BAFICI 2025: crítica de «Una quinta portuguesa», de Avelina Prat

BAFICI 2025: crítica de «Una quinta portuguesa», de Avelina Prat

por - cine, Críticas, Festivales
01 Abr, 2025 09:30 | Sin comentarios

En este drama español, cuando su mujer desaparece súbitamente, un hombre de Madrid decide irse a vivir a un pueblo de Portugal tomando la identidad de otra persona. Con Manolo Solo y María de Medeiros.

Toda crisis es una oportunidad, dice la conocida frase, y ese es buen punto de partida para aproximarse a UNA QUINTA PORTUGUESA, este amable y melancólico drama psicológico que coquetea, sin entrar de lleno, en un universo de intrigas y misterio. Todo empieza con una desaparición. Milena, una mujer serbia que vive en Madrid, se sube a un bus y se marcha, en apariencia hacia su país natal. Su pareja, Fernando (Manolo Solo), un profesor de geografía, regresa a la casa en la que ambos viven y no la encuentra. Pasan las horas y el hombre empieza a preocuparse. Va a la policía a averiguar y pronto le dicen lo poco que saben: que la mujer se ha ido de España y ha entrado a Serbia. Lo que Fernando no entiende es el motivo. ¿Qué pasó? ¿Por qué lo hizo?

El hombre, dice, prefiere no buscarla porque supone que Milena no quiere ser encontrada, ya que de otra manera hubiera avisado su partida. No hubo una pelea ni nada parecido. Simplemente, se fue. Frustrado con su vida y con su trabajo –sus alumnos son bastante insoportables–, Fernando decide irse a pasar un tiempo a Portugal, en donde se topará con otra circunstancia un tanto llamativa y, si se quiere, hasta misteriosa. Un hombre llamado Manuel que está en el mismo hotel que él muere de repente y Fernando decide hacerse pasar por él. No sólo utilizará su nombre sino que se presentará en el trabajo que el fallecido estaba por empezar, como jardinero en la quinta portuguesa que da título al film.

Esta historia de identidades suplantadas cambiará de tono cuando Fernando/Manuel llegue a la quinta en cuestión y se ponga a trabajar a las órdenes de Amalia (la gran Maria de Medeiros, 30 años después de PULP FICTION), la amable mujer dueña del lugar. Allí, de a poco, irá integrándose a la vida del pueblo, haciéndose amigo de los locales, aprendiendo el idioma y proyectando su futuro ahí. Pero, como dice la frase, el pasado no desaparece por completo y una serie de circunstancias lo llevarán a tener que lidiar con él. No se trata, simplemente, de saber qué pasó sino de poder cerrar un capítulo en su vida que, si bien parece olvidado, sigue generándole ataduras.

Filmada en gran parte en pueblos del norte de Portugal, UNA QUINTA PORTUGUESA combina dos registros diferentes que, salvo en películas como EL REGRESO DE MARTIN GUERRE o similares, no suelen cruzarse demasiado entre sí. Por un lado, un potencial noir que nunca se explota y, por el otro, una neocostumbrista historia acerca de un hombre que se reencuentra con sí mismo al irse a vivir al campo. Y si bien esta línea narrativa ha sido explotada hasta el hartazgo en el cine español reciente (de hecho, el director de fotografía es Santiago Racaj, el mismo de casi todo el cine de Jonás Trueba y también de VERANO 1993, quizás la película que más hizo por popularizar la temática del «retorno al campo» en el cine español), el agregado de esa zona de intriga existencial le da al film una complejidad y una melancolía inesperadas.

Ayuda mucho la contenida actuación de Solo (CERRAR LOS OJOS, EL BUEN PATRON), un «buen hombre» –como alguien lo definirá– un tanto apesadumbrado, que se mete en una rara situación dejándose llevar por las circunstancias y las cinematográficas casualidades. Y si bien la historia se cuelga de muchas de estas situaciones en exceso fortuitas, la directora de VASIL hace funcionar su film en un terreno en el que la lógica policial no tiene el menor interés. Más metafórico que realista, el juego al que juegan sus personajes (Fernando no es el único que miente aquí) tiene más que ver con las necesidades psicológicas de los personajes y con la posibilidad de abrirse a experiencias a las que quizás de otra manera no llegarían, que a cuestiones de tipo policial o de suspenso.

Bello y cálido cuento sobre las distintas formas que puede tomar la identidad cuando uno se va desprendiendo del pasado, UNA QUINTA PORTUGUESA cuenta la historia de una serie de personajes que eligen dejarse llevar por el misterio, sin buscar respuestas ni explicaciones para todo. Quizás la película se quede corta en esa apuesta –en algún momento el guión intentará resolver algunas de las dudas pendientes–, pero la directora Avelina Prat ha logrado de todos modos contar una emotiva y lúdica fábula acerca de eso que llaman segundas oportunidades.