
Berlinale 2025: crítica de «1001 Frames», de Mehrnoush Alia (Panorama)
En este drama iraní un director arma sesiones de casting con varias actrices a las que va intimidando, acechando y acosando con aparentes intenciones sexuales.
Uno de los ejes o disparadores del #NiUnaMenos fue la industria del espectáculo. A partir del escándalo de Harvey Weinstein, el foco de atención inicial pasó por denunciar a muchos hombres con poder dentro de esa industria, primero en los Estados Unidos y luego en otros países. 1001 FRAMES retoma ese tipo de tensión para narrar, de una forma económica y rigurosa, uno de los procesos más controvertidos de ese mundo: el de las sesiones de casting. Lo que se ve acá puede describirse como una decena de sesiones de ese tipo en las que un director iraní les va pidiendo diferentes cosas a distintas actrices, pasando de la amabilidad y empatía iniciales a situaciones cada vez más tensas y complicadas.
En un estudio varias actrices están haciendo casting para el rol de Scheherazade en una adaptación de LAS MIL Y UNA NOCHE. Salvo dos de ellas, el resto son todas muy jóvenes, algunas recién en la mayoría de edad. Con la cámara siempre puesta en las actrices –al director con el que conversan casi no lo ve y es él quien parece mover la cámara–, la película va combinando distintas charlas y situaciones, cada vez más incómodas, especialmente porque no hay ninguna persona más en las sesiones: son solo el director y la actriz en cuestión. Así, ante los distintos pedidos del hombre, las actrices van reaccionando de diferentes modos: algunas se dejan llevar por la propuesta, otras se quedan petrificadas, están las más tímidas, las más confiadas y las que no saben bien cómo reaccionar ante la intensidad, cercanía y creciente agresividad que va teniendo el realizador.

Uno puede hacerse un par de preguntas viendo el film. Por un lado, ¿será todo esto un ejercicio de parte del director para ver cómo las chicas reaccionan o realmente se trata de un brusco abusador sexual? ¿Hay algo por detrás de lo que vemos o es solo un muestrario grosero e incómodo de ese tipo de experiencias? En paralelo a los castings de las jóvenes, el director tiene sesiones con dos mujeres más adultas que claramente ven las intenciones del tipo o bien lo conocen de antes, por lo que lo confrontan ante la situación preguntándole por qué hace un casting de chicas jóvenes cuando el guión no tiene papeles para mujeres así.
1001 FRAMES es intensa y provocativa y, por más que uno pueda imaginar hacia donde irán avanzando las distintas situaciones, igualmente se vuelve más y más incómoda. Hay, sin embargo, algo molesto que tiene que ver con la idea de revictimización. La película hace sufrir a las chicas –aún dentro del paraguas de la ficción– un tipo de violencia y acoso desagradables, lo que se suma al potencial morbo o incomodidad de los espectadores a la hora de querer saber cómo se resuelve cada caso y qué actitud toma cada chica ante la cercanía cada vez más preocupante del abusivo director, que también las agrede verbal y psicológicamente. La película tendrá una justificación dramática para eso –no olviden que la directora real es una mujer–, pero quizás esa explicación llega un poco tarde.