Estrenos online: crítica de «¡Jackpot! Lotería mortal» («Jackpot!»), de Paul Feig (Amazon Prime Video)

Estrenos online: crítica de «¡Jackpot! Lotería mortal» («Jackpot!»), de Paul Feig (Amazon Prime Video)

Una mujer gana la lotería y es perseguida por una horda de personas para robarle su dinero mientras un hombre intenta protegerla en esta comedia protagonizada por Awkafina y John Cena. Estreno de Amazon Prime Video.

Más allá del carisma de los dos protagonistas y de algunas bromas sueltas por ahí es muy poco lo que hay para recomendar de ¡JACKPOT! LOTERIA MORTAL, una película del habitualmente hábil realizador de comedias Paul Feig (DAMAS EN GUERRA), quien claramente tiene mayor conocimiento y motivación a la hora de dirigir las escenas supuestamente divertidas de diálogo entre John Cena y Awkafina que para ocuparse del resto del caótico, ruidoso y bastante insostenible relato que las acompaña.

Una comedia de acción en un futuro relativamente distópico en el que la gente hace cualquier cosa por dinero, JACKPOT! tiene una buena idea pero no sabe cómo sacarle provecho. Esa idea es que, en el año 2030 y más precisamente en Los Angeles, la gente solo se movilizará por dinero. No es que ahora sea muy distinto, pero en esa época será ya brutal, directo y sin disimulo alguno. Según explican en un texto al comenzar la película, la crisis económica que siguió a lo que llaman la «Gran Depresión de 2026» sacó todos los trapitos al sol y allí todos –desde el estado a los individuos– se desesperan por hacer plata como sea.

El problema del film es que la forma de escenificar ese conflicto no tiene mucho sentido. El planteo central es que en Los Angeles se juega una lotería que permite al ganador quedarse con millones y millones de dólares (se asume que el estado recauda aún más), pero el «chiste» es que, de una manera similar a lo que sucede en la saga LA PURGA (o 12 HORAS PARA SOBREVIVIR), el resto de los ciudadanos tienen, desde que se anuncia al triunfador, el resto del día para encontrarlo, matarlo y quedarse con su dinero de manera legal. ¿Raro? Sí. ¿Tiene alguna lógica? No, mucho no.

El concepto tiene algunas vueltas de tuerca caprichosas: no se puede matar con armas de fuego ni nada parecido, por lo que todo lleva a los golpes y a las patadas. Y si nadie mata al ganador en el tiempo disponible, ese se queda con los millones en cuestión. Para atraparlo, además, existen GPS que permiten detectar donde está el ganador, drones que los siguen y agencias que venden seguridad, quedándose con un porcentaje del premio a cambio de lograr que el ganador de la lotería sobreviva.

Todo eso sirve para organizar una larga y tediosa comedia de acción en la que Awkafina interpreta a Katie, una actriz que llega a Hollywood desde Michigan y no conoce este asunto. Casualmente termina ganando la lotería y se ve enfrentada a tener que escapar de una horda de personas que quieren liquidarla todo el tiempo. Como es obvio que no hay manera de que logre ganarle al mundo entero, termina aceptando la oferta de uno de estos especialistas en seguridad que, interpretado por Cena, se quedará con el 10 por ciento de sus ganancias. Que no es poco, ya que la popular lotería le haría ganar a Katie 3.600 millones de dólares.

Así, broma va broma viene, se suman cameos, diálogos supuestamente graciosos (algunos pocos lo son, pero en medio del caos pasan desapercibidos) y la dupla escapa y escapa y luego enfrenta otros rivales y se topa con algunas sorpresas mientras alrededor suyo todo el mundo se desespera por ver un dólar o matar a quien sea para agarrarlo. Así aparecerán viejos conocidos que se vuelven enemigos, algunos «jugadores» cuyas intenciones son oscuras –como las de casi todos– y un mundo distópico en el que no se salva casi nadie.

La idea de la película es la de un flojo episodio de BLACK MIRROR que dura el doble de lo que debería y pasa por mostrar la rampante desesperación y egoísmo que existe en esa ciudad en 2030. Y que son pocos, muy pocos, los seres humanos confiables que no quieren aprovecharse de la protagonista como si fuera una «cajero automática» humana. Quizás sea una visión del futuro más realista de lo que hoy parece pero, en el contexto de esta comedia ampulosa, repetitiva y bastante burda, esa temática se pierde mezclada en una cadena de producción cinematográfica que repite, irónicamente, el mismo predicamento que la ficción discute. Todo vale por un dólar.