
Series: crítica de «Adolescencia» («Adolescence»), de Jack Thorne y Stephen Graham (Netflix)
Esta miniserie de cuatro episodios narrados en tiempo real y un solo plano secuencia intenta investigar las causas y consecuencias del crimen de una adolescente en Inglaterra. Con Stephen Graham, Owen Cooper, Ashley Walters y Christine Tremarco. En Netflix, desde el 13 de marzo.
El concepto que organiza ADOLESCENCIA puede sonar un poco a truco, uno de esos característicos gimmicks que sirven para vender una película o serie. Pero con el correr de los minutos uno se da cuenta que, más que hacerse notar por sí mismos, sirven para darle una urgencia, una verdad y un nivel de detalle a esta miniserie inglesa que sin eso quizás no tendría. ¿En que consiste el truco? Cada episodio está filmado en un plano secuencia, en una sola toma y en tiempo real, con las cámaras yendo de un personaje a otro y moviéndose en el espacio un tanto acrobáticamente. ¿Se nota el jueguito? Sí, se nota, especialmente en los episodios que se mueve de manera más enérgica y ampulosamente. Pero nunca molesta o llama la atención sobre sí mismo porque el espectador estará tan comprometido con lo que pasa que, después de un rato, se acostumbrará al constante movimiento de personas y acciones.
Lo central de esta fascinante miniserie británica es el caso que se narra. No tanto por el hecho policial en sí –hay decenas de series con algún tipo de crimen a resolver– sino por la manera en la que esa muerte dispara una suerte de breve estudio sobre lo que le da su título: la adolescencia. Creada por Jack Thorne y Stephen Graham, quien también la protagoniza, ADOLESCENCIA empieza con un rutinario pero potente caso policial. Más de media docena de autos de la policía de una pequeña ciudad británica –se filmó en South Elmsall, pero no se la nombra como tal– llegan a una casa, bajan con toda la fuerza, entran violentamente y a los gritos para detener a alguien. La sorpresa es que no van a detener a un narco, sino a un chico de 13 años que duerme y, al ver entrar a la policía brutalmente a su cuarto, se hace pis encima.

La detención de Jamie (Owen Cooper) es agresiva y los padres no entienden nada de lo que pasa. Lo acusan de un crimen, él asegura no haber hecho nada, lo meten a un patrullero esposado y se lo llevan a la comisaría. Atrás irá su papá Eddie (Graham, que protagoniza también la actual MIL GOLPES), su madre Manda (Christine Tremarco) y su hermana mayor (Amélie Pease). El detective encargado, Luke Bascombe (Ashley Walters), le va explicando los pasos al chico y buena parte del episodio se irá en el ingreso, los trámites, la tensión, los nervios y miedos que se viven en el momento, tanto de parte de Jamie como de su familia. Entre policías, abogados y trabajadores sociales que circulan llegaremos a un primer interrogatorio. Y allí entenderemos más claramente qué pasó o pudo haber pasado.
SPOILERS DEL PRIMER EPISODIO
A Jamie lo acusan de haber matado la noche anterior a una compañera de la escuela. El chico lo niega, el padre lo considera absurdo, pero la policía empieza a sacar pruebas cada vez más contundentes y reveladoras. Para el cierre del primer episodio, el enigma estará abierto. Si bien Jamie asegura no tener nada que ver, hay pruebas que en apariencia lo condenan. Pero nos quedará claro en el segundo episodio –que transcurre unos días después en la escuela a la que va Jamie– que ADOLESCENCIA está más interesada en analizar los motivos que pueden terminar derivando en un hecho así que los datos puntuales del crimen.
FIN DE ZONA DE SPOILERS
La serie organizará los episodios posteriores en la escuela, en una sesión de Jamie con una psicóloga (interpretada por Erin Doherty) y luego en su casa. Y el objetivo será claro e intrigante: ¿hay un mundo que los padres de chicos como Jamie no ven? ¿Hay zonas peligrosas en las que se mueven que ellos desconocen? ¿Tienen una personalidad más violenta que les ocultan? De a poco comenzará a ganar en importancia algo que la policía y los padres manejan mal y conocen poco: las redes sociales, los comentarios que allí se hacen, los grupitos, las discusiones y las tensiones entre los alumnos. La adolescencia es un universo cargado de pequeñas y no tan pequeñas violencias. Y los que las ejercen y las sufren no están del todo preparados para lidiar con ellas.

Cada episodio de ADOLESCENCIA se extenderá por la misma hora que dura verlo y en ningún momento tiene como objetivo completar todo el panorama. Hay personajes que entran y salen, otros que parecen relevantes y luego desaparecen, y lo contrario también. Gracias a ese esquema narrativo y al plano secuencia que la organiza, la serie funciona como un panóptico: un muestrario de distintos personajes y situaciones en los que prima la agresión y la violencia en el mundo adolescente. No se trata de encontrar tampoco traumas o culpables que expliquen lo que pasa: la crueldad y la tensión los atraviesa a todos por igual, desde el chico problemático al estudioso. Un emoji en Instagram puede desatar una desgracia. Un comentario agresivo, otra.
ADOLESCENCIA pone el ojo también en un tema cada vez más relevante: una suerte de regreso de la misoginia que recorre el mundo, marcado por una vuelta de ciertas actitudes agresivas y violentas de parte de muchos chicos que aparecieron, en parte, como consecuencia de algunas conquistas del feminismo. Conceptos como incels, personajes nefastos como Andrew Tate y el surgimiento de la extrema derecha entre los adolescentes varones son temas que rodean al hecho en sí y que intentan contextualizarlo, analizar el clima que se vive en esa escuela y que trasciende esos límites. Si bien la miniserie no se mete en política directamente, uno puede ver a muchos chicos (varones) de esa escuela e imaginarlos como futuros militantes de ese tipo de agrupaciones reaccionarias hoy lamentablemente tan en boga.
Más allá de ese análisis, la serie funciona como desolador y angustiante drama familiar. Si bien el espectador no sabe si Jamie cometió o no el crimen –y los padres tampoco–, la sensación que ADOLESCENCIA va dejando es que se trata de un problema muy difícil de resolver. No son peligros obvios ni involucran necesariamente a chicos que tienen determinada personalidad o una dura historia familiar, sino que pueden envolver a cualquier adolescente que esté más tiempo de lo necesario frente a un celular o una computadora, posteando y revisando cuentas de los otros, sintiéndose agredido y agrediendo, siendo parte de una cultura que se comunica por la vía de la humillación y la violencia simbólica. «Saqué por un rato los ojos de la pelota y pasó esto», dirá un personaje clave. Y la metáfora es clara: te distraés y perdés. Se trata de una batalla muy difícil de ganar.

Fuera de lo temático, ADOLESCENCIA impacta por sus impecables actuaciones (Graham, Tremarco, Doherty y el novato Cooper se lucen especialmente) y por la manera en la que el plano secuencia y el tiempo real sirven para adentrarse en momentos y detalles, en sensaciones y tensiones. Desconozco si hay trucos para ocultar los cortes, pero los haya o no es muy impresionante la coordinación entre el movimiento de la cámara y la intensidad que maneja casi todo el tiempo el elenco. Graham fue el protagonista de BOILING POINT, una muy buena serie inglesa que transcurría en un restaurante y estaba filmada de la misma manera, y reunió a buena parte de ese equipo para repetir y complejizar la experiencia. Y logró lo que buscaba. ADOLESCENCIA es una de las series más impactantes y angustiantes de los últimos tiempos.
«Pero nunca molesta o llama la atención sobre sí mismo porque el espectador estará tan comprometido con lo que pasa que, después de un rato, se acostumbrará al constante movimiento de personas y acciones.»
En mi caso ocurrió todo lo contrario: el dispositivo, el chiche, me distanciaban del drama gran parte del tiempo.
SPOILER: y no olvidemos que la chica acosaba al sospechoso.
La escena de la terapia me pareció ya un exceso innecesariamente prolongado y francamente teatral.
Me falta el capítulo final, pero la serie me pareció un artefacto prestencioso.
He visto esta extraordinaria película gracias a la excelente reseña de Diego Lerer. Saludos desde Santiago del Estero de Carlos Zurita
Perdón. «Adolescencia» no es una película sino una miniserie.