Locarno 2024: crítica de «Drowning Dry» («Seses»), de Laurynas Bareiša

Locarno 2024: crítica de «Drowning Dry» («Seses»), de Laurynas Bareiša

por - cine, Críticas, Festivales
10 Ago, 2024 01:22 | Sin comentarios

En esta película lituana dos familias van a pasar un fin de semana a una casa junto a un río. Un accidente allí cambiará sus vidas de un modo inesperado. En Competencia Internacional.

La vida de Ernesta y familia parece bastante tranquila. Su marido Lukas es un luchador de MMA (Mixed Martial Arts) y acaba de ganar un torneo. Si bien tiene golpes en el cuerpo y algunos dolores, los dos se van con su hijo a pasar un fin de semana a una casa de campo. Allí viaja también Juste, hermana de Ernesta, con su marido y su hija. Durante la primera parte del film se narra ese proceso, sin nada que llame la atención en particular. De hecho, lo más interesante ahí pasa por la manera en la que Bareiša filma esas situaciones cotidianas, con planos largos, a distancia, sin mucho movimiento de cámara y deteniéndose en momentos mundanos, de esos que muchos calificarían como intrascendentes.

Pero algo se romperá a la media hora de relato. No solo en lo que respecta al fin de semana sino en el modo narrativo de la película en sí, como si esa ruptura provocará también un quiebre en el relato. Para no spoilear el hecho, digamos que hay un accidente en el río, algo sucede que shockea a todos. Pero en lugar de seguir adelante con los hechos, Bareiša (director de PILGRIMS, ganadora de la sección Orizzonti de Venecia 2021) decide hacer un flash forward y saltar adelante en el tiempo. Lo cierto es que lo que se ve ahí no coincide demasiado con lo que vimos antes, ya que las personas que no están (suponemos que fallecieron) no son las mismas que atravesaron el accidente. ¿Cómo se conecta una cosa con otra? ¿La memoria no es buena para recordar momentos shockeantes?

DROWNING DRY volverá a completar la secuencia del accidente pero de una manera diferente a la original, volverá a pivotear sobre el tiempo narrativo, y de a poco irá dejando en claro sus intenciones, unas que de algún modo anuncia el título, traducible como «ahogarse en seco». No es tan importante lo que sucede durante el accidente, sino sus consecuencias, lo que genera en los personajes. Ese shock, la sensación de que alguien cercano puede morir súbitamente, es más que nada el inicio de una cadena de acontecimientos imprevisibles que la película maneja de una manera más interesante desde lo conceptual que desde lo específicamente dramático.

Es a partir de esa ruptura narrativa que la película lituana juega de una manera en exceso caprichosa con los tiempos y el misterio de qué y cómo pasó lo que sea que haya pasado. Y es recién sobre el final que, hasta cierto punto, los hilos se unen. Pese a que el film no termina de resolverse satisfactoriamente desde lo dramático o desde el montaje temporal, el realizador prueba no tenerle miedo a los riesgos formales, especialmente gracias a algunas escenas que no son usuales en este tipo de dramas familiares y que tienden a generar cierta distancia entre lo que se narra y cómo se lo narra.

Por un lado están los silencios o los «tiempos muertos» que sostiene más de lo habitual ,pero también por la forma naturalista y casi ligera en la que presenta varias situación muy dramáticas. A eso habría que sumarle un par de secuencias «coreográficas» que vuelven a dejar en claro que hay pocas cosas más cinematográficas que gente bailando despreocupadamente. Las hermanas que bailan no saben, en ese momento, que quizás ese sea el último momento de tranquilidad en sus vidas. Y es por eso que esas escenas cobran una mayor dimensión al final. En un segundo, todo eso que parecía normal, puede desaparecer.