
Estrenos online: crítica de «La última parada de Arizona» («The Last Stop in Yuma County»), de Francis Galuppi (Netflix)
Este ejemplar de cine negro se centra en lo que pasa en un restaurante en medio de la ruta en el que paran dos ladrones que vienen de robar un banco. Con Jim Cummings, Jocelin Donahue y Richard Brake. Estreno de Netflix.
Los fans del cine negro con un toque humorístico en la escuela de Quentin Tarantino o los hermanos Coen se encontrarán con una grata sorpresa al ver LA ULTIMA PARADA DE ARIZONA, un ejemplar puro y duro de Clase B rutera estadounidense en la que un robo bancario, un diner en medio de la ruta, una gasolinera, un motel y muchas armas dicen presente para conformar una de esas historias en las que todo lo que puede salir mal sale, irremediablemente, mal. Y con mucha sangre de por medio.
Pero para llegar a eso falta mucho. La opera prima de Francis Galluppi –que fue convocado por Sam Raimi para filmar una nueva película de la saga EVIL DEAD tras verla– va acumulando gente y problemas en un restaurante perdido al lado de una gasolinera y un motel en medio de la ruta que va de Arizona a California. El primero en llegar es un vendedor de cuchillos (el actor/director indie Jim Cummings) que necesita cargar de gasolina su coche para llegar hasta Carslbad, California, donde vive su hija. Vernon (Faizon Love), dueño de la estación de servicio y el hotelucho, le dice que se ha quedado sin nafta y le recomienda esperar el camión que viene con la carga ya que, le dice, es la última posibilidad de cargar en las siguientes 100 millas. La literal última parada.

El vendedor en cuestión (jamás sabremos su nombre, en los créditos figura como «The Knife Salesman») se sienta a esperar la llegada del camión en el restaurante atendido por Charlotte (Jocelin Donahue), la joven esposa del sheriff local. En la radio se escucha que han robado 700 mil dólares de un banco local y que los culpables se han fugado en un Ford Pinto verde. Y poco después de esa noticia, ese mismo auto estaciona en el lugar. De ahí bajan dos tipos que son, claramente, los delincuentes. Sin gasolina para seguir, los ladrones Beau (el veterano Richard Brake) y Travis (Nicholas Logan) deben parar ahí también. Y cuando se dan cuenta que Charlotte está por llamar a la policía, los amenazan con armas.
Con el correr de las horas irá cayendo más y más gente al lugar –un matrimonio de ancianos de Texas, una pareja de jóvenes intensos, otro policía y un poblador indígena local, entre otros–, pero los cuatro que están al tanto de la situación se callan y siguen esperando un camión que, los espectadores saben apenas comienza el film, nunca llegará. Claro que esa situación de tensa expectativa no durará demasiado ya que, previsiblemente, el asunto se irá de las manos y todo se volverá sangriento. Muy sangriento. Lo curioso y hasta cierto punto original de THE LAST STOP IN YUMA COUNTY es que de ahí en adelante las cosas no avanzarán como uno supone, sino que toman un camino un tanto inesperado aunque igualmente violento.

La película transcurre en los ’70 y funciona como un homenaje a decenas de películas violentas de exploitation de esa época con ese toque entre irónico y gracioso que QT patentó en los ’90. De hecho, de todo el cine de Tarantino, la película de Galluppi se parece especialmente a LOS OCHO MAS ODIADOS, con la que comparte la única ubicación y la creciente tensión que se va desarrollando en ese lugar a partir de los violentos personajes que se encuentran allí casualmente. El sistema narrativo de LA ULTIMA PARADA… es similar, solo que con mucho menos presupuesto (el productor vendió la casa para financiar la película) y un elenco de actores con caras reconocibles pero muy lejos de ser famosos.
THE LAST STOP… funciona muy bien porque, pese al subgénero que homenajea, no exagera con los guiños cinéfilos sino que intenta ser creíble como tal, tomándose relativamente en serio a sí misma. Sí, el humor irónico aparece aquí y allá, pero el objetivo del realizador está en contar su historia de la manera más directa y efectiva posible. Puede ser gracioso ver como va sumándose gente al lugar sin saber la tensión que está creciendo allí por lo bajo, pero cuando la violencia se desata no se trata de un chiste. O no solamente. Cuidada desde lo formal, con una buena selección musical (Gladys Knight & the Pips, The Grass Roots, Roy Orbison y un clásico inoxidable de Paul Muriat) y un elenco dispuesto a jugar al juego propuesto, la opera prima de Galluppi es una de esas cartas de presentación que parecen asegurarle al cineasta un futuro promisorio.
Excelente película, austera y violenta. Muy bueno el comentario de Diego Lerer.