Series: reseña de «Dope Thief: ladrones de drogas», de Peter Craig (Apple TV+)

Series: reseña de «Dope Thief: ladrones de drogas», de Peter Craig (Apple TV+)

Dos amigos que se hacen pasar por agentes de la DEA para robarle a traficantes se meten en un gran problema cuando le roban a un poderoso cartel. Con Bryan Tyree Henry, Wagner Moura, Kate Mulgrew y Ving Rhames. Estrena sus dos primeros episodios el 14 de marzo en Apple TV+

Viendo series como DOPE THIEF uno lamenta que gran parte de la producción audiovisual se haya enfocado en este tipo de contenido de larga duración. Es que esta adaptación de la novela policial de Dennis Tafoya bien podría haber sido una sólida película, con una gran premisa, un excelente elenco y un muy bien capturado color local de las zonas más densas y complicadas de Filadelfia y alrededores. Pero el formato serial exige una extensión narrativa que es muy difícil de sostener, especialmente para una serie que revela algunas de sus principales cartas muy de entrada. De ahí en adelante, será cuestión de ir estirando y estirando una resolución que, cuando llegue, probablemente solo la conozca el diez por ciento de los que iniciaron este viaje.

Es una lástima, insisto, porque durante el primer episodio todo funciona a la perfección. Dirigido nada menos que por Ridley Scott –que es uno de los productores, con su compañía Scott Free–, el capítulo de apertura de DOPE THIEF no solo presenta a los personajes, su accionar, su amistad y su problemática personal sino que los enfrenta a una tensa situación de la que no hay salida fácil. Con guión de Peter Craig (guionista de THE TOWN, BATMAN y, como curiosidad, hijo de Sally Field), la serie tiene como protagonistas a dos amigos que, en primera instancia, parecen agentes de la DEA. Pero no lo son, sino que se visten como tales para entrar por la fuerza a lugares donde se preparan y/o venden drogas, llevarse lo que encuentran ahí como si fuera un decomiso oficial y escapar.

Ray (Brian Tyree Henry, uno de los protagonistas de ATLANTA) es el más organizado y, supuestamente, pensante de la dupla. Con un padre en la cárcel (Ving Rhames), una intensa madre (Kate Muglrew) y unos hechos problemáticos del pasado que lo atormentan, es quien recibe la info de los posibles blancos y quien organiza y comanda los robos. Su amigo de siempre, Manny (el brasileño Wagner Moura, que se metió en un similar mundo en NARCOS) tiene más dudas y miedos, pero juntos arman una buena dupla. Y el primer «asalto», más allá de una sorpresa, les sale muy bien.

Pero para el segundo reclutan a un joven ayudante y las cosas se complican. Van a buscar a sus potenciales víctimas a las afueras de Filadelfia y el asunto no solo termina en un caos y con varias muertes sino con una amenaza que pende sobre sus cabezas: «Donde vayan, los iremos a buscar«. Pronto, con la brutal muerte de algunos personajes que rondan ese submundo, queda claro que la amenaza es seria. Lo raro es que no sabemos –ni ellos ni los espectadores– de donde viene: es tan solo una voz amenazante que se comunica vía telefónica o walkie talkie y que sabe todo sobre la dupla y lo que hacen.

DOPE THIEF parte de ese disparador que ocupa el primer episodio para poner a la dupla en estado de permanente alerta. Ray tiene que ocuparse de alejar a su madre, cuidar a su perro y tratar de entender quiénes lo siguen y cómo huir de ellos. El menos organizado Manny pierde un poco el rumbo mientras lidia también con su esposa y su suegra latinas. En el camino, van cayendo personas y ellos mismos no hacen más que meterse en un problema tras otro, como si la trama necesitara de decenas de errores de los protagonistas para poder avanzar.

Y ahí está el problema principal de la serie: sus constantes y caprichosos enredos son excesivos, se sienten muy poco lógicos (para ser «profesionales», ambos prueban ser bastante torpes) y, además, la producción ha decidido que cada encontronazo policial –también los siguen miembros de la DEA reales– o con la banda llena de motoqueros que los persigue tenga que ser un baño de sangre gigantesco, con tiroteos por doquier, crueles asesinatos y masacres más propias de enfrentamientos militares que otra cosa. Si bien es cierto que la serie tiene tiempo de explorar las vidas personales de ambos (más de Ray que de Manny), esos momentos de introspección dramática se cortan rápidamente por otra urgente persecución o tiroteo.

Lo mejor de la serie pasa por el universo que retrata –una Filadelfia y alrededores que parecen sacados de algún país del Tercer Mundo– y por la relación de cariño y amistad entre ambos protagonistas, quienes se cuidan y se desviven el uno por el otro ante las duras circunstancias que atraviesan. Ray puede estar harto de su padre encarcelado, agresivo y demandante, y un tanto agobiado de su pesada madre, pero está dispuesto a dar la vida por su amigo. Y lo mismo sucede al revés.

Es esa relación, que brilla en los momentos en los que DOPE THIEF se calma un rato de su constante ataque de nervios (como referencia, hay una escena de acción que está filmada como si saliera de la cámara subjetiva que lleva en el cuerpo un policía), la que sostiene a la serie a lo largo de su excesiva extensión. Aún con eso, queda claro que LADRONES DE DROGAS podría haber sido una muy buena película y terminó, por cuestiones del mercado, como una apenas aceptable y medianamente entretenida serie.