Series: crítica de «Cromañón», de Marialy Rivas y Fabiana Tiscornia (Amazon Prime Video)
Esta miniserie narra los trágicos hechos del 30 de diciembre de 2004 a través de la historia de un grupo de amigos fanáticos de la banda Callejeros que fueron a ese show. Desde el viernes 8 de noviembre por Amazon Prime Video.
La puesta en ficción de un hecho trágico conlleva siempre sus riesgos. Y si se trata de un caso como el de Cromañón, con sus repercusiones y consecuencias a flor de piel, aún a veinte años del hecho, todavía más. Es un desafío complicado por distintos motivos, desde lo legal a lo político pasando por lo estético y por lo “verdadero” o no de lo que se narra. CROMAÑON, la serie, arranca con un clásico disclaimer explicando que, pese a que el hecho central que se narra es real, las historias que se cuentan son ficcionales. En el fondo, para cualquiera que vea la serie, lo fundamental es que sea honesta, creíble y que se sienta lo más verdadera posible. Se trata, obviamente, de una apreciación subjetiva, una que será muy distinta en función de cada espectador. Y ese es un lugar al que ninguna crítica –que es una mirada subjetiva como todas– puede llegar.
Todo este preámbulo quizás sirva para aclarar una cosa: este comentario tiene que ver con la serie en sí, con sus logros y problemas, sus hallazgos y sus zonas complicadas, y no verán aquí una lectura específica sobre si la serie tiene razón o no a la hora de dirimir culpas y responsabilidades del caso en sí. No es la función de esta crítica –tampoco tengo la información suficiente para transformarme en juez y/o jurado del caso– analizar la relación entre lo que se ve acá y lo que sucedió en la realidad, sino pensar a CROMAÑON como una producción audiovisual y ya. Lo demás quedará para que los espectadores decidan por su cuenta y con la información que tengan.
Aclarado eso, vamos al tema. CROMAÑON es una serie de ocho episodios centrada en un amplio grupo de amigos y familiares de la zona de Villa Celina, en el conurbano bonaerense, la misma localidad de la que era la banda Callejeros. Y la historia, que se organiza en dos tiempos, arranca con la noticia, en 2008, del suicidio de uno de los sobrevivientes de aquella terrible noche del 30 de diciembre de 2004 en la que murieron 194 personas. Malena (Olivia Nuss), una chica que vive en Rosario, reconoce que ese chico es el que la sacó del medio del caos en Cromañón, cuando ella desfallecía, casi sin aire. Y tras un llamado telefónico decide volver a su casa allí, la que dejó poco después del hecho.
Su regreso será la excusa para un largo flashback a 2004 que será, en buena medida, la historia central de la serie. Allá, Malena vive con su madre, Betty (Soledad Villamil) y sale con Lucas (José Giménez Zapiola “El Purre”), un chico del barrio. Los dos son parte de un grupo de amigos, muchos de los cuales tocan en una banda de rock llamada Peces Chinos. Allá están Nico (Toto Rovito), Cheti (Lautaro Rodríguez) y Tuca (Alan Madanes), entre otros. Al grupo de amigos hay que sumarle a «Bichito» (Eloy Rossen), un chico que está empezando a salir del closet; Tamara (Antonia Bengoechea), aspirante a fotógrafa y hermana de Lucas; Luli (Nicole Mottchouk), experta patinadora, y varios más. Luis Machín y Muriel Santa Ana encarnan a los padres de Lucas mientras que Esteban Lamothe y Paola Barrientos son los padres de Nico, si bien los adultos acá tienen un rol bastante secundario.
La historia de los amigos tendrá como eje los tres shows de Callejeros de ese fin de 2004, ya que todos son fanáticos de la banda y planean ir. Los primeros episodios servirán para conocerlos mientras el tema de las entradas, los contactos y las posibilidades de ir a ver a la banda correrán en paralelo a las historias personales de cada uno y sus relaciones. Entre todas ellas, la principal pasará por el incómodo triángulo romántico que hay entre Malena, Lucas y Nico. Malena está de novia con Lucas, pero él parece distraído con sus muchas actividades sociales –y su fanatismo por Huracán–, por lo que ella termina acercándose a Nico. El problema extra es que ellos dos son muy amigos y, en un barrio en el que todos se conocen, no parece haber lugar para ese tipo de relaciones sin que haya consecuencias.
En paralelo, la historia irá regresando a 2008 y allí ya sabremos que algunos de los protagonistas no sobrevivieron a la masacre y que a los que sí lo hicieron, salvo excepciones, todavía les cuesta contactarse entre sí por el trauma que les dejó la experiencia, las muertes cercanas y la llamada «culpa del superviviente». A Malena le piden salir de testigo en el juicio que el padre de Lucas está llevando a los distintos responsables (Callejeros, Omar Chabán, el gobierno porteño) y ella no sabrá si hacerlo o no. Y por ahí pasará lo central de ese eje temporal: el incómodo reencuentro, las tensiones, los miedos y la necesidad de todos de avanzar con el caso y tratar de ir cerrando, si es que se puede, algunas de las tantas heridas abiertas.
En el centro de la serie estará el show de Cromañón y el incendio en sí, casi un minuto a minuto de todo lo que sucedió ese día y esa aciaga noche, desde el punto de vista y la experiencia de cada uno de los protagonistas, todos presentes en el lugar. Y a eso le seguirán las consecuencias inmediatas, los hechos de los días inmediatamente posteriores. Y allí la serie irá al hueso más duro y complicado de todos, donde la ficción no siempre puede resolver el margen que la separa de la realidad y donde la distancia entre qué se cuenta y cómo se cuenta empieza a volverse más complicada.
Hasta llegar allí –el quinto episodio de los ocho–, CROMAÑON es una serie creíble, sólida, construida con recursos tradicionales y personajes que si bien representan a distintos estereotipos y conflictos clásicos, tienen un grado de verdad y plausibilidad que la hacen accesible y humana. Es cierto que el cúmulo de historias raramente sale de lo convencional, pero los diálogos del equipo de guionistas funcionan bien, las experimentadas directoras Fabiana Tiscornia y Marialy Rivas logran construir un universo, un espacio y una sensación de lugar convincentes (gran parte de las escenas, curiosamente, se filmaron en Uruguay) y los actores terminan por darle a todo lo que pasa una verdad que, en otras manos menos talentosas, podría desvanecerse.
Uno tiene la sensación que los creadores de CROMAÑON habían logrado salir bastante ilesos de casi todas las trampas en las que la serie podría haberse metido. Sí, todo tiene un aroma un tanto similar a TANGO FEROZ, pero un par de tonos más abajo y con menos pompa y grandilocuencia. Y las canciones, en su mayoría de rock barrial (se escuchan temas de Intoxicados, Viejas Locas, Jóvenes Pordioseros, Las Pelotas, aunque también de El mató a un policía motorizado y Babasónicos, entre otros, además de varias canciones compuestas para la serie e interpretadas por los protagonistas, pero nada de Callejeros), ayudan a dar esa sensación de época y lugar de Gran Buenos Aires de mediados de los 2000.
El problema que la serie no logra sortear tiene que ver con la reconstrucción del hecho en sí, optando por una recreación detallista que está en el límite con lo morboso y lo abyecto cuando podría haber optado por un acercamiento más pudoroso o, si se quiere, creativo o hasta poético. “No filmés, hermano, ¿no vés que se está muriendo gente acá?”, dice un sobreviviente cuando las cámaras de TV llegan al lugar a mostrar lo que pasa, y uno bien podría reclamarle eso a los creadores de la serie. No hay necesidad, realmente, de retraumatizar o revictimizar ni a los involucrados en la ficción ni a los sobrevivientes y ni siquiera a los espectadores mostrando con lujo de detalle –con cámaras lentas y una puesta en escena propia de una secuencia de alto impacto y gran producción– cada trampa mortal con la que los chicos se toparon, cada falsa sensación de escape y cada confusión personal que puede haberle generado aún más problemas a los protagonistas.
Hay algo problemático en todo eso, más aún tomando en cuenta que se recrea en función de un proyecto fundamentalmente comercial. Es cierto que es una secuencia bien realizada, impactante y muy fuerte de ver, pero aún así (o quizás más aún a partir de eso) uno tiene la sensación de que es innecesaria, que hay otras formas más respetuosas, temblorosas y menos exhibicionistas de acercarse a un hecho tan angustiante como la muerte en esas dimensiones. Una vez que eso termina, CROMAÑON recupera su tono, logra volverse muy emotiva y eleva en buena medida su costado social y hasta político, pero mi subjetiva sensación es que ese episodio es una trampa que los creadores de la serie no lograron ni supieron evitar.
El espectador que consiga no incomodarse ni verse afectado por la forma en la que se narra la noche del 30 de diciembre, quizás no le vea a la serie ese agujero negro que para mí tiene en su centro. Es que, en todos los demás aspectos (técnicos, actorales, narrativos, estéticos), CROMAÑON es un trabajo más que respetable y bastante mejor que el promedio de lo que hay en el mercado del streaming actual, gracias también al talento de muchos nombres reconocidos del cine nacional detrás de cámaras. Pero así como la gran mayoría de los cineastas actuales saben que no hay necesidad de filmar la violencia doméstica o los abusos sexuales cuando se quiere contar una historia sobre esos temas, acá se les pasó por alto que ante la tragedia, la masacre o el horror de la muerte masiva de cientos de personas, lo mejor que se puede hacer es desviar las cámaras y encontrar otros recursos, más comedidos y prudentes, para hablar de un dolor tan inconmensurable.
Las directoras MARALY RIVAS y FABIANA TISCORNIA son las responsables de esta arriesgada miniserie de 8 episodios sobre la masacre en el recital de Callejeros en Cromañón del 30/12/2004.
Los dos primeros episodios presentan a los personajes principales en dos tiempos: el año 2008 cuando se produce el suicidio de un sobreviviente que empoja a una joven que está en Rosario a volver a Villa Celina en el Gran Buenos Aires donde era parte de un grupo de amigos que fueron esa noche en Cromañón.
Los episodios 3 y 4 se centran en los recitales de la banda Callejeros el 28/12/2004 y 29/12/2004.
Los episodios 5 y 6 muestran el incendio y lo que siguió después en esa misma noche-
Los últimos dos episodios desarrollan la causa judicial contra los responsables de la masacre de Cromañón y cómo los sobrevivientes intentan reconstruir sus vidas.
El principal acierto de la miniserie es no hablar de una tragedia inevitable sino de una masacre que pudo ser evitada porque hubo irregularidades que fueron decisivas como la sobreventa de entradas en relación a la capacidad del local con la complicidad de la banda musical y su representante, no había ningún matafuegos que funcionara, las salidas estaban casi todas clausuradas, el bochorno de los baños que tenían cortada el agua para incentivar a los jóvenes al consumo de bebidas y el ritual de prender bengalas en lugares cerrados incentivado por la propia banda musical.
En relación a los personajes ficticios hay aciertos y errores. Los mayores aciertos se encuentran en la construcción de cinco personajes claves: 1) MALENA (consagratoria actuación de la joven actriz y cantante OLIIVIA NUSS) quien vuelve de Rosario en el 2008 para terminar sumándose al proceso judicial que hay contra los responsables de la masacre. 2) NICOLÁS( muy buen trabajo de TOTÓ ROVITO) un cantante de una banda musical del conurbano. 3) LUCAS (convincente trabajo de JOSÉ GIMÉNEZ ZAPIOLA) novio de MALENA. 4) TAMARA (bien ANTONIA BENGOECHEA) que es la hermana de LUCAS y fotógrafa del los recitales. 5) CARLOS (el gran actor LUIS MACHÍN) padre de LUCAS y TAMARA, el abogado que se convertirá en el organizador de la causa y de los familiares.
Las debilidades aparecen en el registro televisivo más emparentado con el teleteatro de algunas situaciones de otros personajes forzados que estiran la duración de la miniserie más de la cuenta.
De conjunto debe decirse que las directoras salen airosas del difícil abordaje de una masacre y que CROMAÑÓN es una interesante miniserie que merece ser vista (7/10)
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Terminé de ver la serie, y sin estar muy empapado con los sucesos de esa noche, y tb considerando que hace 20 años ya, creo que está muy bien lograda. Muy real y creíble. Talvez un poco crudo el relato del capítulo 5, pero seguramente quieren dimensionar lo que realmente pasó. Talvez exageran un poco el abuso del alcohol y la droga, pero talvez no tanto. No se, no puedo opinar de algo que no conozco.
Me parece que refleja muy acertadamente los hechos ocurridos durante esas noches y los días previos y posteriores, y años posteriores tb
Merece ser vista