San Sebastián 2024: crítica de «La habitación de al lado» («The Room Next Door»), de Pedro Almodóvar
Dos amigas se reencuentran después de muchos años y a una le queda poco tiempo de vida en este drama en inglés del director español. Con Julianne Moore, Tilda Swinton y John Turturro.
Viendo LA HABITACION DE AL LADO uno entiende los motivos por los que Pedro Almodóvar demoró tanto tiempo en hacer una película en inglés y en los Estados Unidos. Su modo de filmar, su tono y, especialmente, sus diálogos, se acomodan por lo general a un castellano entre barroco y melodramático que no resulta fácilmente traducible al inglés. La combinación entre los textos y las actuaciones que tienen sus películas españolas funcionan en ese territorio exaltado en el que lo que menos se les pide es que sean realistas o creíbles. Al pasar al inglés, la cosa un poco se complica, hay algo de la magia del lenguaje que se pierde. Pero Almodóvar, por suerte, eligió un proyecto que permite ese traslado de un modo bastante digno.
Fundamentalmente porque cuenta con dos actrices del calibre de Tilda Swinton y Julianne Moore que son capaces de sacar a flote un texto que por momentos parece castellano traducido por Inteligencia Artificial. Y porque el tono utilizado –de vuelta, entre hiperrealista y «almodovariano»– admite ese tipo de excesos y caprichos. De todo modos, un coguionista en inglés podría haber ayudado a que por momentos la película no se vuelva demasiado esforzada. Dicho de otro modo: sin Swinton y Moore este mismo film podría haber sido un hueso un tanto más duro de roer.
Pero están ellas y nos conducen a una historia simple –en términos almodovarianos, quizás la más simple de su carrera–, dura y emotiva, aún con sus muchos momentos ligeros y amables. Moore encarna a Ingrid, una escritora famosa que en la presentación de una novela suya se topa con una conocida que le cuenta que Martha (Swinton), una vieja amiga de ambas, tiene un cáncer terminal y está internada, con pocos meses de vida. Es evidente que hace mucho tiempo que no se ven, pero apenas entra Ingrid al hospital es como si el tiempo no hubiera pasado.
Y allí comienza una larga serie de conversaciones en las que, fundamentalmente, Martha le irá contando cosas de su vida –sus romances, su trabajo como corresponsal de guerra y la difícil relación con su hija–, algunas de las cuales se verán a modo de breves y raros flashbacks que parecen pequeños cortos que juegan a distintos géneros clásicos. En medio de la idas y venidas de la salud –la mujer mejora, sale de la clínica, pero vuelve luego a entrar–, Martha le cuenta su idea para acabar con tanto sufrimiento: tomarse una pastilla y morir. Para eso, le pide a Ingrid que la acompañe, que esté en la metafórica (pero a la vez un poco literal también) «habitación de al lado», acompañándola en sus últimos días. Pero la eutanasia es ilegal e Ingrid no está segura si ayudarla o no, si ser o no «cómplice» de su decisión de tener una muerte digna.
Basada en la novela “What Are You Going Through”, de Sigrid Núñez, THE ROOM NEXT DOOR logra emocionar con su historia de dos viejas amigas que reconectan cuando una está al borde de la muerte y la elige a la otra para que la acompañe en esta etapa. Es, como lo ha dicho el realizador, un pedido público para que la eutanasia sea legal y, en ese sentido, convence. El film funciona en una Nueva York elegante, de asumida tarjeta postal otoñal, donde los personajes sufren en los escenarios más bonitos imaginables y con vestuarios de diseñadores famosos. Pero en el modo en el que está contada la historia, todo eso funciona. Si bien el conflicto que presenta es realista, todo lo que lo rodea no lo es. De hecho, tiene algo de pieza teatral, especialmente en la forma de sus diálogos.
Habrá un personaje que se sumará a la trama (John Turturro) y que agregará de un modo un tanto caprichoso pero efectivo a la película una temática ambientalista y una crítica a lo gobiernos de ultraderecha del mundo (Almodóvar conecta así el fin de la vida de Martha con el fin del planeta por culpa del cambio climático), pero lo principal pasará por el ida y vuelta entre Moore y Swinton. Si bien la actriz de SAFE es la protagonista principal en lo que respecta al punto de vista, a su colega británica le toca el rol más sufrido de la enferma terminal, con lo que eso conlleva. Pero Almodóvar no se excede en el retrato del sufrimiento. Si bien es obvio que la pasa muy mal, hay una extraña y sugerente dignidad en esos planos cerrados sobre el rostro de Tilda, cuyo look es casi idéntico al de David Bowie en sus últimos años de vida.
Es que, si uno logra obviar o superar la «dureza» de muchos de los diálogos, no es difícil entrar en la extraña seducción de las imágenes que Almodóvar y su director de fotografía Eduard Grau (con el que Pedro trabaja por primera vez y quien comenzó su carrera junto a Albert Serra) crean para la película. Si bien son irreales y seductoras en una combinación de Manhattan y las afueras del estado de Nueva York (allí Martha alquila una casa muy bonita en la que piensa morir) que parecen imaginadas por Douglas Sirk, le dan a LA HABITACION DE AL LADO –premiada con el León de Oro del Festival de Venecia– ese aura tan propia del cine del director de ATAME!, la idea de que sus películas existen en un lugar intermedio en el que la realidad, los sueños, la imaginación y el cine conviven, por lo general, armoniosamente.
Hay citas y referencias por doquier (tanto literarias, en especial «Dublineses», de James Joyce, como cinematográficas, desde Ingmar Bergman a Michael Powell, pasando obviamente por John Huston) y un aura de elegante tristeza que lo recorre todo. Quizás Almodóvar pensó, al adaptarla, en hacer un alegato acerca de la eutanasia pero, en el fondo, lo que uno más aprecia y valora es el retrato de una amistad de dos mujeres a través de los años, dos amigas que ante la más difícil de las situaciones deciden, pese a todo, estar juntas hasta el final. LA HABITACION DE AL LADO es, finalmente, una película sobre la empatía y el amor por el prójimo en un mundo que mira para otro lado.