Venecia 2024: crítica de «Familia», de Francesco Costabile (Orizzonti)
Un hombre violento regresa a su casa luego de haber pasado años en la cárcel y aterroriza a su esposa e hijos en esta mezcla de drama y film de terror italiano.
Son situaciones que, para niños de la edad de Luigi y Alessandro, tienen mucho de pesadilla. En un punto, es probable que no sepan si sucedieron o si son parte de su imaginación, terrores nocturnos. Es así como en ciertos momentos FAMILIA trabaja la violencia de género, la que su padre Franco aplicaba a su madre Licia cuando eran pequeños, una y otra vez, aún cuando lograban por algún tiempo sacárselo de encima a fuerza de denuncias. De algún u otro modo, el tipo conseguía regresar, volver a hacerse presente o a ser un fantasma en sus vidas. Un fantasma cuyos actos lastiman en el mundo real.
Entre el drama, el policial y el relato de terror, FAMILIA es un film italiano (se titula así, en castellano, en el original) sobre, en primera medida, el sufrimiento de una madre y sus hijos ante un padre violento, agresivo, por momentos temible. Es, también, aunque de una manera no tan lograda, una película sobre la transmisión generacional de esa violencia, como se pasa de padres a hijos y lo difícil que es romper ese círculo. Y, por último, es un film que existe como pesadilla, utilizando recursos del cine de terror para contar una historia acerca de lo que, en definitiva, no es otra cosa que un monstruo.
El grueso de la trama sucede cuando los chicos ya son jóvenes y su padre ya está en la cárcel. Luigi (conocido por todos como «Gigi» o simplemente «Gi», e interpretado por Francesco Gheghi) trata de rearmar su vida pero en sus intentos por pertenecer a un grupo social termina enredándose con una banda neofascista que es, de otro modo, igual o más violenta que su padre. Mientras lidia con los problemas que eso le genera –con la ley, con su novia, con su vida cotidiana–, su padre sale de la cárcel y regresa supuestamente arrepentido y con intenciones de reinsertarse en el grupo familiar. Algo que no será nada sencillo ya que, esencialmente, Franco sigue siendo la misma persona.
Basada en una historia real, la trama transcurre en Roma más de una década atrás y se apoya más que nada en los conflictivos intentos de Gio de dejar el mundo de la violencia y, en paralelo, verse enfrentado a tener que lidiar con la tensión y el clima que genera la presencia de su padre. Licia, agobiada y sin poder legalmente resolver del todo el problema, no sabe bien ya qué hacer. Y su hermano está igual o más atribulado que ambos. Franco es una presencia temible, una que el actor Francesco Di Leva interpreta con una intensidad brutal, generando la sensación en los que lo rodean –y en los espectadores– que no hay realmente forma de deshacerse de él.
Costabile mezcla tonos y formatos tratando de encontrar un ángulo o una forma cinematográfica personal para acercarse a un tema tratado generalmente de modo realista. Por momentos FAMILIA opera con el modo seco de un drama violento, si se quiere clásico, y en realidad es así como mejor funciona, más allá de algún exceso en mostrar ciertos comportamientos violentos de Franco con Licia (Barbara Ronchi). No es tan efectivo, en cambio, cuando introduce otros recursos formales más elaborados a la película, más que nada porque se nota su intencionalidad y se vuelve un tanto obvio como recurso.
Los recursos más propios del cine de terror funcionan más como idea que en la construcción puramente cinematográfica. Para Gigi cada encuentro con su padre dispara temores y furias que distorsionan la imagen y el sonido de lo que vemos. Y eso, que puede resultar un tanto forzado en la película, se siente de todos modos como una lógica, casi fisiológica, respuesta a los traumas que se le disparan ante cada uno de esos momentos. Así, sacarse de encima al padre no es solo enfrentar un problema real, existente y doloroso, sino también uno psicológico que persiste de por vida.