
Series: reseña de «El gatopardo» («Il Gattopardo»), de Richard Warlow y Benji Walters (Netflix)
Esta nueva versión del clásico libro de Giuseppe Tomaso di Lampedusa es un melodrama familiar que transcurre en el marco de los conflictos sociales y políticos durante la Unificación Italiana. En Netflix.
La pregunta inicial, para cualquier cinéfilo que se precie, es un tanto obvia: ¿Hay necesidad de volver a filmar EL GATOPARDO existiendo un clásico del cine de todos los tiempos como es la versión de 1963 dirigida por Luchino Visconti? ¿Qué sentido tiene encontrar actores que reemplacen a Burt Lancaster, Alain Delon, Claudia Cardinale y compañía? ¿Qué cineasta está a la altura o tiene la capacidad de hacerse cargo de semejante desafío? La pregunta no tiene una respuesta clara viendo EL GATOPARDO en su versión Netflix 2025. Lo que hay para ver acá es una prolija reconstrucción y ampliación pictórica del mundo descripto por Giuseppe Tomaso di Lampedusa en su novela y transformado en imágenes por Visconti y compañía. Es un eco, una referencia, un repaso en formato accesible de lo que supo ser –y sigue siendo– una obra maestra.
No es, necesariamente, mala la nueva versión de EL GATOPARDO, pero no tiene mucha razón de ser. Existe porque Netflix compra los derechos de novelas e IPs muy conocidos de muchos de los países en los que opera –como es el caso en América Latina con CIEN AÑOS DE SOLEDAD, EL ETERNAUTA o PEDRO PARAMO, entre otros–, los trabaja durante años con cuidado y los ofrece como una muestra de cariño y respeto por la cultura de los lugares en los que viven sus suscriptores. Algo de eso hay, sí, y también un sentido comercial oportunista. Combinados, dan productos respetables, prolijos y accesibles que son algo así como la versión amable y pasteurizada de textos que supieron ser más potentes. Ese coqueto restaurante local que en realidad maneja un gringo…

Hablando de eso, EL GATOPARDO tiene otra particularidad, una que lo vuelve inusual. Si bien está producido y filmado en Italia –en locaciones sicilianas, más que nada– y tiene un elenco local que habla en italiano, es una serie creada, escrita y mayormente dirigida por británicos. Y si bien uno puede pensar que los cineastas de esa nacionalidad saben manejarse muy bien con los dramas de época, la cultura italiana y la inglesa tienen algunas diferencias que no parecen haberse traducido del todo bien acá. La serie es más pintoresca de lo que sería filmada por un local, más sobrecargada de paisajes, vestidos y «color» de lo necesario. Siempre fue una historia excesiva y llamativa, pero hay un preciosismo paisajístico que por momentos se siente exagerado.
La historia, en su centro, no ha cambiado, pero la serie le da un giro relativamente novedoso. Si bien sigue siendo la historia de «El Gatopardo», como llaman a Fabrizio Cordera, el Príncipe de Salina (Kim Rossi Stuart), aquí cobra un papel mucho más relevante que en el film de Visconti su hija Concetta (Benedetta Porcaroli), quien es aquí algo así como el alma y la conciencia de la historia. Es a través de ella que conocemos a su familia, la más poderosa de Sicilia, que todos respetan y temen allá por 1860. Ese poderío está puesto en riesgo por la llegada del General Garibaldi y su ejército que, en plan de unificar Italia, ponen en tensión y acercan a una eventual decadencia a la aristocracia de la región, representada por el Príncipe y su familia.
EL GATOPARDO se centrará, esencialmente, en los manejos de su protagonista para que «si todo cambia, nada realmente cambie». Y la trama seguirá sus manejos para lograr moverse en este mundo nuevo de reformas sociales y políticas que, si se saben transitar como él cree saberlo, quizás terminen siendo menos revolucionarias de lo que parecen. Y ese es el juego que juega el Gatopardo, con sus alianzas temporales, con sus danzas (literales) de favores, sus bodas familiares por conveniencia y su ajedrez social. Parecido –aunque se muestre de entrada como opuesto– es su sobrino, Tancredi (Saul Nanni, en el rol de Delon), que apoya al ejército invasor en contra de su tío, pelea junto a los «camisas rojas», pero siempre tiene un ojo en el premio más grande y en girar cuando sea necesario.

La que se conduce, al menos inicialmente, con una honestidad sentimental de esas que siempre pierden frente a los cálculos de los hombres es Concetta, que está enamorada de su primo Tancredi, pero ve cómo al muchacho se le van los ojos por la joven Angélica Sedara (Deva Cassel, que es hija en la vida real de Monica Bellucci y Vincent Cassel), la bella primogénita del sindaco local Don Calógero, con quien el Príncipe tiene que lidiar por asuntos de dinero y poder. El ángulo de la hija del Gatopardo es menor tanto en la novela como en el film de Visconti, pero aquí no solo tiene un peso importante en la trama sino una fuerte resonancia emocional. Es posible que la intención de darle mayor importancia al personaje tenga que ver con insuflarle a la historia un carácter un tanto más juvenil de triángulo amoroso –o hasta de agregarle un ángulo «feminista» aún cuando no se corresponda con la época–, pero aún así hay que reconocer que funciona. A tal punto que es un personaje más relevante que el de Angélica.
Por lo demás, EL GATOPARDO es prolija, accesible, está contada con profesional eficiencia –mucho plano a la puesta del sol, mucho centro histórico, algún que otro drone y kilos de vestuario– y, como decían los viejos críticos, «se deja ver». Ahora bien, cualquier comparación con la película de Luchino Visconti es impropia e improcedente. La miniserie son seis episodios que se llevan bastante bien (tampoco es mucho más larga que la película, ya que aquella dura 205 minutos y la serie rondará los 300 y poco) y que presentan el clásico texto sobre la decadencia de la vieja y aristocrática Sicilia en un producto elegante, funcional y apropiado a estos tiempos que corren.
Pues a mi me gustó la serie,ahora voy a tres bandas,estoy leyendo el libro,viendo la película y la serie al mismo tiempo.
En la serie incide en lo mucho que quiere a su hija Conccetta,y me llama la atención en las dos,la importancia del perro,grande y presente a todas horas.
Hace unas semanas estuve en Palermo y el hotel estaba en Quattro Canti,localización muy recurrida en la serie,ya que requiere poca transformación para rodar