Estrenos online: crítica de «Estragos» («Havoc»), de Gareth Evans (Netflix)

Estrenos online: crítica de «Estragos» («Havoc»), de Gareth Evans (Netflix)

Un policía con un pasado oscuro trata de redimirse ocupándose de un complejo caso que involucra a gángsters asiáticos, políticos corruptos y narcotraficantes. Con Tom Hardy, Timothy Olyphant y Forest Whitaker. Estreno de Netflix.

Gareth Evans es uno de los secretos mejor guardados del cine de acción contemporánea. Obviamente que los especialistas del género en su versión asiática lo conocen y muy bien, pero el realizador galés ha hecho muy poco cine en Occidente. Las tres películas suyas que lo consagraron como uno de los divulgadores del cine de acción de Indonesia utilizando las particulares artes marciales de ese país (MERANTAU y las dos partes de THE RAID) fueron muy influyentes en las formas que tomó el cine de acción en la última década, volviéndose más violento, más coreográfico y más zarpado en la intensidad de los enfrentamientos cuerpo a cuerpo. Pero como gran parte del cine asiático popular, su consumo en Occidente siempre ha sido de nicho.

En la década que pasó desde THE RAID 2 Evans ha filmado una película de Occidente pero de terror (EL APOSTOL, de 2018, que está también en Netflix) y llevó adelante la serie GANGS OF LONDON, la que más elementos toma de su cine previo. HAVOC, de hecho, se terminó de filmar en 2021, pero le hacían falta retomas que se fueron demorando por las distintas huelgas de Hollywood y de agenda del elenco, por lo que recién pudieron completarse a principios de 2024. Es por eso que hubo que esperar tanto para una película suya nueva.

En función de la espera y la expectativa previa, ESTRAGOS seguramente se quede un poco corta. Tiene mucho de lo que uno quiere ver en el cine de Evans –básicamente, escenas de acción apoteósicas, intensas y bañadas de sangre–, pero la trama que las rodea es un tanto tortuosa. No es mala ni mucho menos, pero se enreda demasiado en una complicada conspiración policial que no lleva a mucho. De todos modos, un siempre tozudo Tom Hardy en el rol protagónico, un escenario pesadillesco propio de un oscuro film de superhéroes y las consabidas escenas de violencia hacen que valga la pena la experiencia. La brevedad (sin los créditos finales la película dura poco más de 95 minutos) ayuda.

Claramente presupuesto para balas no le ha faltado a Evans ni a los personajes de su ficción. Y lo que hace a lo largo de HAVOC es algo así como un ballet de disparos en el que siempre es mejor disparar diez veces a cada persona por las dudas de que la cosa falle. Tres de las cuatro grandes escenas de acción de la película son imposibles y sangrientos enfrentamientos a balazo limpio en los cuales se liquida gente con armas de destrucción masivas que podrían liquidar ejércitos completos. A falta de artes marciales (que acá brillan por su ausencia, aún teniendo un elenco y una trama muy «asiática»), Evans ha elegido usar las balas como si fueran golpes.

La trama es enredada y entrecruza a varios personajes que, por distintos motivos, actúan protegiendo a sus hijos. El protagonista es un detective de homicidios llamado Walker (Hardy, con su acostumbrado andar pesado, de aparentemente calma agresividad, y su murmullo entre dientes), un policía con un pasado oscuro del que quiere redimirse, redención que incluye su relación con su pequeña hija, a la que casi no ve. Es Navidad, encima, y qué mejor opción que meterse en un sangriento caso policial para hacerlo.

La acción transcurre en una ciudad que es una mezcla de Chicago de los ’70 con Ciudad Gótica con un poco de la Hong Kong de los ’90 (o cualquier otra gran urbe en la que se enfrentan bandas en barrios atestados de luces de neón y mugre) y arranca con una intensa, veloz y extraordinaria escena de persecución callejera que involucra a policías, gángsters asiáticos, unos inexpertos ladrones y un cargamento de cocaína robado que es transportado en un camión. O algo así. El robo sale mal, hay un enfrentamiento entre bandas y, en una escena que se ve como un flashback en cámara lenta, todo termina con una masacre, la muerte del líder de una de esas bandas (hijo de la verdadera «capa mafiosa», que está en Hong Kong y viene a resolver el asunto) y la desaparición del hijo del candidato a alcalde de la ciudad, Lawrence Beaumont (Forest Whitaker), también corrupto.

Walker toma la tarea de buscar al hijo de Beaumont y en el medio se va desarrollando una amplia disputa que involucra también a otros policías (encarnados por un desperdiciado Timothy Olyphant y Jessie Mei Li) y a una tercera «pata» de este caos (encabezada por Luis Guzmán y Quelin Sepulveda) también involucrada en el robo. Todo este combo de dobles traiciones, engaños, tráfico de drogas, bolsas de dinero, asuntos del pasado y otras yerbas se desarrollan de una manera un tanto confusa mientras uno espera que Evans inicie otra secuencia de acción. Y del minuto 50 en adelante –algo que anuncia un plano secuencia que recorre medio set de filmación antes de empezar con un baño de sangre en una discoteca–, eso es lo que entregará: una masacre tras otra, una orgía de sangre derramada, de balas disparadas, de caras y cuerpos destrozados en plan Tercera Guerra Mundial pero entre unas 20 o 30 personas.

Es eso lo que el público de Evans vino a buscar y eso es lo que obtendrá, solo que en una película que no logra sostenerse demasiado por fuera de esas escenas. Uno supone, por las demoras en el estreno del film, que se trata de un producto remendado en edición. Y eso explica hasta cierto punto que la trama sea confusa y los personajes poco y nada desarrollados. Pero convengamos que los fans del cine de acción de estos agresivos y rimbombantes estilos no priorizan ni el desarrollo de personajes ni una construcción psicológica más o menos creíble, sino que ponen su atención en la acción propiamente dicha. Y en ese plano Evans cumple.

ESTRAGOS tiene como característica más interesante que se diferencia de casi todo lo que se hace en Hollywood y, especialmente, en Netflix. Uno jamás confundiría el pesadillesco look BLADE RUNNER que la película tiene y la descarnada acción que la sostiene con cualquiera de las otras decenas de películas de acción que producen las plataformas. Y en ese sentido el film de Evans es único. Puede no convencer del todo pero se destaca del promedio, es claramente la obra de un cineasta con una visión muy específica de lo que quiere mostrar y cómo quiere hacerlo.