Estrenos online: crítica de «Alien: Romulus», de Fede Alvarez (Disney+)
Esta séptima película de la saga se ubica en la línea temporal entre la primera y la segunda, con un nuevo grupo de humanos enfrentándose a las ya célebres criaturas. Disponible en Disney+ el 21 de noviembre.
A todos aquellos que crecimos con las primeras y mejores partes de la saga ALIEN –a mí me tocaron entre la infancia y la adolescencia– nos ha resultado difícil volver a toparnos con las mismas sensaciones a lo largo de sus secuelas, precuelas o spin-offs. Las hay mejores y peores, un tanto más efectivas en cuanto a sus movimientos, pero la matriz inicial que va del minimalismo intenso de Ridley Scott al maximalismo violento de James Cameron de las primeras películas sigue siendo el núcleo duro del cual es imposible alejarse o volver del todo. El único que realmente intentó alejarse de ese esquema fue David Fincher con la malograda ALIEN 3, película que crece a la distancia por su intención de no parecerse a ninguna de las anteriores.
El caso de ALIEN: ROMULUS (debería ser ROMULO ya que de ese mito saca su título, pero bueh…) es paradigmático. El realizador uruguayo Fede Alvarez no se aleja mucho de los parámetros de las películas iniciales y, de algún modo, lo que hace es intentar una combinación entre las dos en términos de ritmo y tono, sumando la inquietud y el misterio de la primera a la acción más propia de un videojuego de la segunda. Que la historia transcurra justo en medio entre ambas –en términos de la línea temporal de la saga, por lo que sería técnicamente una «intercuela«– no hace más que confirmar la lógica de esa decisión.
En ese sentido ROMULUS funciona como una perfecta fan-fiction de alguien que pensó exactamente en esos términos: en hacer una película que marque la transición formal entre una y otra. En cierto modo, lo logró. La película de Alvarez es efectiva, logra transitar con bastante elegancia e ingenio por los terrenos probadísimos de la saga y aporta algún que otro giro narrativo inespeado. Lo que es imposible, de todos modos, es recapturar la sorpresa de los films de esa época. Sin ser del todo retro, pero con un tempo y un tono oscuro y un grano cinematográfico que remite más a entonces que a esta más iluminada época digital, la nueva ALIEN no suma ni resta demasiado a la tradición. Existe, se puede ver, funciona relativamente bien. Y si no la ven, no pasa nada tampoco.
Todo comienza con el intento de Rain Carradine (Cailee Spaeny, de PRISCILLA) de escapar de una colonia minera en la que está trabajando y de la que no puede salir por más de cinco años. A ella lo acompaña un androide amable llamado Andy (David Jonsson, de INDUSTRY), que está programado para protegerla. Rain le propone a un grupo de jóvenes en similar situación un plan que ya de entrada presenta muchos riesgos: abordar una vieja nave que está abandonada y flotando en el espacio, hacerla funcionar y fugarse de lo que de otra manera serían años de una cierta forma de esclavitud hacia Yvaga III, a la que imaginan una suerte de tierra prometida.
Al llegar a la nave descubrirán que está más destruida de lo pensado y en muy malas condiciones. No solo eso sino que hay algunos ruidos y movimientos que presagian la existencia de algo allí adentro. Lo primero con lo que se toparán son con un ejército de los llamados facehuggers y a partir de ese momento todo empezará a volverse más y más caótico. Es, claro, el indicio de otras cosas más grandes, peligrosas y violentas que irán haciendo su trabajo con este grupo de compañeros que incluye a Navarro (Aileen Wu), Tyler (Archie Renaux), Bjorn (Spike Fearn) y su hermana Kay (Isabela Merced), una serie de personajes un tanto intercambiables. En el medio aparecerá alguna versión de viejos personajes y se mencionarán hechos que los más memoriosos quizás recuerden. Pero el eje seguirá siendo el mismo: escapar a una casi segura muerte a manos de estas criaturas.
En medio de las variantes de las persecuciones, ataques, escapes y otras ya tradicionales (e internas) formas en las que las criaturas se van manifestando y liquidando a los humanos, el guión de Alvarez y su habitual compinche Rodo Sayagues va dando pistas que unen, conectan y completan algunos de esos datos (o «Easter Eggs») que tanto les gustan a cierto tipo de obsesivos fans. Los que no tienen todos los episodios en la memoria (especialmente las dos partes de PROMETEO) seguramente se perderán ese tipo de detalles y tendrán que conformarse con la acción pura y dura, pero la dupla de guionistas tira alguna data allí para entretener a los que quieren más que eso.
Se sabe que, originalmente, esta secuela estaba pensada para salir directo a través de la plataforma Hulu, pero la productora le vio mayores posibilidades comerciales y decidieron estrenarla en pantalla grande. Es una excelente decisión –el tipo de experiencia se aprecia más y mejor en una sala de cine–, pero de todas maneras uno nota su origen modesto y limitado en tamaño. Para tipos como Alvarez, que ha hecho una carrera dando mucho con poco (ver sino POSESION INFERNAL o NO RESPIRES, por no hablar de sus cortos uruguayos), no es necesario mucho más. La «Clase B» le cae como anillo al dedo y al fin y al cabo la saga ALIEN funciona bien en ese registro puro y duro de tensión y suspenso constantes. La mitología es, en el fondo, puro polvo espacial.