Estrenos online: crítica de «Libre: encanto criminal», de Mélanie Laurent (Amazon Prime Video)
Mezcla de thriller y comedia, esta película francesa se inspira en la vida de un ladrón de guante blanco que se hizo famoso robando negocios en los años ’70 y ’80. En Amazon Prime Video.
El ladrón romántico, aventurero y anti-establishment es un personaje que el cine, especialmente el europeo, ha utilizado mucho. Me refiero a todos aquellos –reales o no– que lograban vivir de atracos no violentos, sin utilizar armas y que parecían no poder estar sin robar algo, de la manera más elegante posible. Los tipos podían disfrutar de unos días o unas semanas, de descanso –alguna vacación o un lujo a partir de las «ganancias» obtenidas–, pero pronto se aburrían. Necesitaban la adrenalina del golpe, la emoción del escape, la persecución, la victoria. Y si era «mojándole la oreja» a la policía, mucho mejor.
Bruno Sulak era uno de estos ladrones. Al menos en esta versión inspirada en la vida del personaje real, lo que la actriz y directora Mélanie Laurent (que aquí solo está detrás de cámara) intenta transmitir es la vida de un adicto al robo, al escape y, en el costado quizás más ficcional de todos, al amor. Más que un thriller, LIBRE tiene algo de ATRAPAME SI PUEDES o de otras comedias que se toman con ligereza y humor, durante la mayor parte del tiempo al menos, las desventuras de su intrépido, arriesgado y simpático protagonista.
Interpretado por Lucas Bravo (famoso internacionalmente por su rol como Gabriel en la serie de Netflix EMILY EN PARIS) encarna a Sulak, un joven francés de veintitantos años que, a fines de los años ’70, se dedicaba a robar supermercados. Su plan –en esa época con menos tecnología para la vigilancia– era simple. Mientras su socio Drago (Steve Tientcheu) se ocupaba del gerente o encargado, él comandaba las acciones en el piso, pero lo hacía con carisma, elegancia y con unos ojos azules tan seductores que muchas «damnificadas» parecían hasta felices de verlo actuar.
El tipo no les robaba a los clientes sino que recogía dinero de las cajas, pidiéndole a todos los presentes (mujeres en su gran mayoría) que lo tomaran con calma, que no era dinero de ellas sino de la empresa. Sonreía, saludaba al salir y se subía con total tranquilidad a un coche manejado por su novia, Annie (Léa Luce Busato), que los sacaba de ahí sin problemas. Si bien la situación está claramente exagerada para mostrar con liviandad lo inofensivos que eran sus robos, es evidente que no eran tan difíciles de hacer.
La película seguirá su carrera profesional, su necesidad en algún momento de pasar a robar establecimientos con más recaudación (las joyerías pasaron a ser su especialidad, entrando a ellas como un encantador cliente), sus detenciones, sus intentos de fuga de las cárceles y sus varios regresos a la acción, casi como si la vida delictiva fuera un juego sencillo. Esa recorrida por sus andanzas criminales será el hilo narrativo para mostrar también su relación pasional con Annie, con la que tenía una intensa historia de amor, y con George Moréas (Yvan Attal), el inevitable sabueso policial que lo tenía entre ceja y ceja, pero con el que también había una conexión de esas que, convengamos, solo existen en el cine.
LIBRE no apuesta por el realismo ni mucho menos. Es una comedia policial nostálgica –los peinados, vestuarios y ambientación de la época son excelentes– que solo por momentos se toma en serio a sí misma, especialmente cuando Bruno empieza a tomar más riesgos de los necesarios y Annie se enfurece con él. O, bueno, cuando la policía se acerca demasiado y el adictivo ladrón no entiende que debe parar. Es que así como era hábil para los robos, su personalidad lo llevaba todo el tiempo a hacer una de más y a arriesgarse innecesariamente. Era un juego para él, pero no para los demás.
Más allá de una extensión un tanto excesiva, LIBRE es una película ligera, lúdica, que recuerda también una época en la que se podía ver de una manera romántica a personajes de este tipo, especialmente por su discurso «rebelde» contra las autoridades. Es que Bruno, a veces, durante los robos, les «vendía» a los clientes o empleados la idea de que era una especie de Robin Hood que le sacaba a los poderosos. La diferencia, claro, es que luego no lo repartía entre los necesitados, sino entre sus socios. De todos modos, con las personas leales y que trabajaban bien, era un tipo solidario y honesto. Hay una curiosa situación que vive en una de sus detenciones carcelarias que lo prueba.
En su ya séptimo largo como realizadora, la actriz conocida por su rol en BASTARDOS SIN GLORIA utiliza varias musicalizadas secuencias de montaje con buenas y oscuras canciones de la época (como esta y esta, entre otras) y no se caracteriza por darle ni demasiada profundidad a sus personajes ni originalidad a la puesta en escena. Pero de todos modos LIBRE funciona, gracias más que nada al carisma de sus protagonistas y, sobre todo, al inocente encanto una época en la que los llamados ladrones de guante blanco era figuras románticas y encantadoras que fascinaban a todos. Hasta a sus víctimas.