Series: crítica de «Día Cero» («Zero Day»), de Eric Newman, Noah Oppenheim y Michael Schmidt (Netflix)

Series: crítica de «Día Cero» («Zero Day»), de Eric Newman, Noah Oppenheim y Michael Schmidt (Netflix)

Robert De Niro interpreta a un ex presidente que comanda una investigación para saber quién cometió un atentado terrorista en los Estados Unidos. Con Jesse Plemons, Lizzy Caplan, Joan Allen, Connie Britton, Angela Bassett y Matthew Modine. En Netflix desde el jueves 20 de febrero.

Con un elenco extraordinario, propio de una película de esas que se candidatean al Oscar, liderado nada menos que por Robert De Niro, ZERO DAY es una serie ambiciosa, inquietante, políticamente actual aunque narrativamente un poco incierta y confusa que intenta poner la mirada en una sociedad norteamericana que vive una peligrosa situación de división interna. A partir de un breve pero dramático atentado terrorista de tan solo un minuto, la serie de seis episodios dispara una serie de hechos e intrigas que abarcan a todo el arco político de ese país y a sus potenciales enemigos.

De Niro encarna a George Mullen, un ex presidente de los Estados Unidos, muy querido y ya retirado, que vive en una tranquila casona junto al mar con su esposa Sheila (la gran Joan Allen, que regresa tras casi una década de ausencia en las pantallas), junto a un equipo de seguridad y personal doméstico. El hombre le debe a una editorial sus memorias, que está tardando en escribir, cuando lo viene a visitar una editora. Ahí sabremos más de Mullen: que no se lleva bien con su hija, la congresista Alexandra Mullen (Lizzy Caplan), que tuvo un hijo que falleció tras una aparente sobredosis y que sufre algunos disturbios mentales un tanto indescifrables: se confunde y olvida cosas, escucha música que no suena (esta bizarra canción de Sex Pistols) y ve personas que no necesariamente están ahí.

En medio de todo eso, durante un minuto hay un apagón en todo el país. Cuando vuelve la luz, quedan en evidencia las consecuencias: aviones que cayeron, accidentes de tránsito y otros desastres causaron más de tres mil muertos. Se sabe, por un mensaje amenazante que aparece en los celulares, que es un ataque y no un desperfecto técnico. Y la presidenta actual, Evelyn Mitchell (Angela Bassett), decide convocarlo para ser la cabeza del equipo de investigación del caso. En la tarea lo acompaña su mano derecha, Roger Carlson (Jesse Plemons), y luego se le sumará su antigua Jefa de Gabinete, Valerie Whitesell (Connie Britton), con la que tiene una complicada historia.

Ni su hija ni su esposa quieren que se encargue de la investigación, pero el deber cívico lo llama y Mullen se pone a disposición, tratando de avanzar en un caso complejo en el que no hay pistas claras y sí mucha manipulación política. ¿Serán los rusos, algunos hackers, la oposición? ¿Tendrán algo que ver los empresarios tecnológicos, los marginales del sistema, la prensa? La división es tan grande que todos pueden ser sospechosos, incluyendo un agresivo conductor de un canal de streaming (Dan Stevens), una billonaria tipo Elon Musk (Gaby Hoffmann), muchos hackers y rusos que circulan por ahí, y hasta alguno de su propio equipo. A la vez, el otro partido político –liderado por el Presidente de la Cámara de Representantes (Matthew Modine)– quiere quedarse con su puesto. A eso hay que sumarle un elemento esencial: Mullen tiene esa rara forma de demencia que le hace ver cosas que no necesariamente están ahí.

DIA CERO va organizando el relato de una forma efectiva y ajustada durante sus primeros tres episodios. Dirigidos los seis por la experimentada Lesli Linka Glatter, la serie recurre a las tensiones y formatos clásicos del thriller de intriga política, con las consabidas presiones internas para resolver el asunto –o al menos encontrar un culpable– y las presiones de un público al que le empiezan a poner límites al uso de tarjetas de crédito, ya que la tecnología se ha vuelto insegura. La diferencia con otros clásicos relatos de este tipo pasa, por un lado, por lo indescifrable del preciso y sofisticado ataque, y más que nada por la intensidad de una sociedad que, envalentonada por algunos agitadores, quiere respuestas rápidas.

La serie, escrita por el creador de NARCOS junto a dos reconocidos periodistas políticos, hablará también de las controvertidas medidas que las autoridades toman para detener personas –a la comisión liderada por Mullen le dan «poderes extraordinarios» para no prestar atención a ciertos límites constitucionales– e intentará, de una manera un tanto enredada, de mostrar el mundo de intereses secretos que corre por detrás de las caras visibles de la política. En cierto momento se vuelve demasiado. El guión tiene que trabajar con media docena de subtramas en paralelo, y muchas entran y salen sin demasiadas consecuencias. Algo parecido pasa con la lectura estrictamente política del problema. Analizarlo implicaría entrar en ciertos spoilers por lo que es mejor que cada uno haga su análisis, si se quiere ideológico, de lo que la serie presenta como su tesis.

Sin embargo, cuando la serie parece entrar en un pozo de caprichos narrativos (hay algo llamativo que tampoco puedo spoilear ligado a una subtrama), sobre el final recupera el nervio y la energía. La puesta en escena y el guión ahí ayudan, pero el secreto pasa por el elenco. De Niro le da a su personaje –un tipo decente que comete errores imperdonables y un estadista inseguro y consciente de sus limitaciones psíquicas– una complejidad que lo vuelve aún más intrigante. Si bien hay algo heroico en Mullen, sus problemas psicológicos empiezan a jugarle muchas veces en contra, y lo hacen actuar de formas perturbadoras. Y lo mismo pasa con los demás: Plemons hace crecer a un personaje que en otras manos sería menor y el trío Caplan, Nielsen y Allen aportan su magia cada vez que aparecen. Sin un elenco de esta categoría, los problemas narrativos de ZERO DAY quedarían mucho más en evidencia.

La serie –pensada y rodada antes de los nuevos cambios políticos– funciona desde un terreno relativamente ficcional en lo que tiene que ver con los nombres de los partidos políticos y los hechos recientes de la historia estadounidense. Se habla, por ejemplo, del atentado a las Torres Gemelas pero no se menciona la pandemia y así. Pero si bien uno puede establecer comparaciones y equivalencias con personajes y situaciones de la vida real, los creadores de DIA CERO han preferido ser cuidadosos y no jugarse de un modo directo, dejando que cada uno interprete, política e ideológicamente, lo que quiera. Lo que es muy reconocible es todo lo que rodea al mundo de la alta política: un clima tenso, violento, crispado y agresivo que pone todo el tiempo en riesgo las instituciones de ese y de cualquier país. En eso, la serie refleja con elocuencia la realidad que se vive todos los días en los países que parecen haber perdido, o están a punto de perder, el rumbo.