
Series: crítica de «La Máquina», de Marco Ramírez y Gabriel Ripstein (Disney+)
Esta serie tiene como protagonistas a Gael García Bernal y Diego Luna como un veterano boxeador y su intenso managers enfrentándose a un difícil desafío. Estreno: 9 de octubre en Disney+
El mundo del boxeo, los managers, las apuestas, los preparativos y el negocio que rodea a los que participan de ese «circo» –o de esa «obrita de teatro» como acá lo define muy bien un personaje– se ha visto muchas veces y de distintas formas. Pero la dupla conformada por Diego Luna y Gael García Bernal logra darle algún viso de originalidad ya que, por un lado, transcurre en el específico mundo del boxeo mexicano –con sus particularidades, ya verán– pero, más que nada, porque en realidad transcurre en un universo que es más puramente «cinematográfico», con sus curiosos toques de humor y fantasía que de realistas tienen poco y nada. LA MAQUINA es, en realidad, una comedia dramática sobre la amistad de Diego y Gael.
O eso parece, en función de la química y de la construcción del mundo que se nos muestra. Todo parece armado para el disfrute y el intercambio entre ambos colegas más que para conocer los profundos secretos del mundo del box. Convengamos que García Bernal no es el actor que uno imaginaría para interpretar a un boxeador y que Luna elige una opción muy particular para encarnar a su manager. Y a partir de eso, LA MAQUINA funciona como una mezcla entre comedia absurda, críptico thriller y nervioso drama que por momentos se acerca al universo de personajes extremos, desesperados y graciosos de películas de los hermanos Safdie (UNCUT GEMS), solo que metidos en un mundo con algunas diferencias que el de Nueva York.

El actor de DIARIOS DE MOTOCICLETA encarna a Esteban «La Máquina» Osuna, un boxeador past his prime que, a los 38 años y cuando debería ya haber colgado los guantes hace rato, sigue compitiendo en la categoría welter, aunque le cueste dar el peso y necesite «ayudas» para hacerlo. Por su parte, el actor de ANDOR encarna a Andy Luján, el manager de La Máquina, un hombre obsesionado por ayudar en todo a su amigo pero que parece más pendiente de las inyecciones de bótox que se aplica en el rostro a punto de deformárselo. Todo empieza con los caóticos preparativos de una pelea en Las Vegas que no alcanzamos a ver y que La Máquina pierde de manera contundente. Todo esto parece ser el principio del fin. ¿Habrá tiempo, contratos, paciencia y esfuerzo suficiente para una o dos más?
Osuna no tiene muchas ganas. Separado de su esposa Irasema (Eiza González, de BABY DRIVER), una periodista con la que tiene dos hijos a los que ve poco, el tipo tiene ganas de seguir bebiendo, saliendo, consumiendo drogas y comiendo sin tener que estar atado a las presiones de la preparación constante que lleva (con sus muchos desvíos) hace décadas. Pero no imaginen que estamos ante un tipo despreocupado y fiestero: Osuna está siempre abrumado y, si bien no quiere hacerse cargo, está empezando a sentir los rigores neurológicos de una vida dedicada a recibir golpes. Dicho de otro modo: tiene alucinaciones y otros problemitas. El que parece tener la capacidad de sacarlo de las dudas y confusiones en realidad es su entrenador cubano Sixto (un excelente Jorge Perrugoría), una mezcla de trainer y coach psicológico con sus peculiares métodos de trabajo.
Andy tampoco se relaja nunca. Una máquina de moverse (habría que preguntarse si el título del show no le cabe mejor a él), el pintoresco manager tiene una relación un tanto edípica con su dominante y muy metida madre Josefina (Lucía Mendez), a la que solo le importa que le de un nieto con su esposa, Carlota (Karina Gidi), a la vez que trata de satisfacer los deseos de su amigo boxeador. En realidad, no es tan así, ya que La Máquina quiere parar pero Andy quiere seguir facturando. Y eso lo lleva a buscar y a conseguir una revancha con el tal Protasio, el boxeador filipino que lo noqueó al principio. Lo consigue, pero para eso necesita que su amigo se ponga en forma, algo que no parece ser tan sencillo.

Ese es apenas el comienzo de una serie de seis episodios de variadas duraciones (los hay de más de 50 y de menos de 30), de los cuales se adelantaron cinco a la prensa, por lo que quedan todavía varios misterios por resolver. LA MAQUINA va a incorporar los mundos esperables del boxeo en un tono que por momentos es duro y tenso pero en otros absurdo y poco realista. Habrá apuestas y «gente importante» y muy pesada que controla el negocio, fiestas interminables y peleas familiares, asuntos traumáticos del pasado que resolver y una investigación periodística en marcha, algún potencial romance y otros eventos que harán que los episodios marchen a toda velocidad, comandados por lo general por la inagotable energía de Andy, personaje que Luna encarna con un entusiasmo y una verdad que no siempre se notan en sus más controlados trabajos en inglés.
Divertida y extraña, con algunos momentos absurdos que son muy graciosos y otros más tensos que el realizador Gabriel Ripstein (600 MILLAS) maneja muy bien –los guiones son de Marco Ramírez, con mucha experiencia en series como SONS OF ANARCHY y creador de la serie de Marvel THE DEFENDERS–, la serie de Luna y García Bernal gana muchísimo gracias a la evidente química que hay entre ambos, que parecen completarse sus frases al hablar y que obviamente son más que creíbles como amigos (muy distintos, pero complementarios) de toda la vida. Hay algunos terrenos en los que la serie que son un tanto previsibles (los consabidos traumas infantiles), lo que no le da quizás el tiempo suficiente, o el necesario, para explorar a fondo otros más ligados a los desórdenes neurológicos de boxear toda la vida. O, hasta ahora al menos, a la investigación que conduce Irasema.
Despareja pero creativa y sobre todo muy vital, LA MAQUINA es una muy entretenida serie sobre una amistad que debe sobrevivir al caos, una comedia dramática que es menos sobre el boxeo que sobre los problemas, sacrificios y el absurdo de lidiar con las consecuencias de llevar una vida pública, al alcance y a juicio de todo el mundo. Para Osuna es imposible tener una cita sin ser interrumpido y fotografiado. Para Andy, las presiones corren por otro lado (ya verán cuáles son). Pero, ante la necesidad, la urgencia y hasta la desesperación, saben que se tienen el uno al otro. Y así, entre canciones clásicas de Cristian Castro y «Lobo hombre en París«, hacen lo que pueden y como pueden para ayudarse a sobrevivir.