
Series: crítica de «El mejor infarto de mi vida», de Pablo Bossi y Beda Docampo Feijóo (Disney+)
Basada en cuentos y en la historia de vida de Hernán Casciari, esta miniserie se centra en las experiencias de un escritor antes, durante y después de un ataque cardíaco. Con Alan Sabbagh, Olivia Molina, Imanol Arias, Eleonora Wexler e Imanol Arias. En Disney+ desde el 24 de enero.
Tomando como base algunos de los cuentos del libro homónimo de Hernán Casciari y mezclándolos con la historia de vida del propio Casciari y la de la pareja que integran los uruguayos Javier Artigas y Alejandra Oddone –quienes estuvieron muy involucrados en la situación que da título a la serie–, EL MEJOR INFARTO DE MI VIDA pone el eje narrativo en ese específico ataque cardíaco para seguir las historias de vida de varios personajes relacionados con ese evento, de distintas maneras. En especial, el personaje que hace las veces de Casciari llamado aquí Ariel e interpretado por Alan Sabbagh.
Ariel es un escritor que trabaja en una editorial porteña. Allí, además de escribir unos libros de poesía que no se venden mucho que digamos, pasa gran parte de su tiempo como «ghost writer», como se llama en la jerga editorial a los escritores y/o periodistas que «ayudan» a personalidades famosas a escribir sus libros mayormente autobiográficos. Es un trabajo que le interesa poco y nada pero le da buenos dividendos económicos. La serie conecta con David en un momento complicado: está a punto de separarse de su esposa (Eleonora Wexler), quien ya le dijo que está enamorada de otra persona; recibe el encargo de escribir otro libro de ese tipo (la biografía de un abogado célebre, interpretado por Rafael Spregelburd) y está bastante excedido de peso, algo que no se lleva demasiado bien con su costumbre de fumar un cigarrillo tras otro.

El único «dato positivo» de la situación es que, en una salida con su jefe y el abogado chanta en cuestión, conoce a Concha (Olivia Molina, la hija de Angela Molina), una bailaora española que se presenta en un show porteño. En una charla casual con ella, Ariel le pasa su teléfono, le dice que al otro día se irá de viaje a Uruguay y ella se suma al paseo. Una vez en Montevideo van a parar a un muy bonito Airbnb y allí, inesperadamente y en su primera noche juntos, Ariel tiene el infarto en cuestión. Y para llegar sano y salvo al hospital le será fundamental la ayuda de la pareja de Alejandra y Javier (Romina Peluffo y Rogelio Gracia), dueños de la casa que alquilan. A partir de eso, la serie irá y vendrá en el tiempo para contar la continuidad de ese evento, tanto en lo que tiene que ver con Ariel como con Concha y, especialmente, con la pareja de anfitriones en Uruguay, cuya historia de vida previa y posterior al «rescate» es central a la trama, casi tanto como la del escritor.
Con un tono de comedia dramática amable, a años luz del estilo más bombástico y ensordecedor de MAS RESPETO QUE SOY TU MADRE –también basada en textos de Casciari–, la serie tiene como directores a dos veteranos del cine argentino (Bossi es un productor de larga trayectoria y Docampo Feijóo viene haciendo películas desde los años ’80, con títulos como DEBAJO DEL MUNDO y LOS AMORES DE KAFKA) a los que se suma Mariana Wainstein (LINDA). Más allá de poseer una estructura dramática un tanto incierta, EL MEJOR INFARTO… funciona bastante bien como una suerte de comedia humana sobre segundas oportunidades, algo que conecta a todos los personajes de la trama. Para Ariel, ese infarto le brinda la posibilidad de una nueva vida. Para Concha, el contacto con Ariel transforma lo que también era una vida un tanto sufrida. Y, para la pareja de anfitriones, que venía de atravesar una situación difícil, la conexión con ese episodio sanitario marca también un antes y un después en sus vidas.

Para llegar a esto la serie pega unos giros narrativos un tanto extraños y por momentos está al borde de parecer una promoción de los emprendimientos profesionales de la pareja o bien de Airbnb, la exitosa pero a la vez controvertida plataforma digital dedicada a la oferta de alojamientos turísticos. Si la serie logra escaparle a la sensación de estar viendo algo así como un «contenido patrocinado», eso es gracias a la credibilidad de la historia –que es real, más allá de estar varias veces alterada, primero por el propio Casciari y luego en el guión–, a la actuación de su elenco principal (además de Sabbagh y Molina aparecen, en pequeños roles, Imanol Arias y Rita Cortese) y, especialmente, a ese tono delicado, casi de comedia indie que parece envolver a toda la propuesta, musicalizada por canciones de The Magnetic Fields (se escuchan casi una decena de temas del álbum «69 Love Songs«) y Belle & Sebastian, entre otros.
Es gracias a ese tono relajado, cálido y humanista –todo un riesgo comercial, ya que el mercado hoy parece pedir cosas mucho más expansivas y altisonantes, más cerca del trap que del pop indie de los ’90– y a la manera sensible en la que trata a sus protagonistas, que EL MEJOR INFARTO DE MI VIDA termina funcionando como una cariñosa oda contra la frustración, la desesperanza y hasta la depresión. Las segundas oportunidades hay que tomarlas como vienen ya que, a veces, el que parece ser el peor momento de tu vida puede terminar, sin que te lo imagines, siendo el mejor.