Festivales: crítica de «Eight Postcards from Utopia» («Opt ilustrate din lumea ideală»), de Radu Jude y Christian Ferencz-Flatz (Locarno, DocBsAs)
Una de las dos películas que el director rumano presenta en el festival es un documental «found footage» que muestra publicidades rumanas de los años ’90 hasta la actualidad. Se verá el domingo 25 de agosto, a las 15, en la Sala Leopoldo Lugones.
Descontextualizada, la publicidad de épocas pasadas suele causar efectos extraños. Divertidos, la mayoría de las veces. Problemáticos, en otros. Curiosos, en casi todos. En el caso de EIGHT POSTCARDS FROM UTOPIA sucede algo diferente. Se trata de un documental found-footage que solo usa, como material, publicidades rumanas de la época post-Ceausescu. Esto es: desde la caída del regimen comunista y pro-soviético, en 1989. Es gracias a saber el contexto que las publicidades se vuelven doblemente curiosas, divertidas, problemáticas. Y, a la vez, son un fiel reflejo de los cambios sociales, económicos y hasta de los ideales de la sociedad rumana. Es, calculo, un tipo de película que debería hacerse en todos los países, ya que las publicidades de cada nación revelan muchas otras cosas más que los productos que venden o publicitan: los sueños, aspiraciones y conflictos de un pueblo.
El consagrado Jude y el filósofo Christian Ferencz-Flatz se unieron para revelar la imagen de su Rumania a lo largo de más de 30 años, siempre vista a través de sus publicidades para el público local. Es esto lo que, también, le da un carácter único. La publicidad y ciertos géneros «baratos» de la televisión, a diferencia del cine o las series, son mucho más localistas y reveladoras de algo así como el «ser nacional». Las películas, por el solo hecho de participar en un mercado de consumo y análisis internacional, incorporan elementos (estilos, búsqueda de prestigio, formas) que a la publicidad y a la «tele-basura» no le interesan mucho. Y Jude trabaja siempre tomando en cuenta ese lado, aún en sus películas «serias», que nunca son tan serias en realidad.
OCHO POSTALES DE UN MUNDO IDEAL –como se la estrena en el DocBsAs– se divide no en épocas sino en temas. Son ocho postales que se conforman a través de distintos ejes que unen a las publicidades, ejes que reflejan esas ambiciones, historias, miedos y formas de comportamiento. Quizás un relato dividido en épocas podría enganchar mejor con la evolución (o involución) del modo de pensar y de «desear» de una sociedad, pero la elección temática y/o formal es igualmente interesante ya que revela, más que cualquier otra cosa, cuales son los ejes por los que pasa la cultura de un país a lo largo del tiempo. En el caso de Rumania, luego de las décadas de régimen comunista, fue una explosión desenfrenada y desbocada de consumo de lo que sea, como sea, todo el tiempo.
La dupla de directores empalma y edita los avisos entre sí sin dejarlos empezar o terminar, llegando a mostrar cerca de 400 a lo largo de los 70 minutos que dura el film. Algunos son muy divertidos, otros lamentables, varios tienen chistes políticos y otros se centran en personalidades locales que los extranjeros desconocemos. Hay muchos muy caseros y «berretas» de los años ’90, otros más recientes y producidos de grandes marcas, pero todos ellos presentan esa simpática muestra de humor y crítica social que es tan visible en el cine de Jude. De hecho, viendo estas publicidades uno entiende de donde viene cierto humor por momentos un tanto brusco del director de DO NOT EXPECT TOO MUCH FROM THE END OF THE WORLD.
Casi todos los avisos que se muestran acá son muy directos y poco «sutiles» en su intento de vender lo que sea, desde Pepsi hasta privatizaciones, cortes de pelo y boliches nocturnos, bares, restaurantes, cervezas, productos de limpieza y medicamentos, la mayoría con la calidad de VHS o de los materiales de cada época, y con looks y estilos que ya estaban fuera de moda en la publicidad occidental de entonces. Pero ese localismo puro y duro es lo que hace que la conexión que esos materiales tienen con el mundo real sea aún más directa.
Lo que la película refleja en sus diferentes etapas no es otra cosa que la ambición de un país recién salido de un régimen durísimo –hay varias publicidades que bromean con el propio Ceaucescu– por consumir, consumir, consumir. Hay capítulos que están divididos por temas y estilos, ya que algunos usan la historia de Rumania en sus guiones, mientras que otros se organizan más que nada por sus recursos y formatos, algunos sugestivos y sexualizados, otros más poéticos y muchos grotescos en su intento por empujar al espectador a comprar lo que sea.
Es un trabajo de carácter casi universitario, una extraordinaria tesis sobre el devenir de un país a través de lo que uno supone son algunas publicidades canónicas –otras claramente son más limítrofes–, avisos que logran a la vez poner en conflicto esa lógica capitalista extrema que, de manera comprensible aunque igualmente exagerada, copó la mente y la cultura de muchos países de Europa del Este tras la caída del comunismo. No era gratis criticar a Ceausescu, dice una publicidad, pero ahora es gratis hacer llamadas por una línea de telefonía móvil si uno contrata ese excelente plan que tienen para venderte. Ahí está, resumido, casi todo el último medio siglo de historia.
Domingo 25 de agosto a las 15, en la Sala Leopoldo Lugones, en el marco del DocBsAs. Entradas en venta, por acá: https://complejoteatral.gob.ar/ver/DocBuenosAires.