Estrenos online: crítica de «No puedo vivir sin tí», de Santiago Requejo (Netflix)

Estrenos online: crítica de «No puedo vivir sin tí», de Santiago Requejo (Netflix)

Un hombre pone su matrimonio en peligro debido a su adicción a su teléfono móvil en esta comedia con Adrián Suar realizada en España. Estreno de Netflix.

Hay que reconocerle a Adrián Suar algo innegable. Más allá de algún ocasional pifie tonal de proporciones épicas –como esa película que prefiero ni recordar sobre un hombre que tenía dos esposas porque «amaba demasiado» estrenada en pleno furor feminista–, el tipo sabe captar algo que sucede socialmente y llevarlo al cine o a la televisión en un tono simple, de comedia accesible y familiar. El conflicto es más o menos el mismo siempre: un hombre que tiene conflictos con su mujer por alguna otra obsesión o distracción que lo define y separa de lo que, todos sabemos, es lo importante. O debería serlo.

Acá es el celular. O el móvil, mejor dicho, ya que NO PUEDO VIVIR SIN TI es una película fundamentalmente española. No, no es un film argentino con Suar hecho en España sino –o al menos eso parece viendo su producción, locaciones, elenco y sus rubros técnicos–, una película hecha con un equipo, un guión y talentos de ese país que tiene como protagonista a Adrián Suar haciendo lo que más o menos siempre hace: un tipo en el fondo bueno pero acelerado, confundido, torpe y egoísta que pierde en algún punto de su vida el rumbo. En este caso por culpa del celular. O del móvil.

Suar interpreta a Carlos, un ejecutivo de una empresa genérica que no puede soltar su celular un segundo. Está pendiente de él de la mañana a la noche al punto de que su mujer, Adela (Paz Vega), ya está harta de su dependencia con el objeto en cuestión. El conflicto se intensifica al máximo cuando Carlos se pierde la despedida de sus hijos que se van de viaje a Milán al perder horas en ir a comprar un nuevo modelo de su móvil ya que el cargador del viejo le funciona mal. Al otro día se pone hablar por el celu con sus jefes justo en medio del casamiento de la hermana de su mujer y eso lleva a que Adela explote y le diga basta, hasta acá. El móvil o yo, tío.

Y es así que Carlos tratará, con mucha dificultad, de salir de esa adicción. Y para eso se unirá a un pintoresco pero un tanto indefinido grupo de personas en igual situación que él, tipos que no pueden vivir sin mirar su móvil todo el tiempo. Tanto es así que su gran problema –por lo que tarda en aceptar ser parte– es tener que dejarlo en la entrada y, terror de terrores, apagarlo. ¿Podrá hacerlo? ¿Perderá el amor de su vida por no poder desprenderse del teléfono? ¿O elegirá soltarlo, con los problemas que eso puede implicar en lo laboral, para preservar a su familia? ¿Qué suponen?

Esto es, básicamente, la trama de NO PUEDO VIVIR SIN TI, que transcurre casi íntegramente en Bilbao y alrededores, con un elenco casi totalmente español y sin que existan tampoco muchas bromas o comentarios ligados al hecho de que el protagonista sea argentino, más allá de algún chiste aislado sobre el asado o cosas así. Dicho de otro modo: da la impresión que bien podría haber hecho esta misma película un actor/comediante español y no habría demasiadas diferencias.

Es una comedia menor, clásica y/o convencional en su formato, con algún que otro comentario ingenioso ligado a la tecnología en sí, con varias escenas de confusiones y enredos prototípicas de este tipo de escenarios –el tipo dice estar curado de la adicción pero sigue usándolo a escondidas–, y que funciona como comedia de rematrimonio de la misma manera que lo hace casi todo el cine de Suar, cuya temática central es que uno empieza a valorar lo que tiene cuando lo pierde o está a punto de hacerlo.

NO PUEDO VIVIR SIN TI no es ni más ni menos que eso. Suar ha hecho algunas comedias mejores que esta y varias sustancialmente peores. Lo que siempre es destacable en la carrera del actor/productor es su capacidad para poner la mirada en tensiones contemporáneas, de esas con las que cualquier espectador –argentino, español o de donde sea– se puede sentir identificado. La película, en todo caso, es un tema secundario. Casi un trámite. Podía, de hecho, haber sido un whatsapp.