Festivales: crítica de «On Falling», de Laura Carreira (Toronto/San Sebastián)

Festivales: crítica de «On Falling», de Laura Carreira (Toronto/San Sebastián)

por - cine, Críticas, Festivales
10 Sep, 2024 02:15 | Sin comentarios

Una mujer portuguesa que vive en Escocia trata de sobrevivir en medio de la soledad y la difícil situación económica. Tras su paso por Toronto irá a la competencia oficial de San Sebastián.

Con producción de Ken Loach pero con un registro que la acerca un poco más al cine de los Dardenne –o, al menos, a una versión más calma que la habitual en el cine de los hermanos belgas–, ON FALLING es el promisorio debut de la realizadora portuguesa Laura Carreira, quien filma aquí la historia de su compatriota Aurora (Joana Santos), una mujer de Portugal que vive y trabaja en un depósito escocés como «picker«, un demandante y a la vez rutinario trabajo que implica encontrar con un scanner y trasladar productos que van a ser vendidos por algún sistema tipo Amazon.

En su modo simple y sin vueltas, honesto y cercano al día a día de su protagonista, Carreira la filma en dos ámbitos centrales a su vida. En la rutina laboral, con sus pequeñas tensiones y a la vez con los momentos de camaradería en los horarios de comida. Y en su casa, que comparte con otros inmigrantes de diversos países (polacos, españoles, también algunos locales) en plan roomates, dividiendo gastos, usos de la heladera y así. Por fuera de eso, más que encontrarse a conversar con una compatriota y amiga, casi nada. Alguna salida a un bar muy de vez en cuando y poco más. De hecho, cada vez que le preguntan qué hace fuera del trabajo no se le ocurre mucho para decir. Lavar, cocinar, chequear el teléfono. Ni siquiera mira las series que todos en el depósito parecen estar viendo.

ON FALLING es el retrato de la lenta caída emocional de Aurora que no tiene un incidente notorio que la cause, sino una acumulación de pequeños sufrimientos, dolores y problemas. Un simpático compañero de trabajo se suicida. El celular se le cae y arreglarlo le cuesta una fortuna. No le alcanza el dinero para pagar la luz. Alguna humillación laboral absurda. Y algunas otras cosas que se irán sumando con el correr de los minutos. Para los parámetros del cine social actual –con sus generalmente intensísimas cargas dramáticas– no parece demasiado. Pero todo junto va haciendo mella en la personalidad de Aurora.

Lo que Carreira logra en su film es, pese a lo dicho, hacer un retrato amable y solidario de la clase trabajadora, de las distintas personas que «están en la misma»: trabajan todo el día, llegan con lo justo, de vez en cuando beben alguna cerveza en el bar de la esquina y también se prestan dinero cuando el otro no tiene o le convidan lo que cocinaron cuando se dan cuenta que otro lo necesita. No se trata de un exceso de «buenismo» –ese neologismo que se usa para burlarse de este tipo de personas que últimamente cunde en las redes sociales y en ciertos productos audiovisuales– sino de humanidad, una manera de entender que todos atravesamos situaciones similares.

Claro que hay conflictos, pero nadie los declama. Hay algún trabajador no muy confiable, algunos jefes o personal intermedio que tienen una crueldad casual demoledora, pero la mayoría de la gente trata de ayudarse entre sí y esa generosidad de visión se agradece. La chica que le quiere vender maquillaje en un shopping tiene también sus problemas. La que la entrevista para un trabajo la cuida cuando Aurora parece sentirse mal. Y así. La crueldad está más en el sistema –en la soledad que implica ese tipo de labor, en las limitaciones para sobrevivir económicamente, en las pocas opciones de tener un trabajo mejor– que en la gente en sí. Y eso, que se retoma en un hermoso momento sobre el final, trasciende las dificultades de la experiencia.

Carreira filma con paciencia y ojo para el detalle, con un estilo que coquetea con lo que algunos dan por llamar docudrama (apostaría a que los trabajadores de la fábrica son los de verdad) y siempre de manera honesta y respetuosa. Y en la actuación de Santos la película va creando su drama, ya que la vemos ir lentamente callándose, apagándose, dejando de sonreír y comunicándose cada vez menos. Podría ser la crónica de una depresión. O la historia de una mujer que se va dando cuenta, de a poco, que lo único que puede salvarla en un mundo que la deja a un costado, es la amabilidad de los otros, la conexión humana. Esa hoy bastardeada idea de la solidaridad.