Estrenos online: crítica de «El plan del asesino» («Knox Goes Away»), de Michael Keaton (Amazon Prime Video)

Estrenos online: crítica de «El plan del asesino» («Knox Goes Away»), de Michael Keaton (Amazon Prime Video)

por - cine, Críticas, Estrenos, Online, Streaming
10 Ene, 2025 01:06 | comentarios

Cuando un asesino a sueldo se entera que está enfermo y que le queda poco tiempo de uso de sus facultades mentales, arma un complejo plan para redimirse con los suyos. Con Michael Keaton, James Mardsen y Al Pacino. Estreno de Amazon Prime Video.

Siempre es difícil establecer qué es lo que lleva a un actor a querer dirigir una película, pero una de las convenciones más obvias dice que el paso al otro lado de la cámara tiene que ver con encontrar uno de esos papeles al que sacarle máximo provecho. Uno tiene la impresión que fue eso lo que llevó a Michael Keaton a hacer de EL PLAN DEL ASESINO su segundo film como realizador. John Knox, el protagonista de este policial, tiene esas características. Se trata de un asesino a sueldo que descubre que su mente está empezando a fallarle. Tras visitar a un neurólogo, se entera que tiene una veloz forma de demencia (la llamada Enfermedad Creutzfeldt-Jakob), por lo que a lo largo de la película veremos a John ir perdiendo la compostura, la memoria, equivocarse, enredarse en cosas y entrando en lagunas mentales cada vez más largas.

Un policial con elementos dramáticos que podría haber funcionado mucho mejor si se invertía el peso entre ambos géneros, KNOX GOES AWAY toma como eje los supuestos intentos de Knox por redimirse con su hijo y con otras personas de su entorno con las que no ha quedado bien a lo largo de muchos años dedicados a la vida criminal. Sabe que le queda poco tiempo de vida, que su mente empezará a fallar cada vez más y, a partir de ciertas circunstancias, armará «el plan» que le da título al film en castellano en función de hacer algo con el tiempo en el que tendrá cierto control de su memoria, su inteligencia y, sobre todo, su rapidez mental y física.

Pero todo se complica más de lo pensado cuando, en un «operativo» en el que debe trabajar con su socio, Thomas Muncie (Ray McKinnon), termina enredándose y matando por error a una mujer y al propio Muncie, lo que deja en evidencia que la demencia está empezando a afectarlo en su trabajo. La policía, rápidamente, lo pone en su lista de sospechosos. Poco después, de un modo inesperado (y muy conveniente, en términos de guión), aparece en la puerta de su casa su hijo, Miles (James Marsden), con el que no se veía hace años. Miles le confiesa que, en un rapto de bronca, mató al novio de su hija adolescente por haberla violado y que necesita su ayuda para saber cómo actuar. John le dirá que se quede tranquilo, que haga su vida normal y lo deje a él trabajar. Ese, de algún modo, será su plan.

A lo largo de la película lo veremos intentar borrar de una manera un tanto curiosa la evidencia del crimen y, a la vez, manejar algunos otros aspectos de ese «plan», que incluye por un lado monetizar sus posesiones y entregarlas a sus seres queridos (aquí figuran una prostituta polaca que lo visita regularmete interpretada por Joanna Kulik y una ex mujer que encarna Marcia Gay Harden) y, por otro, conseguir ayuda para seguir avanzando, ya que sabe que no puede confiar en su propia mente. Y en eso lo ayuda un viejo amigo del mundo criminal llamado Xavier, interpretado por Al Pacino en unas pocas pero importantes escenas. Así, mientras la policía lo cerca y él se organiza, John Knox va perdiendo de a poco contacto con la realidad.

El de EL PLAN DEL ASESINO es un guión enredado –más propio de un film noir de los ’40 o ’50 que de un drama psicológico realista– que sigue un caso idem en el que, quizás, el mayor misterio pasa por saber si John está en uso de sus facultades mentales al ejecutarlo o no. Es que Knox, además, no quiere contarle a nadie su situación y la gente que se cruza con él –desde su amante a su hijo, de la policía a su ex mujer– no entiende bien, en algunas instancias, su modo de actuar. Se olvida nombres, hechos, lugares, se confunde su casa, dice haber hablado hace días con personas que llevan años fallecidas y así. El rápido deterioro de Knox se cuenta a través de carteles (Semana 1, Semana 2, así) y, entre una y otra etapa del film, es evidente que va desmejorando.

Keaton no exagera ni se excede a la hora de interpretar a Knox. Si bien está latente la tentación de pelar recursos actorales llamativos, propios de un «personaje con enfermedad mental», la lógica del relato va hacia otro lado, ya que el espectador nunca debe saber del todo si Knox está o no está en el uso pleno de sus facultades en varias de las situaciones que le tocan atravesar. Al interpretarlo de un modo medido y parco, el enigma se sostiene. El problema es que la película le pone demasiado peso narrativo al plan en sí y no tanto a las emociones y sensaciones que un tipo como Knox atraviesa ante la dura situación que le toca vivir. Si bien esa frialdad es lo que uno espera de un asesino a sueldo en un policial negro, la película se debilita un poco a partir de esa ausencia.

Aún así, KNOX GOES AWAY sostiene la intriga hasta el final, le agrega un par de situaciones de tensión y violentas en el medio (caprichosas, pero efectivas) y consigue sumarle al combo una pizca de emoción en las escenas que Keaton tiene con Gay Harden y, en menor medida, con Pacino. Cuando Keaton está con ellos, uno puede notar en él no solo las incomodidades prácticas de tener que convivir con esa cruda enfermedad sino también el dolor de ya no ser el mismo, el darse cuenta que casi todo lo que está haciendo, lo hará por última vez. Y cuando eso se pone en primer plano –que es menos de lo necesario–, la película crece y sus repercusiones se agrandan.