
Berlinale 2025: crítica de «La memoria de las mariposas», de Tatiana Fuentes Sadowski (Forum)
Este film ensayo peruano investiga poéticamente la historia de dos indígenas que fueron llevados a Londres a principios del siglo XX. En la sección Forum del Festival de Berlín.
Dos indígenas del Perú fueron llevados por el abogado Roger Casement a Londres, a principios del siglo XX, para ser exhibidos con la supuesta idea de denunciar la esclavitud. Ese es el punto de partida de esta película peruana presentada en la Berlinale, un film que opta por el formato ensayo documental para contar una historia que bien podría haberse ficcionalizado, de tan ricas que son las resonancias que despierta. Pero Sadowski utiliza un elegante formato que combina antiguas fotografías, material de archivo de la época (de documentales y de películas de ficción) y escenas filmadas por ella en Super 8 pero trabajado de tal manera que –si uno no presta atención a ciertos detalles o movimientos de cámara– bien podría pasar como un documento de esa época.
Omarino y Aredomi son los nombres de los indígenas en cuestión, ambos de la zona cercana a Iquitos. De ellos no sobrevive nada más que un diario de viaje en el que se los nombra y una sola fotografía que los exhibe, ya en Europa, como si fueran extrañas criaturas. Si bien la idea, al llevarlos allí, era «políticamente correcta», ambos terminaron como objetos exóticos para los europeos, un poco como pasa con mucho cine latinoamericano en festivales. La lectura de ese diario y de otros documentos periodísticos de época informan la narración en off que completa el panorama. Allí, de un modo más poético que tradicionalmente narrativo, se va contando, explorando y analizando tanto esa situación específica como otras más generales ligadas al régimen y control colonial del comercio del caucho en la época.

De hecho, también se puede dudar de la veracidad de la historia en sus detalles específicos. LA MEMORIA DE LAS MARIPOSAS juega con la posibilidad de que su eje narrativo, no su contexto, sea un entramado armado específicamente para la película. Pero en el fondo, eso es secundario. El film, cuyo trato físico de las imágenes va dando todo el tiempo la impresión de ser un found footage cuando en realidad no lo es, incorporará, sin perder el tipo de registro visual, escenas filmadas en la actualidad, donde la herencia del más extremo colonialismo –no solo el tráfico de personas sino de la industria del caucho y sus perversiones– se sigue sintiendo.
En las voces de los que bien podrían ser los bisnietos de Omarino y Aredomi las consecuencias de esa explotación física, económica y moral se sigue haciendo presentes. Y lo mismo pasa con las políticas actuales en buena parte del continente respecto al trato con los pueblos originarios. Las formas y modales pueden haber cambiado un poco, pero la canción sigue siendo la misma.