaret (Tilda Cobham-Hervey la interpreta de adulta) aprendan a hacerlo. Pero no solo no conseguirán lugares donde hacerlo sino que hasta su padre, un carnicero de Nueva York llamado Henry (Kim Bodbia), se opondrá vehementemente a que lo intenten. Nadar, dice, no es para las damas.
Pero Trudy es una chica lanzada, entusiasta y decidida, por lo que no deja de intentarlo. Y su madre es la principal promotora de ambas. De hecho, cuando empiezan a practicarlo de un modo más serio, es Margaret la que apunta a ser la mejor, pero la menor es intensa, competitiva y sigue mejorando cuando Margaret parece dejarse llevar por la «obligación» de casarse y formar una familia, algo que no le interesa a la obcecada Trudy. Especialmente durante su primera parte –que incluirá el viaje de Trudy a competir en los Juegos Olímpicos de París 1924, historia deportivamente mal contada–, el eje de YOUNG WOMAN AND THE SEA está puesto, de una manera entre excesiva y caricaturesca, en la misoginia y el sexismo que la protagonista enfrenta, de parte de familiares, entrenadores, empresarios, medios y el 99 por ciento del género masculino.
La segunda mitad de la película estará dedicada a los intentos de Trudy, ya como profesional, de nadar a mar abierto, primero entre Nueva York y Nueva Jersey y, luego, en el llamado «English Channel» (Canal de la Mancha), tratando de ser la primera mujer en poder cruzarlo. En su camino se cruzará con un complicado entrenador llamado Jabez Wolffe (Christopher Eccleston) y con el excéntrico nadador Bill Burgess (Stephen Graham), que había logrado esa hazaña en 1911 y terminaría colaborando con ella. Y allí la película simplificará un tanto los forzados conflictos «personales» para centrarse en el verdadero desafío que tiene la protagonista: la naturaleza, el frío, las mareas y las cientos de cosas que pueden pasar nadando a mar abierto durante muchas horas.
Prolija, de cuidada producción y con algunas similitudes en tono con CARROZAS DE FUEGO –aunque con un estilo algo infantilizado para la propuesta–, LA JOVEN Y EL MAR se apega demasiado a las convenciones creando algo que está en el límite entre lo clásico y lo académico, entre lo respetuoso de ciertas tradiciones cinéfilas y algo que bordea lo retro, similar en más de un sentido a REMANDO COMO UN SOLO HOMBRE, la reciente película de George Clooney también teñida de cierto espíritu olímpico. De hecho, no es nada casual que Disney+ la estrene unos días antes del comienzo de una nueva edición de los Juegos, en los que la natación es uno de los eventos más importantes y tradicionales.
Con el entusiasta aporte de Ridley –una actriz que desprende intensidad ya desde su mirada– y una música entre épica y rimbombante, la película de Rønning es entretenida, pero no logra complejizar lo que rodea a la gesta deportiva en sí, como sí lo hacía NYAD, película de similar temática protagonizada por Annette Bening y Jodie Foster, que le encontraba una vuelta a la trama poniendo el eje en la relación entre ambas. Acá, ninguno de los intentos del guión de crear subtramas de interés (con la misoginia de la gente del deporte, el desinterés de su padre, la amistad con su hermana o las tensiones con el entrenador) es demasiado atrapante y lo principal estará en la relación de la que habla el título, entre la protagonista y el agua. Por eso, cuanto menos sepan qué es lo que pasa allí, más disfrutarán la película.